Dictaduras, exilios, la desaparición de una hija. ¿De qué forma puede imaginarse el infierno una persona que ha vivido estas pesadillas? No hay literatura, por magnánima que sea, que pueda hacer justicia a los horrores de este mundo. Carlos Alonso sabe de eso.
Por eso las piezas que desde mañana se podrán ver en la Mansión Stoppel, el museo mendocino que lleva su nombre, son elocuentes. La geografía de ese infierno está poblada por uniformes militares que causan horror, niños que pasan hambre o sacerdotes de dudosa calidad moral. Los pecados, parece decirnos el gran artista, se pagan aquí en la tierra.
“Dante x Alonso” llega organizada por el Ministerio de Cultura y Turismo de Mendoza, junto al Museo Nacional de Bellas Artes y el Instituto Italiano de Cultura de Buenos Aires. La cita inaugural es mañana viernes a las 20, y podrá visitarse hasta el 27 de noviembre, de martes a domingos y feriados, de 9 a 20.
La “Divina Commedia”, que Alonso estudió e ilustró en los ‘60, tiene en esta muestra un eco contemporáneo. Sobre todo la primera parte, que alude al viaje que un Dante Alighieri ficcionalizado realiza por los los candentes e intolerables círculos del “Inferno”, guiado por Virgilio.
Algunas de esas primeras ilustraciones forman parte de la colección permanente del Museo Carlos Alonso, puesto que fueron donadas en 2018 por la fundación de Jacobo Fiterman (coleccionista y amigo del artista), quien las encontró dispersas por el mundo y a quien le corresponde el mérito de haber sido el primero en intentar reunirlas.
Pero la posibilidad de verlas en un contexto curatorial y junto a otras piezas relacionadas es algo excepcional. Así lo han sentido los 45 mil visitantes que la vieron en el Museo de Bellas Artes de Buenos Aires en diciembre del año pasado, cuando abrió y dejó impactados a todos.
La idea de esta muestra se dio, en un primer momento, también como parte de la celebración de los 700 años del fallecimiento de Dante. La primera parada federal de la muestra fue 2 Museos, de Bahía Blanca. Después viajó al Museo Nacional de Bellas Artes de Neuquén, espacio en el que pudo verse hasta el 24 de julio, mientras que del 5 de agosto al 18 de septiembre se presentó en el Museo de la Patagonia, de Bariloche. Después de que se levante aquí en Mendoza, viajará al Museo de Arte Contemporáneo de Unquillo, Córdoba (Fundación MACU), el pueblo donde vive el eximio artista desde hace décadas.
El Museo de Bellas Artes de Buenos Aires detalla cómo está conformada la muestra: “La integran 45 trabajos en papel, inspirados en la vida del gran poeta florentino y su máxima obra, la ‘Divina Commedia’, entre los que hay dibujos, collages, grabados, acuarelas y tintas que el artista dedicó al Dante en dos períodos distantes de su trayectoria: los primeros, de los años 60 –muchos de ellos creados en Italia, en 1968– son mayormente retratos en pequeño formato-, mientras que el segundo conjunto seleccionado está fechado entre 2000 y 2009″.
Fue en 1968 cuando Alonso viajó a Florencia, con la idea de dar su propia versión del clásico de la literatura italiana. En esa tarea lo precedieron Sandro Botticelli, William Blake, Salvador Dalí, Gustave Doré (cuyos grabados quizás sean los más difundidos) y muchos más.
Su intención fue vivir la atmósfera de las callecitas que alguna vez transitó Dante, para poder empaparse del sentimiento florentino. Una ciudad pétrea, masculina y severa, como la definió alguna vez Mary McCarthy.
De ese viaje surgieron unas 250 piezas, pero la inspiración no quedó agotada, o al menos siguió con la convicción de que ese amplio universo dantesco podía ser reelaborado. Por eso, ya en el siglo XXI, en plena madurez y reconocimiento, volvió a ese sustrato literario. Esto lo cuenta en detalle Duprat, en el texto curatorial.
Las palabras de Andrés Duprat
“En 1968, Alonso residió seis meses en Florencia para realizar una experiencia inmersiva en el universo de Dante. ‘¿Qué vería Dante hoy, cuál sería su mirada sobre el mundo contemporáneo?’ fue la pregunta que lo llevó a crear más de 250 dibujos y collages, entre los que hay múltiples versiones del retrato del poeta florentino replicado con diversas técnicas, y escenas inspiradas en pasajes del poema, traídos al presente como prueba de que esos horrores siguen ocurriendo bajo nuevas apariencias y formatos.
“Alonso coloca a Dante, al igual que sucede en la ‘Divina Commedia’, como testigo de situaciones críticas, cruzadas por la estética pop y la efervescencia que en esos años se vivía en Europa –por el Mayo francés–, plena de reclamos, consignas y protestas”, explica Duprat sobre el conjunto exhibido que data de los años ‘60.
“Si bien Alonso quería ilustrar con estos trabajos una nueva edición en español de la ‘Divina Commedia’, el proyecto no se concretó. Sin embargo, adquiridas por la empresa Olivetti, varias de estas obras se imprimieron en publicaciones de edición limitada, con prólogo del escritor Ernesto Sabato. Además, se exhibieron en distintas muestras celebradas en Buenos Aires, Roma y Milán.
“A través de los años, el interés por Dante y la ‘Divina Commedia’ siguió acompañando al artista. En 2004, inició una serie de obras sobre papel que denominó ‘Carlos Alonso en el infierno’, varias de las cuales forman parte de esta exposición.
“En esta serie, el artista vuelve a reinterpretar distintos momentos del poema para señalar lo ominoso, lo siniestro, la violencia y los prejuicios que nos habitan. Algunos de estos trabajos presentan escenas apocalípticas, multitudinarias y complejas, al estilo del Bosco, en las que en ocasiones está presente el propio Dante”, explica Duprat.