Cecilia Carreras expone en el ECA: la vitalidad de una artista en transformación

En “Habitar la piel” se manifiesta el devenir de su producción en los últimos meses, marcados por la experimentación, la reflexión en torno a su obra y una residencia en Buenos Aires que la llevó a nuevos horizontes estéticos.

Cecilia Carreras expone en el ECA: la vitalidad de una artista en transformación
Cecilia Carreras expone hasta el 23 de noviembre en el ECA.

¿Qué puede desatar, en una artista cuyo eje de trabajo es la cotidianidad, hacer una residencia en un lugar nuevo? Quizás la asimilación, la observación, la familiarización, la búsqueda en ese ámbito de los temas que más resuenen en ella... Pero, por sobre todo, la experimentación. Ese nuevo impulso creador es lo que se ve en “Habitar la piel”, muestra de Cecilia Carreras (@cecilia.carreras) en el Espacio Contemporáneo de Arte Eliana Molinelli. Bocetos, estudios (muchos) sobre distintos objetos, collages, bordados, arcillas y hasta una instalación: la primera de la artista, nacida en Capital Federal pero adoptada por Mendoza hace tres décadas.

‘Habitar la piel’ es un ensayo visual de la artista Cecilia Carreras, quien propone un recorrido por su obra a través de una temporalidad que se retroalimenta. La obra y la vida íntimamente imbricadas en un sistema de relaciones que se nutren mutuamente: el paso del tiempo, el cuerpo en ese proceso, el gesto, los estados de ánimo y lo sensible”, definió Carolina Rodríguez Pino, quien es curadora junto a Egar Murillo.

En esta muestra, que podrá visitarse hasta el 23 de noviembre (día en que habrá una intervención de danza en la que participará la propia artista), “hay una búsqueda de los procesos creativos, y en ese proceso creativo está el ensayo y el error, hay una búsqueda de una narrativa”, reflexiona Carreras con Los Andes, mientras recorre el montaje en círculo de la sala principal del ECA.

La muestra de Cecilia Carreras.
La muestra de Cecilia Carreras.

Una parte de la muestra, desbordante de piezas y de vitalidad, está formada por obra producida en una residencia artística que hizo este año en Buenos Aires, con Tulio de Sagastizábal, en el marco de la primera edición de las Residencias Estación Guerrero. Allí está su característico trazo expresionista, ya sea en lienzos de gran formato o en bocetos pequeños. El perro de la casona, las plantas del patio, la cama donde durmió, la atmósfera de un barrio de Palermo que está perdiendo su patrimonio arquitectónico por el voraz avance inmobiliario. Cecilia se dejó impregnar por todo ello, y a la vez se animó también a salir del espacio íntimo, que es un eje de su obra, incorporando el afuera. La actitud más decidida fue salir a buscar retazos de carteles publicitarios de la vía pública, para pegarlos en sus pinturas.

La producción que surgió de esas semanas fue enorme, y lo puede comprobar todo aquel que visite “Habitar la piel”. Pero además de esa obra fervorosa, también volvió con inspiración a Mendoza: el tema de la cama lo trajo de la residencia, y motivó una serie de lienzos (y linos) en gran formato. La representación del espacio, las sábanas, el mobiliario, las formas antropomórficas y la figura insistente de una lámpara nos llevan nuevamente a lo cotidiano, como si la residencia hubiera también inoculado la nostalgia por su espacio más íntimo, que es el lugar donde se duerme. “La cama es tan íntima como los procesos personales”, define.

La instalación que es el centro de la muestra.
La instalación que es el centro de la muestra.

Esa tensión entre lo propio y lo ajeno, lo interno y lo externo, habla de un momento bisagra en la obra de Cecilia Carreras. Ella misma lo admite, y también Egar Murillo: “El estilo o una imagen que hace a un artista, conlleva siempre el límite a una definición determinante y no puede ser subvertida. Cecilia Carreras supera esta determinación para abocarse a la heterogeneidad de técnicas y pensamientos para crear un mundo muy personal”, escribió.

El cambio empezó a darse unos meses antes de viajar a Buenos Aires, de hecho. En 2023, empezó a trabajar con el acompañamiento de Murillo, artista visual mendocino referente del arte contemporáneo. “De ahí vengo trabajando con diferentes materiales y diferentes soportes, donde hay un cambio en mi trabajo. Así que hay diferentes técnicas, y empiezan también a aparecer otros objetos, empieza el trabajo con diferentes tipos de hojas de papel, diferentes materiales”, explica Cecilia sobre ese trabajo, plasmado en la serie de las máscaras (algunas de ellas expuestas también).

En ese marco es donde irrumpe la tercera dimensión. En su primera instalación, que ocupa el centro de la muestra, observamos una cama (rescatada de un volquete) intervenida con telas y yeso, un acolchado de sus padres, fotos familiares, bordados y pequeñas arcillas. “La cama representa algo que irrumpe y sale hacia afuera. Hay como un deseo del cuerpo, una necesidad mía de salir. Es interesante hablar de que se trate de una cama, porque es la parte final de este trabajo”, y así conecta con la serie de pinturas sobre la cama.

La muestra de Cecilia Carreras, en el ECA.
La muestra de Cecilia Carreras, en el ECA.

Pero hay también una transformación más profunda, que tuvo que ver con construir ese sueño que es Aristóbula, su taller-espacio de arte, ubicado en la sexta sección. “Creo que tenerlo también significó una bisagra, que marcó un antes y también un después. Fue como si mi propia obra también se expandiera. Hay un viraje hacia enfrentar nuevos desafíos y cambios, donde permanentemente estoy pensando nuevas cosas y fijándome de no estar en una zona segura. Y el día a día es increíble, porque vivo en el mismo espacio donde tengo el taller, donde trabajo todo el día, pero aparte cuando transito el espacio y la galería siempre veo obra de otros artistas y se produce algo muy mágico. Con cada muestra wn Aristóbula es como si yo entrar en otro lugar, otra casa”, se sincera.

Es un gran regalo. Me siento muy afortunada de poder tener el espacio y poder convocar artistas y que se arme algo tan mágico en este lugar”, completa.

Otro elemento importante en su obra es la danza, una disciplina que explora cotidianamente desde su sensibilidad más genuina. La danza coronará la muestra el próximo 23 de noviembre, decíamos, pero también está presente en la video instalación que muestra su trabajo, hecha por Ariel Larriba.

Otras muestras en el Eca

También se expone “El objeto de mi vida”, una muestra a cargo de estudiantes de cuarto año de Diseño Gráfico de la Facultad de Artes y Diseño de la Universidad Nacional de Cuyo. Esta es una exposición de afiches confeccionados por alumnos en el marco del diseño emocional. Los trabajos muestran el vínculo que une a las personas con sus objetos.

Por otra parte, en la sala Resurgir se expone “Archivo, identidad y territorio” a cargo de Pablo Pappalardo, Fabiana Pereira y Rosana Quiroga. En esta muestra los artistas vinculan sus obras en torno a los conceptos de archivo, identidad y territorio, pensados como un eje en común. Los tres trabajan y articulan las experiencias desde el campo artístico y docente, considerados inseparables en sus propias trayectorias.

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