Marcos tiene 48, un título de abogado colgado en la oficina del centro de Mendoza y un ticket para un festival comprado desde hace medio año. Fue al Primavera Sound, Parque Sarmiento, Buenos Aires, con su mochila cargada de recuerdos. Como el de aquellas mañanas en el colegio secundario, con el pelo elevado con gel, rimmel, y unos auriculares que bramaban “Boys Dont Cry” o “Close to me”.
Ese adolescente tenía sobretodo negro en verano, olor a pucho y un walkman con un TK60 escrito con lapicera. “The Cure”, decía.
Un cassette que entregaba los mismos sonidos que este que brindó ayer Robert Smith, tan elegantemente sombrío como ayer, en un show de dos horas y medio a puro hit, virtuosismo escénico, atmósferas pesadas, una voz intacta y los fraseos góticos de una banda que inspiró a toda una generación.
El festival que incluye durante las tardes de este fin de semana a monstruos del rock como The Cure, Blur, Pet Shop Boys, Beck, se convirtió en un verdadero oasis para la generación X. El Taylor Swift de la mediana edad, en términos de movilización de sentimientos. Cincuentones que llegaron en masa al predio de las afueras de Baires para reencontrase con sus ídolos, su música favorita. Su tiempo.
Pero anoche, la primera jornada, tuvo una estrella excluyente (más allá de las grandes apariciones en los diferentes stages de El Mató a un Policía Motorizado y el nóbel Dillom, los ya consagrados conociendo a Rusia y los mendocinos Mi Amigo Invencible bien temprano). Y ese señor es Robert Smith, quien con su banda viene tocando casi tres horas en diferentes escenarios del mundo, y colgándose la cocarda de “mejor show del planeta”, tal como apareció en varios anuarios rockeros de 2022. Roberto, como le gritaban sus fans argentinos, se cantó todo.
The Cure arrancó muy puntual a las 22, ante 55 mil personas, para darle púa a su asfixiante “Alone”, a la que seguirían una batería de hitos inoxidables. Alternaron “Picture of you” o “High”. La fiesta vampírica, sin prisa pero sin pausa, entregó escenas como la de Robert Smith sonriendo cada vez (y solo) cuando “el mejor público del mundo” entregaba esos coros de “oh” y “olé, Robert, Robert”. Saco negro, hombreras, un sol amarillo con los labios pintados en la remera. Y todo el look de siempre, maquillaje dark y esa cabellera con la permanente ocupando espacios.
El escenario Heineken, enclavado en el centro del predio, estaba escoltado por grandes pantallas, bajo un cielo estrellado surcado por drones que como mosquitos filmaban ese bacanal de hits: “A forest”, “In between days”.
Parte del público lució sus galas góticas, sus raros peinados viejos, y un maquillaje no a prueba de ese calor intenso.
Los emos también merecen dosis de energía pura: el final fue a puro vértigo, con los éxitos que pusieron a esta agrupación que nació en 1976 en el mismísimo Salón de la fama del Rock en 2019. “Friday I’m in Love”, “Close To Me”, “Why Can’t I Be You?” y “Boys Don’t Cry” cerraron esta fiesta oscura, filosa y bella.
“Nos vemos pronto”, se despidió Robert, quien suele cumplir. Nos visitó en 1987 y en 2013, reforzando un lazo indestructible con esta parte del mundo.
En definitiva, el Primavera Sound, a puro vendaval sonoro espeso emocionó a los argentinos dark… hasta las lágrimas. Hasta las lágrimas negras.
No solo Generación X
El Primavera Sound tuvo su espacio para todas las edades en los cuatro escenarios desplegados a lo largo del Parque Sarmiento.
En el stage Nobody is Normal (nombrazo) alternaron djs como Kezla o talentos a puntos de explotar como K4, Pacífica o Akim 88. Y en el denominado Primavera, antes del plato fuerte de los británicos, Dillom supo agitar a las masas sub 21. Hasta se animó a honrar a Charly García con “Nos siguen pegando as bajo” (a propósito, durante la tarde Conociendo a Rusia no quiso ser menos y propuso un bello “Rezo por vos”).
El festival también tuvo un representante mendocino. Cerca de las 15.30 del sábado tocó Mi Amigo Invencible.