De amigos y enemigos

Hay en español otros términos equivalentes a ‘amigo’, tales como nuestro ‘compinche’; también los usados en Bolivia, Ecuador y Perú, como ‘ñaño’, los mexicanos ‘cuate’ y ‘acuache’, el venezolano ‘curruña’ y el portorriqueño ‘alicate’.

De amigos y enemigos
Cómo quedar bien con tu amigos con unos regalos originales.

Disfrutamos todos de la amistad, entrega y sinceridad de aquellos a quienes llamamos ‘amigos’: dejando de lado el hermoso significado humano que poseen la amistad y quienes la practican, ¿cuál es el valor del vocablo, qué sinónimos posee y de dónde proviene? Las palabras ‘amistad’ y ‘amigo’ tienen etimología latina pues derivan, respectivamente, del latín clásico “amicitia” y del vulgar “amicitas”, mientras que ‘amigo’ nos llega desde “amicus”.

Si nos centramos en ‘amigo, -ga’, la primera definición que encontramos es “que tiene relación de amistad” y para este término averiguamos que se trata de un “afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece en el trato”: “Me honra con una hermosa amistad y somos amigos desde la niñez”.

El adjetivo ‘amigo’ puede, además, usarse para señalar que alguien gusta mucho de algo; se lo puede sustituir por ‘adepto’, ‘partidario’, ‘aficionado’: “Es muy amigo de concurrir a los conciertos al aire libre”. “Lo volvieron a visitar los amigos de lo ajeno”.

Poéticamente, se puede usar este adjetivo como equivalente a “propicio, benigno, grato”: “Me sorprendieron sus palabras amigas”. Coloquialmente, puede tener el significado de “amante” o “persona con la que se mantiene una relación amorosa”: “La han imputado y detenido en calidad de amiga del victimario”.

Existe un uso basado en la costumbre por el cual se invoca como ‘amigo’ a alguien con quien no existe una auténtica relación de amistad, sino únicamente el ánimo de captar su buena voluntad: “Amigo, ¿me convida un cigarrillo?”; con el mismo fin y uso, puede aparecer en las cartas en calidad de tratamiento afectuoso: “Amigos, este correo está destinado a informarles acerca de los nuevos beneficios en sus tarjetas”.

Mencionamos la locución ‘amigo de lo ajeno’, eufemismo por “ladrón, estafador”; en cambio, ‘amigo hasta las aras’ es el que profesa una fina amistad sin exceder los límites de lo justo y honesto; también, ‘amigo del asa’ es un amigo íntimo. Dos locuciones hoy desusadas daban cuenta de la amistad por interés y conveniencia: ‘amigo de pelillo’ y ‘amigo de la taza de vino’.

En el ámbito lingüístico, se habla de ‘falsos amigos’ o ‘falsos cognados’ para nombrar aquellas palabras que, en dos idiomas diferentes, coinciden en su significante, pero poseen un significado distinto; ejemplificamos con ‘atender’ y “attendre” que, respectivamente, en español, es “prestar atención” y en francés, “esperar”; ‘éxito’ en español es “triunfo, victoria” y en inglés “exit” significa “salida”.

Cuando una persona nos recibe con ‘cara de pocos amigos’, será que nos muestra una expresión desagradable o adusta; en una batalla, hablar de ‘fuego amigo’ servirá para indicar el ataque del propio bando. Y cuando se ha producido una disputa o diferencia entre dos o más personas y ella se resuelve bien, se dice que los involucrados quedaron ‘tan amigos como antes/siempre”.

El vocablo ‘amigote’, además de señalar el aumentativo de ‘amigo’, indica al compañero habitual de francachelas y diversiones: “Siempre hacen picardías esos dos amigotes”. También se puede decir ‘amigacho’.

Diferencia existe entre ‘amigabilidad’ y ‘amiganza’: el primer término se refiere a la capacidad natural que tienen algunas personas para contraer amistades, mientras que el segundo es sinónimo de ‘amistad’

Hay en español otros términos equivalentes a ‘amigo’, tales como nuestro ‘compinche’; también los usados en Bolivia, Ecuador y Perú, como ‘ñaño’, los mexicanos ‘cuate’ y ‘acuache’, el venezolano ‘curruña’ y el portorriqueño ‘alicate’.

Una pregunta que suele realizarse es el modo en que se forma el superlativo de ‘amigo’: una manera de hacerlo es a partir de su etimología y solamente lo hallamos en textos literarios; se trata de ‘amicísimo’. En cambio, en lenguaje coloquial y en uso general, se prefiere el superlativo regular ‘amiguísimo’.

Si miramos qué términos se oponen a ‘amigo’, encontramos como complementario el adjetivo ‘enemigo’, derivado del latín “inimicus”. La primera definición de este vocablo es la de “contrario”, pues indica aquello que es totalmente opuesto y diferente: “Son enemigos, con posturas absolutamente irreconciliables”. Aplicado a personas o a países, esta cualidad se refiere a quienes son contrarios en una guerra: “Por ahora, es imposible llegar al cese de hostilidades porque son pueblos históricamente enemigos”. Se nombra también como ‘enemigos’ a los antagonistas que se presentan como personas que tienen, entre sí, mala voluntad y que se desean o se hacen mal: “Es triste ver cómo dos personas tan inteligentes guardan una relación de enemigas”. En este sentido, la locución ‘enemigo jurado’ nombra a aquella persona que se ha hecho el firme propósito de constituirse como enemigo de otra u otras: “Cuando son enemigos jurados, el diálogo se torna imposible”.

Y la expresión ‘ganar alguien enemigos’ significa que se los granjea, se los procura o se los adquiere: “Con ese genio tan áspero, ha ido ganándose enemigos a lo largo de los años”.

En el ámbito de las creencias, la locución ‘enemigo malo’ equivale a “diablo”, esto es, al príncipe de los ángeles rebelados.

Coloquialmente, decir que alguien ‘es enemigo de algo’ significará que no le agrada, que no gusta de ello: “Soy enemiga de traer los problemas laborales a la casa”.

Tal como sucedía con ‘amigo’, también ‘enemigo’ posee dos formas de superlativo: una irregular, que puede ser tanto ‘inimicísimo’ como ‘enemicísimo’, y otra regular, ‘enemiguísimo’.

La relación entre enemigos se designa con el sustantivo ‘enemistad’, definido como “animadversión, odio, antipatía”: “Todos saben acerca de la enemistad entre Carlos y Pedro”. Menos usado resulta ‘enemiga’, no como femenino del adjetivo sino como sustantivo que indica “oposición, odio, mala voluntad”, pero también “maldad, vileza”. Cuando la amistad se pierde, la acción que nombra el hecho es ‘enemistar’, con sinónimos como ‘encizañar’, ‘malquistar’, ‘indisponer’, ‘desamistarse’: “Es muy triste ver que dos personas tan valiosas se enemistan”.

Como síntesis de esta nota, nos quedamos, como lo hacemos habitualmente, con pensamientos proverbiales: ‘Las enemistades ocultas y silenciosas, son peores que las abiertas y declaradas’; ‘Perdona a tus enemigos, pero jamás olvides su nombre’ y ‘En los males se conoce a los amigos leales; que en los bienes, muchos amigos tienes’.

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