Es un actor sin descanso. Fatiga las tablas fin de semana tras fin de semana. Va y viene dejando gacetillas por los medios para promocionarse: “Porque la gente piensa que mi público viene solo, pero no, no”, insiste. El teatro, como toda la cultura argentina, está en crisis, y Daniel Quiroga, uno de los referentes de la actividad, sabe que solo se sale trabajando. Solo se sale subiéndose al escenario una vez más.
Es una “prepotencia de trabajo”, como a él le gusta definir ese impulso que lo lleva a ser uno de los artistas con más permanencia en la escena local, pero también uno de los más camaleónicos: siempre tiene un nuevo proyecto, un nuevo título bajo la manga, o la intención de refrescar alguna obra que dejó el sonido de palmas en su memoria. Como el que presentará este sábado 9 de noviembre, a las 21.30, en el teatro Quintanilla.
Se trata de “Amores de mi vida”, una obra simple, despojada, que basa su poder en apelar a la memoria emotiva de la gente, que ovacionó cada una de sus presentaciones en el pasado. “Trata de algunas experiencias cercanas, concretas, rodeadas de realidad y de ficción”, define Quiroga. “En este espectáculo la gente se siente realmente identificada, porque hablo de los conflictos de pareja, de cómo uno encuentra a las parejas, la diferencia entre amar (que es una construcción) y el estar enamorado”, sigue enumerando. La experiencia del amor, ese sentimiento inabarcable, se teatraliza a través suyo.
- Siempre decís que este show es uno de los que más te pide el público, ¿por qué crees que se debe esa empatía?
-Sí, la gente siempre recuerda este show y lo recomienda mucho, porque evidentemente nos atraviesa a todos el amor y las relaciones, entonces el público se siente muy identificado. Y como mi humor siempre ha sido muy simple, muy directo, con códigos cotidianos, eso produce en el espectador recuerdos de emociones, porque todos hemos pasado por cosas buenas y malas.Además, hablo de aquellos amores que están relacionados con uno, amores que a uno lo construyeron, en mi caso y en todos los casos: ese amor de familia, de madres, de padres, de tíos, de amigos, que te van haciendo cumplir con aquellos mandatos que no siempre nos han llevado al éxito, pero con los que todos nos sentimos identificados. La gente se divierte y lo comparte, porque el humor, si no es orgánico, no llega a las emociones.
- ¿Cuándo estrenó el show?
-Este espectáculo se estrenó hace más de cuatro años, durante la pandemia, o un tiempito antes.
-¿Y crees que se ha ido transformando a la par de tus emociones?
- En ese momento decidí escribir sobre las relaciones porque esa construcción es algo que siempre ha estado cercano a mí. Creo que esas relaciones de afecto siempre son necesarias porque uno va buscando, va descubriéndose. Y eso también está reflejado en el espectáculo directamente. Creo que por eso las transformaciones que puede tener el espectáculo pueden ser del texto, pero no de las emociones directamente. Las emociones están intactas y es una de las cosas que debe tener el humor para que la gente, como dije antes, se sienta identificada.
- Sos uno de los actores con más presencia en la escena, ¿cómo se logra la permanencia tras más de cuatro décadas de carrera?
- La permanencia en este mundo del teatro se construye a través del trabajo. Yo sigo siendo una persona que a través de esta prepotencia de trabajo, de querer mi trabajo, siempre he tenido en claro mis objetivos. Que es única y exclusivamente subirme a un escenario (más allá que a veces doy algunas clases, algunos talleres). Pero mi objetivo siempre fue subirme al escenario y no abrir ese abanico que te permite el ser actor, como dar clases, talleres, conferencias, entre otras cosas. Creo que la permanencia te la da la presencia, eso de trabajar todos los fines de semana, de crear un montón de espectáculos (porque tengo creados y escritos por mí la mayoría de ellos, te diría el 98%). Entonces eso hace que uno permanezca. Pero al mismo tiempo, hay que ocuparse y preocuparse para crecer como individuo, como actor, para que lo que se vea en el escenario tenga calidad dentro de las posibilidades que nosotros aquí tenemos, porque uno se tiene que adaptar a los espacios, y no todos los espacios tienen las condiciones. Por eso aparece el Café concert, por ejemplo.
- El teatro es uno de los sectores más golpeados por la crisis y el recorte de subsidios, ¿cómo ves el presente teatral en Mendoza?
El actor y el teatro resisten por la cuestión de que nosotros somos la propia herramienta de trabajo. Y si no la ponemos en marcha, dejamos de visualizarnos. Entonces, en mi caso, como tipo independiente, como creador y como gestor, única y exclusivamente del teatro, resistimos. Esa es la palabra, resistimos. Y nos adaptamos de acuerdo a las circunstancias. El arte en general no llega a todo el mundo, no llega a todas las personas, y nosotros debemos luchar para eso. Creo que es otro de los objetivos que yo tengo claro, que me ha permitido vivir el teatro: generar público. No soy un tipo que se exhibe para mostrar únicamente lo que yo quiero sino que pienso en el público, qué es lo que quiere en cada una de las circunstancias que nosotros vamos viviendo. La crisis hace mucho daño, somos en el último eslabón de la cadena y tenemos que pelearla, porque no tenemos otros recursos como tipos independientes. Apoyarse en el Estado a través de subsidios y todo eso es una opción, pero no es una opción permanente. Se nota en cada paso que damos de acuerdo a la política que se est andando con las propuestas culturales. Yo me olvido de eso. Yo no soy una persona que pide subsidios ni que pide plata ni que pide que le compren funciones. Me considero una persona de puro laburo y de resistencia.
-¿Y has tenido que abrir ese abanico del que hablabas?
- Las circunstancias de hoy nos llevan a buscar de tratar de sostenernos desde el teatro abriendo ese abanico que hablé recién. Yo me resisto a abrir ese abanico, no porque no quiera ni porque no me guste, sino porque decido que mi espectáculo, que mi producto, se visualice. Por eso estoy muy atento al público, atento a las críticas, y soy una persona que me critico también, que no me conformo hasta tener un espectáculo que yo considere que me permita trabajar. Yo necesito, más allá de lo artístico, armar un producto que me permita vivir del teatro.
-¿Y el público acompaña?
-Obviamente que estas crisis nos llevan a nosotros a tener un momento más creativo, pero me enoja, me molesta algo: no es que se pierda el público, sino que el público hoy tiene otras prioridades y es correcto, es correcto que tenga otras prioridades. Lamentablemente es correcto, porque el teatro debería estar presente, cualquier expresión artística debería estar mucho más presente.
Cuando le preguntamos cómo sigue su trabajo de acá a fin de año, es cauto: “Vamos a ver qué va sucediendo. Yo no voy a dejar de trabajar, ni de escribir: continuaré”, reflexiona, como si tuviera presente la famosa frase: “La función debe continuar”.