Sergio “Coco” Gras es, tal vez, el famoso mendocino más reconocido. Su voz lo precede y su imagen copa las mañanas de la televisión, desde hace 13 años, en “Cada Día” por Canal 9 Televida, primero con Julieta Navarro y después junto a Majo Pérez Comalini.
Pero su historia de amor con la televisión viene desde hace muchos años y el oficio se nota. Ha tenido que ir creciendo con los cambios y su espíritu inquieto le hizo muy fácil el camino. Es locutor, conductor, periodista, profesor y actor de doblaje, algo que le fascina y podría pasarse horas hablando del tema.
Es un hombre que ama sin medida, amigo de sus amigos y querido por todos. En una charla íntima con Diario Los Andes, el “Coco” habla de él, de sus pasiones, del futuro, pero se detiene a reflexionar sobre sus afectos y la importancia de estar para los que queremos.
-¿Hace cuántos años que estás haciendo televisión?
-Concretamente, haciendo televisión empecé en el año ‘90 o ‘91. Primero en cable y en el año ‘95 empecé a incursionar en televisión abierta con un proyecto propio, que costó muchísimo que nos creyeran, a mí y al equipo que me acompañaba que no estábamos jugando a hacer televisión, sino que queríamos hacer televisión y aprender cada vez más.
-¿Se puede decir que estamos ante el mismo Coco de siempre con mucho más oficio, o hay otro Coco, hoy, en la tele?
-Las dos cosas. Soy una persona con mucho oficio, que puedo salir a resolver más rápidamente, o de manera más eficiente las pruebas que se presentan, y, también, está este otro Coco que ha resultado ser un poquito más suelto, y logró salir de aquellos cánones, aquellas ataduras del comienzo. Yo vengo de una tele muy firme, muy rígida, con absoluta prolijidad, con todo demasiado guionado y en donde hablar de temas serios significaba ponerse demasiado serios. Justo cuando empiezo a incursionar en la tele, empieza todo un cambio, con mucha más soltura y apostando a nuevos contenidos. Hoy en día me doy ciertos permitidos porque la televisión y el público lo permiten.
-¿Siempre supiste que este era el camino, que te ibas a dedicar a la comunicación?
-Sí, fue como una convicción medio innata. Nunca tuve miedo a pensar que esto no podía ser lo mío, había algo, mezclado con intuición y con algunas características personales, que me decían: “vos tenés que ir por acá, si querés ser feliz o sentirte realizado es por acá”. En el medio hubo otras cosas, como la tentación de ser dibujante o la intención de dedicarme a otra carrera, pero sí, yo creo que la comunicación, y sobre todo por el lado de la tele, fue como un camino marcado no sé por quién ni por qué, pero muy marcado.
-¿Quiénes han sido tus grandes maestros a nivel profesional?
-En Mendoza, mucha gente ya venía haciendo televisión y mediante un encuentro fortuito o buscado por mí, me fueron diciendo, “ojo con esto, guarda con aquello, no te choqués con esta pared, mejor por acá”. Pienso en un Quique Echevarrieta, camarógrafo y director de cámaras. ¿Locutores? Un montón, hombres y mujeres. Me acuerdo de Patricia Barrientos y Jorge Torres. Ellos fueron como modelos iniciáticos, a quienes yo escuchaba, veía y aprendía. Pienso también en un Fito Suden, con quien somos, más o menos, contemporáneos. Después tuve la suerte de conocer a gente muy valiosa en el mundo de la radio y de la tele a nivel nacional, como a Juan Alberto Badía, que me enseñó que las cosas se hacen en equipo, y que el centro de atención no es el comunicador, sino lo que se quiere comunicar y cómo se lo quiere comunicar. Y esa fue una gran enseñanza para mí.
-Estás al frente de “Cada Día”, un programa que ya cumplió 13 años al aire. ¿Cuál crees vos que es el secreto de su vigencia?
-Primero, creo que ha habido un gran acierto en el laburo de producción, de todos los días, que ha tenido una mirada más largoplacista que cortoplacista, marcada sobre todo por Laura Mazzei, que es la productora general de siempre. El gran acierto de esta producción, que se ha mantenido y se mantiene tanto tiempo, es eso, es poder pensar que hay un trabajo en equipo, pero un trabajo mirando y escuchando mucho el televidente, por ahí, también, con momentos de intuición, pero leyendo mucho lo que va pidiendo la gente en cada época, en cada año transcurrido. Creo que ahí está el secreto, en la asertividad de la mirada de Laura, del equipo de producción que ha trabajado en el programa a lo largo de estos años, y de nosotros, como engranajes que forman toda la estructura. También es fundamental la cadena de confianza, en esa red que no siempre se da, en la que para que uno brille tiene que haber otro que sostenga, y que esa ayuda sea mutua.
-Saliendo de lo profesional, ¿qué hay detrás del Coco que sale todas las mañanas en la tele? Sos un hombre muy celoso de tu vida privada y muy cuidadoso de tus afectos, ¿podemos saber qué haces cuando se apaga la cámara y salís del canal?
-(Risas) Soy una persona muy celosa de mis afectos y que ha aprendido con el tiempo, con algunas piña también, que lo más importante es sostener lo que te sostiene. Para mí es fundamente sostener a la familia que es, generalmente, el refugio cuando todo lo otro puede estar patas para arriba. Soy muy defensor de la amistad, tremendamente defensor de los amigos y de las amigas. Soy una persona que lleva la bandera de la esperanza desde que se levanta hasta que cierra el día, tratando siempre de ponerle el mejor humor a lo que hace. Soy una persona que quiere mucho lo poco que tiene, entendiendo que es un montón, también, lo que se tiene. El otro día, justamente, un amigo me dice “somos ricos” y yo lo cuestioné. Estábamos en el Parque San Martín comiendo un sándwiches, un mediodía cualquiera, con el fresquito en la cara y me dice “pensá que a la vuelta de todo esto están los problemas, la rutina, las deudas, los proyectos que nos salen, pero este rato nos hace ricos”. Puede pasar por “filosofía barata y zapatos de goma”, pero realmente uno tiene que aprender a valorar esas cosas que nos hacen ricos en la vida, en el día a día. Yo valoro el día a día y el minuto a minuto.
-¿Cómo ha sido y es tu relación con la gente?
-Me marca muchísimo el respeto y el cariño que tiene la gente. A veces miro videos que tengo de archivo y digo: “cómo me ha bancado la gente, cómo me ha perdonado un montón de errores y cómo me ha dejado crecer”. Entonces, ¡cómo no devolverles ese cariño de la hora inicial! Creo que si el respeto y el cariño que me muestra la gente, que es un montón y algunas veces me cuesta creer, responde al respeto que yo he tenido por lo que hago y ese intento diario de ser auténtico, es misión cumplida.
-Te queda muchísima carrera por delante, ¿te imaginás quedándote en televisión o tenés otros tipos de proyectos en el futuro?
-Siempre tengo proyectos para hacer en la tele, que cada tanto reviso, refloto y ajusto; tendría ganas de hacer radio, pero todavía no encuentro el formato en el que me sentiría cómodo. No descarto la posibilidad, algún día, de escribir. Tengo muchas hojas sueltas, tengo alguna que otra poesía, algún que otro cuento... Es algo que me gustaría cuando se calme un poco todo este ruido laboral diario y me encuentre más con mis hojas en blanco y lápices que tengo en un lapicero para cuando llega la inspiración.
-Estamos en una época de fiestas, de balances, de encuentro, ¿cómo te pegan a vos las fiestas y qué es lo que rescatás?
-A mí me pegan bien las fiestas. Con el tiempo aprendí a entender cuál es el sentido de las sillas vacías, las personas ausentes y el valor de la gente que te rodea, que hoy está, cada uno a su medida, con sus ritmos, con lo que puede entregar. Para mí es un tiempo de no exigirse demasiado en nada, de no sobreactuar, de darle continuidad a ese cariño de todo el año y de quedarte, un poquito más, abrazado al otro, haciendo entender que vos estás y esa persona está para vos. Las fiestas son sinónimos de un abrazo sincero, de que el otro vea, realmente, que uno está ahí y no está en otro lugar. Después el tiempo dirá, pero en ese momento, estamos ahí, en cuerpo presente, con las personas que queremos.