Desde hace mucho tiempo se sabe que Carlos Alejandro Púrpura, por todos conocido como “Cachilo”, registra con su cámara, desde fines de los ochenta, personas, lugares, momentos…
Lo ha hecho en su Luján de Cuyo natal y en otros sitios del Gran Mendoza, como Maipú y la ciudad capital.
A ese empeño constante y sin fines de lucro hubo y hay un acceso a través de las redes, pero ahora casi un centenar de esas fotografías han quedado impresas en un libro titulado El corazón de los extraños, que plasmó con acertado diseño y formato la editorial porteña Arkian Gráfica. Las tomas, casi todas, son analógicas, o sea fotografía tradicional en contraposición a la digital. Las máquinas empleadas fueron una Asahi Pentax 500, al principio, y luego dos o tres Nikon.
El cronista gráfico tomó el nombre del volumen, El corazón de los extraños, de la canción de Charly García No me verás en el subte (1989), de esa parte que dice “(…) La llave que yo tengo puede abrir / tan sólo el corazón / de los extraños”. La llave en este caso es la cámara, “que abre el corazón de los fotografiados”.
“Cachilo” admite que no habría llegado a la edición papel, a todas luces costosa e inaccesible, de no haber mediado la financiación del empresario de la construcción Marcos Bragagnolo (44), mecenas de esta obra, a través de la fundación “Arquitectos del corazón”.
El libro tiene por tapa una doble página de dos niñas, hoy probablemente mujeres grandes, y en la que se observa también, saliendo de un negocio al músico Marcelo Rojas, un ex Markama.
A la vuelta de la hoja, la primera entrega es una foto espectacular del puente de hierro sobre el río Mendoza, ruta provincial 15, en una jornada brumosa.
Enseguida comienzan a aparecer las personas tomadas por la lente de “Cachilo”, en general seres anónimos, sorprendidos en sus barriadas o en el ya desaparecido Bajo de Luján. Pero, no faltan capturas de otros departamentos, como Maipú y la ciudad capital, representada por una curiosa toma del Hospital Central.
Después…la sucesión de personajes, algunos olvidados, como Fanohe (empleado municipal) o Mario Alberto Villafañe, “el Pájaro”, integrante fallecido de la hinchada de Luján Sport Club; otros más recordados, como el peluquero Serrano, el psiquiatra y médico legista José Enrique Marianetti, el canillita Antonio Stradiotto y su nieto Matías, la artista plástica Titina Contardi, Raúl “Rulo” Guerrero o el pediatra Andrés Pérez Rubia, en su consultorio, cuyo nombre se pide para el futuro hospital regional de la zona, en competencia con el de otro profesional, Alejandro Merlo.
La página 116 contiene una foto que parece tomada en un sector de Nápoles, con un primer plano del popular zapatero Hugo Cipolla, “Polito”, y la imagen de Maradona joven de fondo.
Una vidriera, de un antiguo almacén, ofrece un cartel con precios olvidados en peluquería: corte, $3, depilación igual valor y lo mismo para la tintura del cabello.
“Fotos que duelen…”
Hay muchas imágenes de niños, donde la pobreza es el trasfondo de rostros sonrientes o adustos, testimonio de mala alimentación y otras privaciones. Esta serie es abierta por un texto del escritor austríaco Peter Handke, “Cuando el niño era niño”.
La marginalidad y la miseria se adueñan de más páginas, con escenas en basurales y a orillas del río Mendoza. “Fotos que duelen —apunta el creativo— pero no las buscaba artificialmente, salían espontáneamente al apuntar con la cámara”.
La curadoría de la obra correspondió a las hermanas Alicia y Lucía Gabrielli, quienes tuvieron un arduo trabajo de selección porque el autor puso a su disposición un acervo de más de 500 registros.
La producción se completa con relatos de amigos, escritores y artistas, cuya secuencia se inicia con “La realidad, una ilusión consensuada” de Gonzalo Díaz Vera y sigue un texto del poeta Juan López. También comentan otros tramos del volumen, de 152 páginas, el músico Claudio Brachetta (“Los Favio)”, Hernán Cruz, Miguel García Urbani y Gonzalo Quevedo, quien exagera tal vez un poco, pero acierta a la vez, cuando dice: “Sin el ‘Cachilo’, Luján (de Cuyo) ya se hubiera perdido en el olvido del porvenir…”
De tal palo, tal astilla
¿Hubiera sido fotógrafo “Cachilo” de no haber tenido el padre que tuvo, Carlos Washington Púrpura, eximio ‘chasirete’ de los años ’70 y ’80, ¿quién también respondía al mismo apodo? Difícil saberlo. El destinatario de esa pasión por el arte sostiene que su padre influenció mucho, al igual que su madre, la docente Marta Pistarelli. Importan asimismo algunos maestros, como Fortunato “Nato” Stocco, Edgardo Galeano y Ángel Pescara. Se perfeccionó más tarde con Daniel Barraco.
Para sus tomas, Carlos Alejandro frecuentó casi siempre sin compañía distintos ambientes, algunos a los que no se hubieran animado entrar otros colegas. Casi nunca tuvo problemas, salvo una vez, en 2002, en que fue asaltado (en compañía del autor de esta nota), en la vereda del centro de salud del barrio Los Alerces (Carrodilla). Pero, en ese momento no estaba capturando imágenes y el equipo principal se salvó en el asiento trasero del auto en el que estaba, aunque le robaron otros implementos.
El libro se cierra con una cita de “Cachilo”, quien agradece a los habitantes de los lugares que recorrió y “que en su andar se convierten en mi instante de eternidad”.
La ficha del libro
Nombre:“El corazón de los extraños”.
Edición: Akian Gráfica, Caba.
Páginas: 152.
Lanzamiento: domingo 24, a las 20,
Usina Municipal de Arte (UMA), Sáenz Peña
y Taboada.
Presenta: Marcos Bragagnolo.
Curadoría: Alicia y Lucía Gabrielli.