Alejandro Conte: “En el teatro estamos en cierta meseta que vamos a tener que romper”

A punto de estrenar “Calígula”, el actor y director mendocino reflexiona sobre su historia en la escena, el presente, la Vendimia y su anhelo que en la provincia exista una calle Corrientes con espectáculos locales.

Alejandro Conte: “En el teatro estamos en cierta meseta que vamos a tener que romper”
El actor esta vez dirige y produce "Calígula", la versión de un clásico y reflexiona sobre el teatro mendocino. | Archivo Los Andes

En el hacer teatral no existen excusas. El artista independiente entiende que aprender a hacer “de todo” es parte del proceso, y a Alejandro Conte no le tiembla el pulso si tiene que ponerse al hombro un proyecto, dirigirlo, producirlo y también actuar.

Es uno de los actores referentes de una generación del teatro mendocino, que con la formación del Grupo Zona marcó una bisagra en la escena de vanguardia y cuyo sello artístico permanece en la actualidad. Actor, docente, director y con una personalidad escurridiza que busca el debate y el aprendizaje permanentes, sostiene su pensamiento y su búsqueda de la mano de distintos proyectos.

Conte estrenará el viernes 27 una versión de Calígula, que será su obra número 24 en 38 años de camino artístico. Esta nueva producción es la excusa para hablar con uno de los actores y directores referentes de una generación en Mendoza, que a veces piensa en tirar la toalla, pero ahí nomás vuelve a “cranear” algún espectáculo que lo acerque a la escena y el arte.

El actor y director es uno de los referentes de su generación. | Archivo Los Andes.
El actor y director es uno de los referentes de su generación. | Archivo Los Andes.

—Repasando un poco tu historia, sos parte de una camada de artistas que forjó los últimos años del teatro independiente. ¿Cuál es tu mejor “cosecha” en la escena local?

—En la etapa en la que estoy, que te agarra el viejazo (ríe), y mi cosecha va por lo personal. Lo que me “produce”, aunque suene un poco romántico, es la gente que te quiere y te acompaña. Porque la actividad artística sigue. Por ejemplo, la compañía Cajamarca cumplió 40 años, mientras un chico se está recibiendo en la facultad y comienza su carrera. Y el Grupo Zona produce esporádicamente, mientras otros elencos producen como pueden. Y en mi cosecha lo que voy encontrando es a un grupo de compañeros, laburantes del teatro, con los que puedo charlar de igual a igual. Y para mí eso es lo más importante, poder celebrar la vida. Entender que el teatro es una parte más, que ya no pasa todo por el teatro, más allá de que lo puedo hacer. Lo que me deja es un tendal de amigos y hermosamente lo digo, porque no me cuesta encontrarme con el otro y hablar de todo.

—En ese tránsito, ¿hubo rispideces en cuanto al trabajo de cada uno?

—Siempre, y siguen estando. Mientras existan las competencias como festivales o una Fiesta Provincial del Teatro, donde se presentan cincuenta espectáculos y tenés que elegir quince, las rispideces van a estar. Cuando hay un festival de estrenos es cuando se pone en relevancia el trabajo de uno y no del otro. Pero estas cosas hacen a lo humano, las subjetividades son lo más maravilloso que tiene la vida, no sólo el teatro. Y también somos competitivos y hay algo de envidia. Claro que juega el ego de cada uno, y a veces pensás que el proyecto del otro es un bodrio, pero le va bien.

—¿Cuál es tu mérito dentro del acervo del teatro independiente?

—Me considero un hacedor serial de proyectos (ríe). Me presento para la Comedia Municipal de Mendoza, para la de Bahía Blanca, para concursos en Córdoba, para el Festival de Estrenos, para la Vendimia, o jurado para el Instituto Nacional del Teatro. Y no quiere decir que sea bueno o malo, sino que soy un obrero. Me meto en todos los cursos que puedo, voy a charlas de compañeros. En el hacer es el día a día, de una manera “independiente” y entre comillas. Porque está el Estado que regula y sostiene, o el privado que sostiene. Por ejemplo, con Calígula soy el productor y tengo muchos auspiciantes. El productor pone su tiempo para conseguir aliviar la economía del proyecto. Desde el intercambio con el otro, pero todo para llevar adelante el proyecto. Creo que esa es mi particularidad: le pongo el cuerpo al cien y le busco la vuelta, para que esa grupalidad sea feliz en el hacer y también gane algo. Porque considero que en ese intercambio que hay, te van conociendo y pueden surgir otras oportunidades.

—El Grupo Zona, ¿te marcó en tu camino artístico?

—Me recontra marcó, tengo el “sello Zona” en la frente. ¿Viste que ahora los tatuajes se pueden sacar? El del Zona es imposible (ríe), porque como parte del grupo, junto con Hugo Marsala y Noemí Salmeron, lo llevamos adelante siempre. Y, más allá de la experiencia, no creo tener un sello propio, mi sello es lo que me pasa en el momento, no tengo una estética definida. Pero a su vez, terminás siendo parte de una estética y la mía sin quererlo está teñida del Zona.

Grupo Zona: la vuelta de la escena rupturista
Grupo Zona: la vuelta de la escena rupturista

—El teatro independiente en Mendoza es más independiente que nunca, salvo contadas excepciones de producción, ¿eso puede llegar a cambiar o te das por vencido?

—Hoy me doy por vencido, pero soy de los que se rinde y me dura una hora. Hace muchos años que viene existiendo lo mismo, en los formatos, en las políticas culturales. Pero en el teatro se da la misma mecánica, y en el teatro estamos en cierta meseta que vamos a tener que romper. Los pibes vienen muy bien, pero tiene que haber un trabajo en conjunto. Tienen que estar los adultos y las nuevas generaciones, darse un encuentro entre el jubilado y la Universidad, algo que no se da. Y ese encuentro, el teatro sí lo permite. Por ejemplo, ahora estoy trabajando con distintas generaciones, algunos con su historia, y otros que están comenzando.

—En el teatro del off porteño se dan fenómenos de éxito que pasan a la calle Corrientes. Pero eso no ocurre en Mendoza: son contadas las producciones que logran salir de lo endogámico.

—No, porque no existe una calle Corrientes. Si en Mendoza existiera una calle Corrientes, podría estar ese salto, y comercializar ese off. Y eso no ocurre en ninguna otra ciudad, salvo Mar del Plata o Carlos Paz en temporada de verano. Si en Mendoza por ejemplo, la calle San Martín fuera la calle de los teatros, sería distinto, incluso siendo un teatro comercial off. Y tampoco hay temporada de teatro en la provincia, no existe esto de que una producción local esté por meses en una sala oficial. Y no está la población educada para que elijan ir al teatro local de una manera más masiva.

—¿Cuál es tu anhelo como actor mendocino?

—Mi anhelo es que el mendocino de a pie no se sorprenda de que haya un teatro, que hay salas independientes. Sería hermoso que en una avenida puedan convivir cinco salas. Así como decimos que la calle Arístides es la calle de los bares, que suceda lo mismo con el teatro. Es que el reconocimiento del espacio físico hace que la gente sepa que hay un artista trabajando.

—Tenés tu experiencia en la Fiesta Nacional de la Vendimia, ¿cuál es el debate que está pendiente con esa fiesta?

—Nos tenemos que poner de acuerdo en muchas cosas. Creo que en el apuro no estamos entendiendo qué queremos con la Vendimia, como espectáculo, como evento internacional. Me parece que tiene que haber una ley de Vendimia que nos implique trabajar en profundidad todos los conceptos relacionados a ese evento. La Vendimia en sí misma va a hablar de lo mismo, inevitablemente tiene que hacer referencia a Mendoza y la vitivinicultura. Y a eso no le podés escapar. Y para mí es hermoso ese ritual que se da de la crítica, si está bien o mal, o sobre la reina. Todo ese folclore me parece más interesante que el espectáculo (ríe). Porque nos pone en un lugar de discusión, pero en ese folclore del “deberíamos” hacer, tendríamos que debatir y pensar qué queremos de la Vendimia en su totalidad. Con todos los agentes, con los bodegueros, con el Estados, con los artistas, ver el desarrollo de la actividad en toda la provincia, para siempre mejorar.

El actor y director suma un nuevo proyecto teatral en su extenso camino escénico.
El actor y director suma un nuevo proyecto teatral en su extenso camino escénico.

LA VERSIÓN DE “CALÍGULA” ESTRENA EN LA NAVE

Con un elenco que se formó para el proyecto, Alejandro Conte dirige y produce Calígula, la obra escrita por Albert Camus, con traducción de Aurora Bernárdez.

Este drama clásico, traza la historia de Calígula, quien cae en una profunda crisis, tras la muerte de su hermana. A partir de este hecho se obsesiona con la muerte y la búsqueda de lo imposible. Decreta y proclama que todo está permitido; desafiando las leyes, las normas sociales y entregándose a una vida errática, cruel y de grandes excesos.

“Este proyecto lo comenzamos con Maximo Bucci. Con él siempre nos encontrábamos y queríamos hacer algo juntos. Nos gustaba la obra y en un momento chocaron los planetas y decidimos hacerlo. Es, en general, la forma como se desarrollan los proyectos teatrales. Y la obra Calígula es cada vez más actual y vigente, con lo que sucede en el mundo. Más allá que cuando hay crisis, uno piensa en hacer comedia para que el público se divierta y salga de eso. Pero creo que hay que hacer otras propuestas, donde la gente se sienta identificada, piense dónde estamos parados y reflexiones. Pueden convivir todas las estéticas”, asegura el director.

La obra dirigida por Alejandro Conte estrena el 27 de septiembre, en la Nave Cultural.
La obra dirigida por Alejandro Conte estrena el 27 de septiembre, en la Nave Cultural.

Con la actuación de Máximo Bucci, Noelia Videla, Antón Deputat Slukich, Camilo Barrozo y Selene Búmbalo, la obra tendrá sus primeras tres funciones del viernes 27 al domingo 29 de septiembre, a las 22 horas, en la Nave Cultural. Las entradas anticipadas están disponibles en Entradaweb.com.ar.

“Lo que hice es comprimir de los textos originales, son muchos personajes, entonces varios textos los hace un solo personaje. Lógico, sin perder coherencia. Jugué con eso, comprimiéndolo todo porque es difícil sostener en el teatro independiente una obra con doce actores. Y es compleja la articulación de los ensayos, así que son cinco personajes en total”, resume Conte sobre la puesta de Calígula.

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