Daiana Ruiz, la bailarina mendocina de proyección internacional: “Entrar al Stuttgart Ballet fue un sueño”

Comenzó a bailar a instancias de su madre, también bailarina, a los 3 años y su carrera se proyectó más allá de lo imaginado. La historia de esta mendocina que cumple un sueño a cada minuto de su vida

Daiana Ruiz, la bailarina mendocina de proyección internacional: “Entrar al Stuttgart Ballet fue un sueño”
Daiana Ruiz

Daiana Ruiz es una bailarina mendocina cuyo éxito en el exterior parece no tener fin. A sus 33 años pasó por el Ballet del Teatro Colón, el Ballet de Londres y actualmente se encuentra desarrollando su carrera en el Stuttgart Ballet de Alemania. Sus inicios se dieron en el estudio de baile de su mamá, La Bella Durmiente, que formó justamente para poder enseñarle a su pequeña hija los primeros pasos de la danza. A los pocos años y por un hecho casi fortuito, tuvo la oportunidad de probarse en el Ballet del Teatro Colón y tras años de trabajo logró establecerse en Buenos Aires como profesional. Lo increíble es que esto ocurrió cuando solo tenía 12 años. A partir de allí, su carrera no paró de crecer.

Por estos días se encuentra en nuestra provincia visitando a su familia por un motivo especial: La escuela de danza de su madre cumple 30 años y lo festejó anoche con una gala en el Teatro Independencia, en la cual Daiana participó como bailarina.

Daiana Ruiz
Daiana Ruiz

Volviendo a sus inicios, cuenta que su mamá -también bailarina- quería que ella comenzara a conocer el mundo de la danza clásica, sin embargo, en todas las academias existentes en ese momento la condición para ingresar era que tuviera 8 años. Daiana apenas llegaba a los 3. “Ahí es cuando ella toma la iniciativa de empezar a enseñarnos y armó el primer grupo que era entre vecinos, primos y mi hermano. Así arrancó esta aventura”.

El hecho de que desde tan corta edad pudiera dedicarse a la danza, acompañada además de su familia que entendía las exigencias de una profesión que no tiene horas de descanso, para Daiana el futuro aparecía muy prometedor. Pero también hay un elemento esencial: el talento.

“Esos años fueron maravillosos porque creo que fue lo más lindo que pudimos lograr como relación con mi mamá”, recuerda, aunque aclara que en la academia no había favoritismos por ser la hija de la maestra.

Cuando tenía 10 años, Daiana acompañó a su mamá en un viaje a Buenos Aires. “Ella iba a una capacitación para maestras en el Teatro Colón, y estaba justo el curso de verano de los chicos de Colón, que era para los más grandes, pero al final me terminaron aceptando porque yo era muy alta”. Al finalizar el curso de verano, le sugirieron a su mamá que la presentara para la escuela de danza del Teatro, y quedó elegida. Sin embargo, siendo tan chica, debió esperar un año más para poder viajar e instalarse sola a vivir en Buenos Aires. “Fueron años bastante intensos y duros para toda la familia porque yo tenía 12 años y estaba sola en Buenos Aires. Mi mamá viajaba cada 15 días, estaba conmigo y luego se volvía porque mi hermano también era chico.

Dos años más tarde, en plena adolescencia, en un viaje a Mendoza y luego de disfrutar con su familia, decidió que no seguiría bailando. Renunció al Colón y se quedó con su familia. “Me duró re poco, a la semana quería ir a tomar clases. Así que luego de un año decidí volver a rendir el ingreso al Teatro Colón. Fue una decisión super difícil para toda la familia y también para mí porque yo sabía que quería bailar, pero a la vez sabía que quería estar con mi familia”.

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El segundo examen de ingreso a la Escuela del Teatro Colón era mucho más exigente. “Yo iba a rendir para entrar al quinto año y son todas las materias libres que tienen de primero a cuarto. Fue una locura prepararme para ese ingreso porque necesitaba tomar clases de música, francés, anatomía y un montón de materias extras”.

A poco de ingresar la convocaron como refuerzo para trabajar en el Ballet Juvenil. “Yo tenía nada más que 16 años, y normalmente llamaban a los chicos de 18″, recuerda, y agrega: “Ya estaba trabajando con la Compañía en la mañana, obviamente iba a la escuela del Colón, luego salía y me iba al colegio normal, y luego al salir iba a los ensayos con el Ballet Juvenil. Y luego cuando me llamaron del Ballet del Colón, tuve que dejar el colegio porque el Ballet ensayaba en esos horarios. Tuve que rendir el colegio secundario libre”, agrega.

Daiana Ruiz
Daiana Ruiz

Luego de esos años de formación, en los que Daiana -cuenta- se levantaba a las 6 de la mañana y terminaba de ensayar a las 22, llegó una gran oportunidad. “Cuando terminé la escuela me dieron un contrato para integrar el cuerpo de baile. A los pocos años participé de una audición para pasar a ser bailarina estable. Éramos más de 150 bailarines participando, y entré”, recuerda emocionada.

Gracias a esa oportunidad, comenzó a tomar roles de bailarina solista, tras lo cual fue observada por un maestro del Royal Ballet de Londres, Inglaterra, que le propuso viajar a Europa. “Así fue que hice un viaje de un mes por distintos lugares: Francia, Ginebra, Stuttgart, -que es donde trabajo actualmente-. En aquel momento pedí permiso para tomar clases allí, yo admiraba ese ballet, que es muy famoso por el coreógrafo que lo fundó, John Cranko. Luego de tomar clases, el director me dijo ‘quiero darte un contrato ahora mismo’, y fue como un sueño”.

Daiana Ruiz
Daiana Ruiz

Así fue como, sin proponérselo, Daiana terminó viviendo en Alemania, tras volver a Argentina para renunciar al Teatro Colón y organizar su vida, en tan solo un mes, para emigrar. “Recién pude darme cuenta de todo eso cuando estaba en el avión”, sostiene.

Al llegar, no conocía el idioma ni cómo moverse en la ciudad. “Tuve la suerte de que la gente en Stuttgart es muy amable, ayuda mucho y es como una gran familia. Eso es algo muy valorable”, concluye.

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