Enojada por lo que acaba de ocurrirle, la mujer exclama “¡Me caigo y me levanto!”: ¿cuál es el valor de esta expresión?
El contexto me hace interpretar que se trata de una exclamación en que se mezclan la ira con la sorpresa por lo inesperado; sin embargo, el diccionario académico, que la registra como ‘cayendo y levantando’, nos dice que equivale a “con alternativas adversas y favorables, sin fijeza en lo bueno o conveniente”; además, la expresión puede referirse a los enfermos que, de cuando en cuando, van experimentando algún alivio o mejora.
¡Cuántas acepciones encierra el verbo ‘caer’, fuera de su significado básico! En efecto, cuando vemos sus primeros valores, nos encontramos con “moverse de arriba abajo por su propio peso”, “colgar, pender” y “perder el equilibrio”; lo advertimos en “Las botellas cayeron de la estantería”, “Un flequillo simpático le cae sobre la frente” y “Cayó estrepitosamente al piso”. En relación con la pérdida del equilibrio, puede asociarse a que se da con una parte del cuerpo en el suelo: “Algunos cayeron de espaldas, otros, de cabeza”.
El mal caer
Con valor negativo, son aquellas acepciones que asocian la caída con la desaparición o la ruina, como “En ese período, cayó el gobierno”. También, con el hecho de venir a dar una persona o un animal en una emboscada o trampa: “Caíste en el engaño urdido por esos sinvergüenzas”. Asimismo, puede dar idea de debilitamiento o disminución: “Siento que mis fuerzas cayeron y que ya no son las mismas de antes”.
Lo que acaece
En relación con los sucesos, ‘caer’ puede aludir a que les toca un determinado día o período del año: “No sé cuándo caen los carnavales este año”. Y, en relación con los astros, con el día y la tarde, ‘caer’ es “llegar el ocaso”: “Caía la tarde en una sinfonía de colores”. También el viento y el oleaje pueden ‘caer’ si disminuyen su intensidad: “Afortunadamente, el zonda empezó a caer hacia el mediodía”. En ese sentido, puede ser sinónimo de “fallecer, expirar, perecer, apagarse”: “Esas costumbres fueron cayendo conforme avanzaba el siglo”.
Si tomamos el participio ‘caído’, con su valor adjetivo, posee el significado de “abatido” e, incluso, “muerto”: “El empleado, después de los anuncios, está muy caído” y “Rezaron por los caídos en esa guerra”.
Del abanico de locuciones, extraemos ‘al caer de la pámpana’, como sinónimo de “al fin del otoño, al acercarse el invierno”; ‘caer bien’ significa “obtener buena acogida”; ‘caerle gordo’ es igual a “serle antipático, desagradable”; ‘caerse redondo’ equivale a “venir al suelo por desmayo o accidente”; y, si se dice que algo o alguien ‘está al caer’ significa que está a punto de llegar, sobrevenir o suceder: “La encargada del acto está al caer”.
Refranero
Entre los refranes, se destaca “Huir del fuego para caer en las brasas”, incluido por el Instituto Virtual Cervantes, en su Refranero multilingüe: la explicación es que “en ocasiones, uno trata de alejarse de un mal pasajero y topa con otro mayor”.
Asimismo, “Más vale caer en gracia que ser gracioso”, es una paremia en la que se contrasta como más valioso el hecho de impresionar alguien agradablemente más por su modo de ser, que por ser chistoso.
Si visitamos el Diccionario de americanismos, de la Real Academia Española, nos sorprende la gran cantidad de locuciones formadas con ‘caer’ en los distintos países de América, muchas de ellas desconocidas por nosotros. Así, por ejemplo, leemos ‘caer burros aparejados’, locución de la República Dominicana, con el significado de “llover mucho”; ‘caer como baraja’ significa, en Cuba, “morir muchas personas”; ‘caer chanchito’ equivale, en Chile, a “resultar alguien sorprendido en el momento de realizar algo indebido”; ‘caer en cana’, en nuestro país, en Uruguay, Bolivia y Perú, significa “ser alguien encarcelado”; ‘caer en la volteada/boleada/colada’ da a entender que “alguien es afectado injusta o equivocadamente por una situación o problema”; ‘caer parado’ tiene diversos valores, tanto en nuestro país, como en Uruguay, Venezuela y Colombia, pues equivale a “tener suerte una persona”, “salir con éxito de una situación arriesgada o difícil” y “resultar alguien simpático”.
Si se toma ‘caerse’, también hallamos multiplicidad de expresiones, tales como ‘caerse las alas del corazón’, que se usa para indicar que alguien pierde el ánimo a raíz de un contratiempo; ‘caerse las medias/los calzones’ va a señalar que alguien experimenta una fuerte sorpresa o impresión, ya de agrado, ya de desagrado.
Asimismo, la sorpresa, la extrañeza o la admiración pueden expresarse a través de la expresión ‘caerse para atrás’.
Metáforas
Valor metafórico encontramos en varias locuciones con ‘caerse’, como ‘se le cae la baba’, que demuestra la complacencia ante algo muy grato o la afición a una persona o cosa; también, ‘se le han caído las tejas’ indica que alguien ha perdido el cabello y está calvo; si de alguien decimos que ‘se le cayeron los brazos’ estaremos señalando que se desalentó o desmoralizó; por otro lado, si se afirma de una persona que ‘se le cayeron los pantalones’ significaremos que ella se ha acobardado ante algo; y la frase ‘a cualquiera le cae el sello’ es equivalente a que no importa el buen nombre de una persona, ya que siempre puede cometer un desliz que manche su reputación.
El universo semántico de ‘caer’ lo conforman aquellos verbos que, tomando esa base y agregando un prefijo, van a denotar significados relacionados con la idea inicial: ‘decaer’ es, en relación con una persona o cosa, “perder alguna parte de las condiciones o propiedades que constituían su fuerza, bondad, importancia o valor”; se explica este valor a partir de la unión de la base ‘caer’ con el prefijo ‘de-’, que da idea de dirección descendente; en su familia, hallamos ‘decadencia’ y ‘decaimiento’, entendidos ambos como la disminución o declive de algo; por su lado, ‘recaer’ y el sustantivo ‘recaída’ se entienden como el hecho de “volver a caer” por el concepto de reiteración expresado en el prefijo ‘re-’.
Y cerramos nuestra reflexión lingüística acerca de ‘caer’ con un proverbio ruso: “Caer está permitido, ¡levantarse es obligatorio!”.