Era cuestión de tiempo para que se volviera a hablar masivamente de Cris Miró (1965-1999), y se volviera a escuchar su nombre en los medios, esos que supo en vida transitar con tanta inteligencia felina, en recordadas participaciones en la mesaza de Mirtha y el living de Susana. Ahora, 25 años después de su muerte, la serie “Cris Miró (Ella)” muestra sus penas, felicidades, vida y muerte, en Flow y TNT.
La producción se suma a esas biopics que absorben las anécdotas de una época para esculpirnos un personaje central. Sucedió, con más o menos éxito, con “Monzón”, con Maradona, con Coppola... Y ahora llegó el turno de ver desfilar a los dueños de la noche porteña de los ‘90, siempre en torno a esa verdadera escultura que fue Cris Miró sobre el escenario. Imagínense el jugo que le sacan los directores Martín Vatenberg (también creador) y Javier van de Couter (“Mia”, también de temática LGBT+) a las situaciones.
Pero no hay que desviarse, pese a que la vertiginosa noche porteña magnetice a los espectadores: Cris Miró es la vedette del relato, y es interesante ver la serie porque nos permite entender cómo era ser trans en una época marcada por la discriminación, la segregación y el estigma del HIV. La serie abrirá la cabeza de más de uno.
“Cris Miró (Ella)” logra poner en dimensión su importancia, como la primera mujer trans en pisar el Maipo, con “Viva la revista”, recordada producción de Lino Patalano que sirvió para renovar ese género. Y aunque su paso por los teatros de la Avenida Corrientes fue fugaz, dejó huella y legado. “Yo tengo que ser la primera travesti con conchero y plumas de la calle Corrientes”, dice en una de las escenas icónicas de la biopic. Y lo logró.
La serie, compuesta de ocho episodios de más o menos media hora de duración, peca de encandilarse demasiado por lo anecdótico, aunque también tiene dos fuertes columnas que la sostienen: el guion, basado en el libro “Hembra, Cris Miró, vivir y morir en un país de machos” del periodista Carlos Sanzol; y la actuación rutilante de la española Mina Serrano en el papel de Cris Miró. Junto a ella, también están en el elenco dos grandes como Katja Alemann, en una estupenda actuación como su madre, y César Bordón, en el papel del padre.
La materia prima sobre la que trabaja la serie está bien enfocada. “Creo que Cris Miró es un símbolo de los 90′ en Argentina”, le dijo a este periodista Sanzol en 2017, cuando visitó Mendoza para presentar el libro. “Me parece que fue una de las personas que conmocionó, que rompió la manera de pensar, porque empezamos a pensar que había otros cuerpos. También, de alguna manera, ‘educó’, porque empezó a poner en la agenda pública el tema trans”, reflexionó. La serie también va en dirección de plasmar este legado.
Se sirve, sí, del impresionante parecido físico de Mina Serrano. Los productores tuvieron que cruzar el Atlántico para encontrar a la actriz que pudiera hacer honor el reto, y no dudaron en elegirla: ella logra captar los sentimientos que pudieron haber tenido lugar en el corazón de la verdadera vedette, desde que dejó su nombre masculino atrás hasta que decide mantener oculto el diagnóstico del HIV y morir el 1 de junio de 1999 a los 33 años.
Serrano, quien se identifica con el género no binario, logró hacer carne propia la dramática vida de Cris Miró, y se sintió especialmente comprometida con visibilizar la dura realidad de las personas trans por aquellos años. Especialmente conmovedor resulta el momento en que ella decide “transicionar” y se encuentra con la resistencia de su familia, especialmente su madre.
La ficha
“Cris Miró: Ella” (Argentina/2024). Creador: Martín Vatenberg. Dirección: Martín Vatenberg y Javier Van de Couter. Guion: Lucas Bianchini. Elenco: Mina Serrano, Katja Alemann, Marcos Montes, César Bordón, Agustín Aristarán, Adabel Guerrero. Ocho episodios. Disponible en Flow. Nuestra opinión: muy buena.
