Crisis, crisis y más crisis. Prendés la tele y los graphs son lapidarios: “nuevo aumento”. Ya no importa de qué, todo aumenta y llegar a fin de mes es un deporte extremo. Pero en este panorama, para muchos desolador, hay un fenómeno que llama la atención. Podríamos llamarlo “fenómeno sold out”, si tuviésemos que ponerle un nombre.
Pese a la crisis, los espectáculos se llenan y los artistas tienen que agregar fechas. En nuestro país, Coldplay cerró 10 fechas en el Estadio de River, marcando un récord de presentaciones de bandas internacionales. Tini también, cuando vino a Mendoza agotó la fecha que se iba a presentar y debió agregar dos noches más.
¿Qué pasa? ¿Por qué la gente elige pagar una entrada para ver un show de una noche y después se queja de que no llega a fin de mes? Hace poco se viralizó una chica en TikTok que explicó de una manera clara cómo ven las cosas los jóvenes.
“Es como que ninguno de nuestros gastos tiene sentido alguno. No sé, como que yo a veces pienso y digo: ‘Che, es un delirio lo que estoy haciendo, lo que estoy gastando’. Pero después me pongo a pensar, si tampoco es que gano una fortuna”, admitió la joven en el video que se hizo viral.
“O sea, como que ya fue, me la deliro en el disfrute y listo. Total, lo que gano no me alcanza para nada, no me voy a hacer una casa”, agregó y les preguntó a sus seguidores: “¿No les pasa eso? Como que siento que se prende todo fuego, pero a la vez nos chupa todo un hue...”.
Quisimos ir un poco más allá y consultamos con la economista Paula Pía Ariet que nos dio su punto de vista de una manera clarísima. “Mi percepción de esto, de ‘por qué gasto tanto o más de lo que gano o el total de lo que gano’, tiene que ver con esta percepción de ‘no tengo o no siento que haya un futuro’. Lo mismo que puede plantear un Estado o una empresa que no ve que haya posibilidad de largo plazo y piensa ‘para qué voy a invertir si no sé si voy a generar ingresos futuros para poder recuperar esa inversión’. Bueno, lo mismo pasa a las personas que piensan que no van a poder llegar a generar un bien mayor, no van a poder comprar una casa o un auto, por ejemplo, y dicen ‘me gasto todo lo que tengo, si total, guardar la plata no tiene sentido’ porque no hay percepción de que el dinero guardado en pesos mañana vaya a valer lo mismo.”
A esta mirada un tanto apocalíptica, y no de Ariet, del mundo, se contrapone otra que parte del apocalipsis y que deja como enseñanza algo así como “la vida es hoy y hay que disfrutarla”.
La neuropsicóloga Cecilia Ortiz lo explica en otros términos. “Hay diferentes variables que intervienen (en este fenómeno que llamamos sold out), una tiene que ver con la pandemia o el aislamiento que hizo que estuviéramos mucho tiempo encerrados. Ese tiempo encerrados en algún punto, nos hizo valorar el tiempo afuera. Nos enseñó a que quizás hay que valorar un poco más el pasarla bien”.
Para hacerlo más ilustrativo, Ortiz recurre a un ejemplo bastante gráfico. “Es como cuando abrís un dique y sale agua para cualquier lado. Es un poco ese efecto. Tanto encierro, tanto aburrimiento, tanto pasarla mal, de repente la posibilidad de hacerlo sin límites de nuevo hace que uno valore ese gustito desde otro lugar”.
“Lo que nos enseñó la pandemia es también a valorar el momento” agrega Ortiz. Sobre este punto, las generaciones más grandes critican a los jóvenes por no tener esa proyección de futuro con la que ellos se criaron. ¿Cómo te vas a gastar tanta cantidad de plata en un “gustito” y no vas a guardar para más adelante? Este planteo es una constante en personas de más de 60 años. Una respuesta posible es que a golpes de realidad, no se sabe qué va a pasar. La pandemia nos mostró que no hay certezas. El loop de crisis económicas, lo mismo.
“Dentro del contexto económico y político en el que estamos viviendo, que es todo el tiempo, tensión, tensión, tensión, la gente necesita espacios de distensión. Yo creo que son necesarios esos momentos de nada, de extendernos, de pasarla bien, de protegernos un poco frente a tanto conflicto y tantas cosas negativas que anda dando vueltas por ahí” concluye la profesional.
En este análisis es necesario correr la lupa y mirar el fenómeno desde otro ángulo. Hasta acá lo vimos desde el consumidor, pero ¿qué pasa con los empresarios? ¿Este “sold out” significa una época de mieles y prosperidad?
Diego Villafañe es el titular de Power Play, una de las productoras de espectáculos más grande de la provincia y su aporte es fundamental. Efectivamente, él reconoce que la gente sale más a los shows, pero a qué costo para el productor. “La crisis está dejando un problema gravísimo” explica Villafañe.
“Vos ves shows llenos, pero no hay rentabilidad y pasamos a trabajar a pérdida” reconoce el productor y agrega, “nos encontramos con los aumentos y no podemos actualizar los precios de las entradas, entonces quedas desfasado desde cuando saliste a la venta al día que se hizo el show”.
Según Villafañe, la crisis golpea todos los rubros de la industria: transporte, hotelería, en la técnica. Todo aumenta y ellos nos pueden actualizar el precio de las entradas. Con respecto a los nuevos shows, “si nosotros quisiéramos poner los precios para que nuestras planillas fuesen rentables, las entradas deberían valer el doble de lo que valen. Muchas veces asumimos el costo de no aumentar tanto y de que el negocio sea más chico para que la gente pueda acceder”, sostiene el productor.
“Ya a esta altura del año se ha vuelto insostenible poder mantener un nivel de precios. Hoy, una entrada para cualquier show debería valer 8 mil pesos la más barata y entre 15 y 16 mil la más cara” se sincera Villafañe.
El panorama, en este sentido, es poco alentador. Según el productor, se viene un momento de reajuste de entradas y ellos como empresa están analizando no golpear tanto el bolsillo de la gente para que las sillas de los shows no queden vacías.
¿Qué ira a pasar con la industria del espectáculo? Nadie lo sabe. Dos caras de un fenómeno que llama la atención. Crisis en las calles, teatros o salas llenas. La gente necesita y quiere salir. Los empresarios se ajustan.