Julio parece haber sido el mes para la nostalgia televisiva. La secuela “Pedro, el escamoso: más escamoso que nunca” estrenó en Disney+, y sus 23 episodios han catapultado al presente a uno de los personajes colombianos más recordados. Pero en otro servicio de streaming, también vimos el estreno de “Betty la fea: la historia continúa”, la esperada secuela del clásico que para el Guinness supo ser la “telenovela más exitosa de la historia” (Wikipedia dixit) y que ya estrenó por Amazon Prime Video. Los episodios, que serán 20 en total, están llegando a la mitad de temporada y ya permiten darnos una idea de por dónde va la historia.
A las dos secuelas las une la nostalgia y un gran desafío: hacer que las historias, cada una con su estilo de humor característico, latan en tiempo presente, superando la barrera del cambio de formato, del tiempo transcurrido, de los cambios de paradigmas en el humor (siempre al borde de la cancelación) y hasta de la manera en que han cambiado los consumos culturales gracias al streaming. Con tantos retos, quizás habría sido más prudente dejar a Betty y a Pedro en el olimpo del “fueron felices y comieron perdices”.
Pero no, las secuelas están aquí y, pese a sus puntos positivos y negativos de cada una, el balance para ambas es un pronto olvido. Ya ahora, a menos de un mes del estreno, ¿quién habla de ellas? Están lejos de ser un fenómeno como lo fueron alguna vez. Y la prueba es que cuando “Yo soy Betty, la fea” -la novela original- llegó a Netflix, en alta calidad, fue de lo más visto durante semanas. Miles de maratones. Vigencia total.
Probablemente el cambio más desfavorable fue el cambio de formato, porque al pasar de una tira diaria a un puñado de episodios se perdió la profundidad de ambos mundos narrativos. Un guion de 20 episodios está lejos de darnos el “mundo” que un fenómeno televisivo que duró 315 episodios, como “Pedro, el escamoso”.
Pero el ejemplo más patente es el de “Betty la fea: la historia continúa”. Los fanáticos de la primera hora deploraron que ahora abunden los personajes unidimensionales, de los que poco sabemos más allá del gag de turno. ¿Valió la pena revivir el “cuartel de las feas” (tres de ellas, en realidad) si apenas nos enteramos qué fue de sus vidas en los últimos 20 años? Tampoco ayudó que en el guion no haya tomado parte Fernando Gaitán (fallecido en 2019), quien fue el creador de la telenovela original y probablemente esencia de la historia.
Ahora, la secuela deriva entre situaciones empresariales en Ecomoda y la crisis matrimonial de Betty (la cautivante Ana María Orozco) y Armando (Jorge Enrique Abello), cuyo padre fallece en el primer episodio y desata así el conflicto de esta temporada. Por su fuera poco, la hija adolescente que tienen aporta poquísimo a la trama y odia a la madre.
El bello elenco de personajes que rodeaban a la pareja protagonista está casi deshumanizado y convertido en meras caricaturas, algo que a los fans les parecerá simpático pero que, en definitiva, resulta poco empático y completamente intrascendente. Quizás, al finalizar la temporada muchos se vuelquen a volver a ver la telenovela original, emitida de 1999 a 2001 por la señal RCN.
Ese mismo año, pero en otro canal colombiano, Caracol Televisión, comenzaba otro fenómeno: el de un antigalán mujeriego, interpretado por Miguel Varoni. “Pedro, el escamoso”, nunca llegó a tener la complejidad humana de “Betty, la fea”, una historia de autoestima y empoderamiento que borró barreras de idiomas y de tiempo. Por eso su secuela funciona mejor. Es más liviana, si se quiere.
Eso sí, ambas se ponen a tono con las mejoras en producción audiovisual, con decorados, sonido y dirección acorde al alto estándar de los contenidos de streaming. Aunque queda preguntarse si eso solo vale la pena para romper la magia de una buena historia.