Al compás del dos por cuatro, un grupo de personas se junta todas las semanas en un café céntrico de la Ciudad de Mendoza para hablar de tango. Son sus guardianes, desde hace casi 13 años. Ellos se llaman “el Ateneo del tango”, un espacio desde donde cuidan y defienden la música popular, y que mantiene también vivo el legado de los inolvidables Tito y Ana Gelfman, estudiosos y divulgadores de esta cultura.
Javier “Pocho” Aciar es quien relata la historia del Ateneo con cierta nostalgia en la voz. Él es jubilado y en su casa tiene un pequeño rincón cultural, un espacio de memorias al que Francisco Guerrero, amigo de Aciar, bautizó como “la casa del tiempo”.
Sobre si es muy difícil cuidar al tango ante tanto estímulo moderno, Aciar reconoce que “siempre ha habido bajones, pero después el tango vuelve. Hoy está un poco opacado por la música foránea, que es convocante y multitudinaria, pero siempre volvemos a estar en la palestra”.
Es imposible que no haya anécdotas y Aciar evoca recuerdos preciosos de épocas de gloria del tango, con la firme esperanza de que esas épocas, algún día, vuelvan. “Yo soy del tiempo de los bailes sociales”, dice con orgullo.”En el tiempo mío eran los bailes sociales en los clubes con una orquesta típica.
Acá en Mendoza, hace 70 años atrás había más de 20 orquestas típicas de tango con la formación clásica: cuatro acordeones, cuatro violines, piano, contrabajo y dos cantantes”, rememora.
”Hoy son muy pocos los bandoneonistas que hay en Mendoza”, dice con cierta tristeza y enojo. “Ya no hay quien ejecute el bandoneón. Esas cosas han cambiado un poco para mal, pero uno siempre tiene la esperanza de que las nuevas generaciones no se olviden de esto”, agrega Aciar.
- Hay muchas bandas mendocinas que tal vez lo han modernizado un poco, pero se dedican al tango.
- Exacto, tiene razón. El otro día vi en un espectáculo que hizo la municipalidad de la Capital en el archivo histórico y había un muy buen conjunto de tango. Me llamó mucho la atención porque el bandoneonista era una chica, una mujer, y la verdad es que lo tecleaba muy, pero muy bien, al bandoneón. Era un grupo de vanguardia, pero entre eso mezclaban algunos tangos tradicionales muy bonitos. Era una linda formación de tango de vanguardia.
Tal vez para Aciar sean tiempos diferentes. y a veces uno se aferra demasiado a las costumbres, pero que una mujer sea bandoneonista ya no es novedad para nuestra generación. Afortunadamente las mujeres han copado la escena en “cuestiones de varones” y es realmente para celebrarlo.
Claudio Mellimaci, miembro activo de la comisión directiva de Ateneo de Tango, aclara que la mujer bandoneonista se llama Agustina Guillén y se trata de “una gran artista emergente”.
A la hora de evocar un tango que le gusta, Aciar recuerda a un autor llamado Francisco García Jiménez, quien además de componer tangos fue guionista y poeta. A su recuerdo vienen Los Hermanos Mancifesta, una de las orquestas típicas más importantes de nuestra provincia.
“Los Hermanos Mancifesta, Los Hermano Manganelli, los Giunta, Francisco Colombo...qué se yo... son tantos los que nos alegraron juntamente con sus orquestas en aquellos tiempos”, rememora Aciar con nostalgia.
Y lamenta la pérdida de espacios como las confiterías o los “restaurantes musicales”. “Todo eso se perdió, así como los clubes de barrio en los que se hacían muchas fiestas. Ojalá vuelva algún día”, añora nuestro entrevistado.
Aciar está convencido de que el tango va a recuperar su lugar en la escena grande. “Jamás lo voy a dudar, hasta que parta de este mundo. Hay temas que tienen más de 100 años y sus letras siguen vigentes”.
“Pocho” recuerda que hay un tango que se llama “Cuidado con los 50″ y que habla de la multa que se ponía en 1906 a quien piropeara a una mujer en la calle, algo idéntico a la normativa vigente en la Capital de Mendoza, que establece que quien cometa acoso callejero debe pagar una multa que va desde lo 50 mil pesos a los 200 mil pesos. A comienzos del siglo XX, la multa era de 50 pesos y de ahí el nombre del tango.
“El tango es el espejo de la vida. Todo está reflejado ahí, todo lo que nos pasa, los momentos lindos, los momentos feos, los encuentros, los desencuentros...”, sentencia Aciar con una verdad irrefutable.
Ya lo dijo Enrique Santos Discépolo en 1934 en su tango “Cambalache”. Su letra ha traspasado generaciones, gobiernos y épocas de una Argentina que, como el siglo XX, es “problemática y febril”.
“...el que no llora no mama y el que no afana es un gil. ¡Dale nomás, dale que va, que allá en el horno nos vamo a encontrar! ¡No pienses más, sentate a un lao, que a nadie le importa si naciste honrao! Es lo mismo el que labura noche y día como un buey, que el que vive de los otros, que el que mata o el que cura o está fuera de la ley”. Una radiografía del hoy, no importa cuando lo leas.
El “Ateno del tango” está por cumplir 13 años y quieren celebrarlo. Tal vez sea una cena, tal vez una milonga o tal vez algo sencillo, pero que no quepa la menor duda de que van a sonar tangazos de todos los tiempos y más de uno va a sacarle viruta al piso.
Por el momento, se juntan todos los jueves a las 21 h en el café Olivia, en Chile y Godoy Cruz de Ciudad. Si sos amante del tango, hay un espacio para vos en la mesa.