Ya han dado comienzo los Juegos de la XXXIII Olimpíada en París, y uno de los temas frecuentes de conversación es el uso de suplementos –legales, aclaremos– por parte de los deportistas profesionales para tener la energía extra que les permita acceder a las ansiadas medallas.
Cada año surgen nuevos conocimientos y datos valiosos para optimizar y adaptar individualmente los efectos de esas “pócimas mágicas”. Y una de las conclusiones de estas investigaciones es que el consumo de bebidas energéticas (aquellas que contienen cafeína y taurina) ha aumentado en la última década, tanto entre adolescentes como entre atletas, para mejorar el nivel cognitivo y el rendimiento físico.
Una retahíla de efectos adversos
Aunque la evidencia que atribuye a estos productos una mejora del rendimiento deportivo es exhaustiva, también se sabe que no están exentos de riesgos: su ingesta se ha relacionado con problemas cardiovasculares producidos por la hipertensión, patrones de sueño alterados en adolescentes, agravamiento de enfermedades mentales, dependencia fisiológica y un peligro de adicción.
Además, su potencial de toxicidad puede generar taquicardia, arritmia, vómitos, convulsiones e incluso la muerte.
Tales problemas pueden aflorar en individuos saludables, pero afectan especialmente a las personas de alto riesgo, que incluyen mujeres embarazadas jóvenes, individuos sensibles a la cafeína, atletas competitivos y personas con enfermedades cardiovasculares subyacentes. Por añadidura, aún no se conocen las consecuencias de la ingesta crónica de altas dosis de cafeína y taurina en niños, adolescentes y atletas.
La importancia de la genética
En lo que se refiere a los deportistas, la eventualidad de que la ingesta de bebidas energéticas produzca efectos positivos o negativos se debe en gran medida a los factores genéticos. El “libro de instrucciones” que poseemos nos hace diferentes en todos los aspectos de nuestras vidas, incluso para ser un buen metabolizador de la cafeína, con la consiguiente mejora del rendimiento físico.
Sin embargo, muchos deportistas presentan los eventos adversos conocidos: nerviosismo, taquicardias, arritmias, vómitos… Es un aspecto que aún debe ser investigado a fondo, ya que los estudios realizados hasta la fecha son ambiguos o contradictorios.
Estas discrepancias se deben principalmente a la ya comentada influencia de la genética en los efectos ergogénicos o beneficiosos de la cafeína, particularmente cuando la correlación entre esta sustancia estimulante y el rendimiento atlético parece ser más evidente. Aún escasean los estudios que confirmen su efectividad en modalidades deportivas como el atletismo de potencia (100 m-400 m), el atletismo de medio fondo y fondo, el fútbol, el tenis, el balonmano y el ciclismo.
Abuso de la cafeína en el deporte profesional
En términos de rendimiento deportivo, se ha establecido que una dosis “efectiva y óptima” de cafeína debería estar en torno a 2-4 miligramos por kilo de peso (mg/kg). En cualquier caso, nunca se deben superar los 9 mg/kg con el fin de evitar la aparición de los efectos adversos.
Pero si nos ponemos a echar cuentas, muchos deportistas profesionales están ingiriendo cantidades mucho más elevadas. Un ejemplo son los ciclistas que participan en el Tour de Francia, que cada 20 minutos toman geles con hasta 50 mg de cafeína.
Ojo con la taurina
Al fijamos concretamente en las bebidas energéticas, no todos los estudios demuestran sus efectos positivos en el rendimiento deportivo, debido a la falta de consenso en los datos incluidos y el tipo de deporte (potencia o resistencia) que se examina.
Además, aparte de cafeína, ya hemos comentado que muchas de las bebidas energéticas contienen taurina, compuesto orgánico que en el cuerpo humano se encuentra especialmente en el sistema nervioso central, los músculos esqueléticos, el corazón y los ojos.
Aunque está clasificada como aminoácido, la taurina difiere de la mayoría de los aminoácidos en que no se incorpora a las proteínas. Y ahí está el problema: su uso de otras vías metabólicas. A causa de ello, un consumo excesivo puede provocar efectos adversos en los riñones, dolor abdominal y diarrea. Adicionalmente, está contraindicada en personas con hipertensión, problemas hepáticos, trastornos cardiovasculares y mujeres embarazadas.
En definitiva, se requiere más investigación para responder a todas las preguntas que suscita el consumo de las bebidas energéticas. El aumento del rendimiento físico también puede estar relacionado con alteraciones en el esfuerzo percibido, el tiempo de reacción, la cognición o el estado de ánimo, aspectos que pueden confundirse con los efectos positivos de tomar esos productos.
Y, sobre todo, es necesario crear un perfil genético centrado en el metabolismo de la cafeína para abrir nuevas líneas en nuestra comprensión de sus riegos y su influencia en la práctica atlética.
(*) Profesor de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (CAFyD) y Coordinador del Grupo Estable de Investigación “Deportistas de Élite y Alto Rendimiento”, Universidad Francisco de Vitoria (España).