Agustín Irusta, un privilegiado de la vida

De voz privilegiada, estampa de actor y gran compositor, triunfó especialmente en el tango, pero también el cine.

Cantante y actor argentino.
Cantante y actor argentino.

“Un gran artista siempre es un ciudadano del mundo”. Y Agustín Irusta, fallecido en 1987, lo fue cabalmente, porque con sus jóvenes 26 años ya triunfaba en París cantando en la orquesta de Francisco Canaro junto a Roberto Fugazot.

También España le abrió sus puertas a un trío que integró Irusta durante ocho años con el citado Fugazot y con Lucio Demare, este, un excelente pianista y gran compositor, autor de Malena y Mañana zarpa un barco.

Agustín Irusta también filmó películas en México, en España y en la Argentina. Residió los últimos 15 años de su vida en Caracas, Venezuela, donde también cantó y actuó, filmando varias películas en ese país, en el que finalmente falleció un 25 de abril de 1987.

Agustín Irusta fue, diríase, un privilegiado de la vida. Nacido en Rosario en 1902, la naturaleza lo dotó de una voz simultáneamente suave, viril y de una buena predisposición musical. Y acompañaba a esos atributos un rostro de agradables facciones y una buena apostura física.

Tenía incluso una aceptable aptitud actoral. Comenzó precisamente como actor en su Rosario natal. Algo dentro de sí le indicaba que debía ampliar su camino artístico. Y “quien nació para cantar no puede vivir en jaula”.

Retrocedamos en el tiempo. Había llegado a Buenos Aires a los 19 años y estaba actuando en la obra Los muchachos de antes no usaban gomina, nada menos que en la compañía de Muiño-Alippi, noche a noche, uniendo su privilegiada tesitura de tenor, a su apostura varonil, logró un gran suceso interpretando –dentro de la obra– el tango La última copa, de Caruso y Canaro. Fue el peldaño que le permitió acceder a la orquesta de este último. Pero nada alteraba su natural modestia. Él comprendía intuitivamente que “quien siente trascendentes sus éxitos, sentirá trágicos sus fracasos”.

En ese momento Canaro viajó a Europa con su orquesta. Transcurría el año 1928. Irusta tenía 26 años. Un barco lo llevó a París como cantor de la orquesta junto a Roberto Fugazot.

La “Ciudad luz” lo deslumbró. Pero él sabía que “las grandes ciudades suelen carecer de estrellas. Y a veces de sueños”. Allí encontró accidentalmente a Lucio Demare y entre mate y mate, Irusta y Fugazot le pidieron a Demare que ejecutase alguna composición al piano.

Demare aceptó. Irusta y Fugazot pidieron prestadas unas guitarras y acompañaron a Demare vocalmente. Interpretaron una, dos, cinco composiciones. Estaban como embriagados. Es que “el arte es como una embriaguez que a veces inmortaliza al ebrio”. Y un fuerte abrazo selló el nacimiento del trío Irusta-Fugazot-Demare, que durante ocho años les daría prestigio, dinero, honores. Tan es así que en España, pasadas ya tantas décadas, aun se los recuerda.

En 1936 Agustín Irusta regresó a la Argentina. Tenía sólo 34 años. En esa vuelta se incorporó firmemente a nuestro cine. ¿Películas?: Ya tiene comisario el pueblo (1936), Nobleza gaucha (1937), Puerta cerrada (1939), Tres hombres del río (1946), por citar las más conocidas.

Pero estoy olvidando al compositor. En ese campo, Creó con Fugazot la letra del tango Dandy (con música de Lucio Demare). Y también los famosos valses, como Salud, dinero y amor y El trovero.

Irusta confesaba, habiendo sido un prolífico creador, que la letra de El trovero, de su autoría, lo emocionaba cada vez que la oía. Tenía realmente un tierno lirismo. ¿Recuerdan? “El trovero que llega hasta ti / para verte asomar al balcón / hoy te vuelve a ofrecer su canción / esperando le digas que sí”.

El tiempo, “ese nudo corredizo que nos oprime sin prisa pero sin pausa”, va transcurriendo. Y el presente siempre va modificando al pasado. El galán y cantor, a sus 70 años, seguía actuando, aunque esporádicamente.

A principios de 1987 lo afectó una imprevista dolencia. Tres meses después, el 25 de abril, Agustín Irusta se transformó en un recuerdo. Tenía 84 años.

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