Babasónicos abrió el sábado, apenas pasadas las 21.45, el show de presentación de su último disco “Trinchera” -grabado entre 2020 y 2021-, en el Multiespacio Cultural Lujan de Cuyo, como parte de su gira “Bye Bye Tour”, en un espectáculo muy esperado por sus fans luego de más de un año sin gozar de su visita, pero que terminó cerrando con sabor a poco.
La banda viene de presentarse con estrepitoso éxito en México, Buenos Aires (con dos Movistar Arena consecutivos junio, a los que le siguieron dos shows más en octubre), La Plata, Mar del Plata, Corrientes, Rosario y Bahía Blanca, y que continuará por Colombia, Chile y Uruguay, Alemania, Francia, España y EEUU.
Los puristas del sonido y los fanáticos saben que es una banda que suena maravillosamente bien en espacios cerrados, pero esto acota la cantidad de público. En este caso, el Multiespacio Cultural de Lujan de Cuyo cuenta con un amplio predio que permitió el ingreso de una gran cantidad de personas para escuchar a la banda en distintos sitios (había una terraza, un campo preferencial y el campo frente al escenario), pero además, se podía disfrutar del sonido -aunque levemente deformado- desde los food trucks o una suerte de “patio de comidas” que se encuentra en el lugar.
Así, quienes querían sentir la vibración de los parlantes en el pecho podían acercarse hasta el escenario y los que preferían bailar, tomar una cerveza o comer podían hacerlo desde las inmediaciones sin perderse el recital.
Luego de presentar varios de los temas del nuevo disco, la banda apostó por “Los Calientes”, “Putita” y “La lanza” para caldear la noche y hacer estallar los coros, a los que le siguieron varias de sus canciones más conocidas, para nuevamente dar lugar a los estrenos. Sin dudas, Dárgelos y su equipo conocen el timing escénico y lo manejan a la perfección, dando un show en el que las cadencias rítmicas y los detonadores estaban ordenados de modo tal que permitían la navegación controlada entre lo nuevo y lo conocido.
Dárgelos, con su look “gaucho indie pop” con el que se presenta desde hace varios años, no paró un instante de transitar el escenario, dando coherencia a la idea general de navegación musical, sin cortes ni sin charla con el público por lo que, excepto un escueto “gracias” cada tanto, el show fue un trance musical de principio a fin.
Si bien la puesta en escena apuntaba cien por ciento a la iluminación y una pantalla central -fue raro ver un recital sin pantallas laterales- los juegos de luces sumados a las proyecciones permitían enfocar toda la atención a los artistas milimétricamente sincronizados con esta puesta.
Cerca de las 22.30, cuando el show ya había transcurrido holgadamente más de la mitad, una suerte de “enganchados” hizo trepidar el piso con “Irresponsables” y fragmentos de “Como eran las cosas”, “Carismático”, “·Yegua” y “El colmo”. Estaba claro que el “Bye Bye Tour” estaba empezando a despedirse.
Los músicos saludaron, salieron del escenario y, sorprendentemente, se demoraron más de 10 minutos en regresar por el bis. El público no cedió y mantuvo el mismo nivel de cánticos esperando los últimos temas. Todo fue furor con el reingreso de la banda, que apenas tocó dos temas y se despidió definitivamente. El show en total duró menos de 80 minutos.
“Trinchera”, el disco
Como todos los discos de Babasónicos, este también lleva por título una sola palabra que, desde la lectura plurisémica, se aferra a una enorme cantidad de connotaciones. Sin embargo, teniendo en cuenta que fue grabado durante la pandemia y que debió esperar la apertura de los espectáculos para salir a la vida, “Trinchera” cobra un sentido aún más aguerrido y existencial. “A su manera, Trinchera es a la vez un disco hedonista y reflexivo. Así como “Mismos son mimos”, “Paradoja” y “Bye Bye” tienen la función de poner al baile como centro de acción gravitatoria, más adelante, el tridente ofensivo de “Mentira nórdica”, “Madera ideológica” y “Viento y marea” concentra el caudal introspectivo del disco”, dice La Nación.
Por su parte, Diario de Cultura se refiere al trabajo realizado en el disco como “un derroche vocal que se escucha en los diferentes registros, fraseos, efectos y matices. Es como si fueran más al hueso y ya no importaran ni las estructuras, ni los estribillos, ni las melodías, pero sí el afán por cantar. Una suerte de postmelodismo. Los timbres, las intensidades, las imbricaciones, todo planteado con un ludismo canchero. Babasónicos juega, seduce y se queja, todo al mismo tiempo”.
Mientras que la propia banda define el título como “un refugio del mundo actual, un paraíso etéreo donde la banda despliega todo su arte en un manifiesto de once canciones que combinan deseo, mitología, conciencia, existencialismo y banalidad”.