Se cumplen hoy miércoles 20 años de la muerte del mendocino Antonio Tormo, figura clave de la música popular argentina, conocido como “el cantor de las cosas nuestras”, creador de piezas como La canción del linyera (recreada por Daniel Melingo) y Puentecito de mi río, y recordado por sus bellas interpretaciones, entre las que se destaca El rancho e` la cambicha, que se convirtió en el mayor éxito de la historia musical de la Argentina.
“Antonio fue el cantante que supo interpretar al chico del interior, siempre le cantó a la mujer y como lo fue día a día la veneró con su arte”, decía María Teresa, la mujer del músico, en una entrevista realizada tras su fallecimiento, cuando Tormo tenía 90 años.
Nació el 18 de septiembre de 1913 –tres meses después de que muriera su padre– en la localidad mendocina de General Gutiérrez y se caracterizó por su definido registro de tenor, su voz aterciopelada y una gran técnica vocal que supo explorar en un repertorio acertado, que generaba éxitos en forma permanente.
Desde sus inicios representó a “los cabecitas”, a los más humildes, a través de canciones populares como Amémonos o Mis harapos; dos de las 300 piezas que registró a lo largo de 70 años de trayectoria, y que lo llevaron a transformarse en uno de los primeros músicos en vender un millón de discos e insertar la música cuyana en toda la Argentina.
A los 10 años, Tormo se trasladó junto a su madre y sus tres hermanos a San Juan, donde aprendió el oficio de tonelero profesional, lo que le permitió ocupar el mismo puesto de su padre en la bodega Giol. Se desempeñó en oficios pesados del campo, hasta que encontró en el canto una pasión y una forma de representar a los de su clase.
En su adolescencia, comenzó a cantar en audiciones de radios cuyanas junto a músicos de la zona, donde tuvo gran repercusión, algo que lo impulsó a probar suerte en Buenos Aires con La Tropilla de Huachi Pampa, uno de los primeros grupos de repertorio folclórico en tener éxito masivo, creado y dirigido por Buenaventura Luna.
En la agrupación, Tormo cantaba a dúo junto a Diego Canales en espacios como El fogón de los arrieros, el primer programa radial de música folclórica de llegada nacional.
En 1950 grabó El rancho ‘e la Cambicha, un rasguido doble de Mario Millán Medina, que se erigió en la primera canción folclórica de éxito masivo en la historia musical de la Argentina, con cinco millones de unidades venidas. A partir de ahí, la compañía RCA Victor inició el mito de que Tormo fue el único artista argentino que vendió más discos que Gardel.
En 1955 fue prohibido por la dictadura militar autodenominada Revolución Libertadora. Si bien no era peronista, su música representaba muchos de sus ideales.
En 1983, el advenimiento del proceso democrático de la mano del gobierno de Raúl Alfonsín le permitió retomar su carrera, se reivindicó su obra y se realizaron diversos homenajes en vida. Una calle lleva su nombre en Mendoza y otra generación de músicos se acercó a su figura.
Antonio Tormo nunca dejó de cantar: lo hizo en el extranjero y varios puntos del país, pero sin repercusión en los medios. Sin embargo, participó en 1976 de la película El canto cuenta su historia, de Fernando Ayala y Héctor Olivera, una excusa para mostrar a las máximas estrellas del folclore y el tango.
El 15 de noviembre de 2003, Antonio dejó de cantar en vivo, pero su arte resuena hasta la actualidad.
El reconocido Daniel Melingo lo homenajeó con su bella y pegadiza versión de La canción del linyera, que grabó en 2014 en su disco Linyera y en la que canta: “Linyera soy / Corro el mundo y no sé a dónde voy / Linyera soy / Lo que gano lo gasto o lo doy / No se llora / Ni en la vida deseo triunfar”.
El cantor cuyano falleció en 15 de noviembre del 2003, a los 90 años, y dejó una huella imborrable en la cultura argentina y un enorme legado para las nuevas generaciones.