Apuntes para una historia de la Feria del Libro en Mendoza

Un recorrido por los orígenes de este evento, imprescindible de nuestra cultura.

Apuntes para una historia de la Feria del Libro en Mendoza
Manuela Mur (a la izquierda), gestora crucial en el nacimiento de la Feria.

Hoy finaliza en Mendoza el reiterado encuentro anual que con justicia ha sido calificado como una auténtica “fiesta” de la cultura y la literatura. La de esta celebración es una historia larga, aunque no exenta de algunos altibajos, y entonces surge la pregunta: ¿cuándo se realizó la primera Feria del Libro en Mendoza?

Quizás podría considerarse como un antecedente una noticia aparecida en los Cuadernos de Cultura de Cuyo N° 6-8, de diciembre-enero-febrero 1942-1943, acerca de “Cómo nació la Fiesta del Libro en Mendoza”. Allí leemos que “la FIESTA DEL LIBRO, que tiene lugar el 15 de octubre de cada año, nació para Mendoza en la Biblioteca Pública del Colegio de la Misericordia”, por iniciativa de Leonardo Napolitano, director de la biblioteca, “secundado por un grupo de damas mendocinas y hermanas [religiosas] del colegio”.

Se aclara a continuación que Napolitano “propulsó la idea hasta lograr para ella pública consagración el 1° de noviembre de 1926. Al siguiente año se fijó definitivamente el 15 de octubre como Día del Libro”. Se trataba, ciertamente, de una celebración puntual y no de una auténtica “feria” en el sentido que le otorgamos hoy, pero no deja de ser un antecedente valioso para la “prehistoria” de las celebraciones del libro en nuestra provincia.

Unas palabras sobre Leonardo Napolitano, a quien el artículo de los Cuadernos de Cultura de Cuyo recuerda como “un viejo periodista y escritor, que mucho ha hecho por la cultura pública de la Provincia. Napolitano nació en Mendoza en 1886 y falleció en la misma provincia en 1956. Fue fundador y director de revistas tales como La Quincena Social, de larga trayectoria en nuestro medio. Su obra publicada comprende, entre otros, los siguientes títulos: “Alma virgen” (1910), obra caracterizada como “una escena de la vida real”; “Treguas de combate” (1922), recopilación de artículos literarios y descriptivos; “Raza vencida” (1930), prosa de crítica social y ambiente nacional, y “Médula y fronda”, también de 1930, que incluye bocetos, reflexiones, pequeños poemas, notas y apuntes sociológicos.

Como nota contextual interesante, y que avala en cierto modo la trascendencia del lugar elegido en el inicio para la realización de la Fiesta, el artículo destaca algunas actividades que se llevaban también a cabo en la biblioteca del Colegio de la Misericordia: allí “funcionaron los primeros cursos de declamación, dirigidos por la Sra. Angélica Ponce Aguirre de Soler; allí se gestó la idea de las primeras bibliotecas circulantes en plazas y paseos públicos de nuestra capital el año 1927″.

Ya concebida como una Feria del Libro más cercana al concepto actual, encontramos la iniciativa propulsada por Manuela Mur (1914-1993), quien se destacó en el ámbito cultural por su labor literaria pero también por su desempeño al frente de la Biblioteca Pública General San Martín, cuya dirección ejerció entre 1962 y 1967.

Era oriunda de San Rafael, pero las memorias de su infancia se asocian con la localidad de Pareditas, en San Carlos, Mendoza. Se trasladó luego a Buenos Aires, donde siguió estudios universitarios en la UBA. Luego obtuvo el doctorado en Filosofía en Madrid (1965). Allí y en otras ciudades de España vivió y desarrolló su carrera dictando cursos y conferencias. Fue profesora en varias escuelas de Mendoza y en Buenos Aires; dictó clases de Antropología Filosófica. Integró también el cuerpo docente de la Universidad del Sur y dirigió el Departamento de Artes en la Universidad Nacional de Tucumán. Fue poeta y narradora; publicó además escritos en numerosas revistas literarias y diarios, tanto locales como extranjeros. Fue directora de la revista Versión en Mendoza. Integró la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), el PEN club y la Asociación de Escritoras Católicas.

En 1962, cuando asumió como directora de la Biblioteca Pública General San Martín, realizó la primera Feria del Libro del país y lo hizo en Mendoza. Fue a cielo abierto, en la Alameda, y se repitió durante cinco años seguidos. Como la misma Manuela recuerda en una nota periodística, “Recibí ayuda del Fondo Nacional de las Artes, que entonces presidía Victoria Ocampo [...] Yo traía la imagen de la feria del libro de Madrid [...]. La feria incluía todo el movimiento artístico en vivo: ballet, artes plásticas, música, títeres” (citada por Morán, 2012). Con su energía logró llevar adelante una iniciativa que ya había fracasado en ocasiones anteriores, por el escaso apoyo de los libreros.

También fundó la Biblioteca Infantil “Merceditas”, en la Biblioteca San Martín, y la Sección Donaciones y el Centro Audiovisual en la misma biblioteca.

En 1970, la Secretaría de Cultura de la Nación, juntamente con la Cámara de Editores, la autorizó a realizar una Feria Itinerante del Libro de Edición Argentina. La feria recorrió distintas provincias, entre ellas, Salta, Jujuy, Tucumán, Catamarca y La Rioja; fue Delegada del Gobierno de Mendoza ante el II Congreso Internacional para el libro juvenil en Madrid y fundó innumerables bibliotecas populares, entre muchas otras actividades y logros culturales.

Manuela Mur fue reconocida nacional e internacionalmente por su labor literaria y su incansable hacer cultural; recibió numerosos homenajes y distinciones: en 1970, por ejemplo, fue nombrada “Mujer del Año” por el Consejo de Entidades Femeninas de Mendoza (CEFEM); la sala principal de la Biblioteca San Martín lleva su nombre.

Su obra literaria fue destacada por intelectuales de su época; editó la mayoría de sus libros con ilustraciones de Norah Borges, hermana de Jorge Luis, ambos muy amigos de la escritora mendocina, al igual que Ernesto Sábato. Comenzó publicando poesía, pero luego incursionó en la narrativa. Su producción comprende: “Imán sin tiempo”, poesía (1958); “Luz entre sueños”, poesía (1966); “Canto y acequia”, poesía (1969); “Quintín o Memorias de un gorrión”, prosa poemática (1973); “El huerto”, poesía (1974); “Gansos y Pericotes”, novela (1975) y “Feliz morada”, poesía (1982). En 1993 se editó en Buenos Aires, en la colección “Mujeres generosas de la Patria”, su novela póstuma “Los hijos de gansos y pericotes”.

Vale la pena recordar entonces a esta mujer mendocina tan comprometida con la cultura de nuestra provincia, una de cuyas iniciativas -la Feria del Libro-si bien con intermitencias, ha calado hondo en el sentir de todos los habitantes de esta ciudad, que año tras año aguardamos con ansia la renovación de la “Fiesta del Libro”.

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