Los planes de Pedro Sánchez de convencer a Podemos para que se sume al acuerdo de “gobierno progresista” que el líder del Partido Socialista Español (PSOE) alcanzó con los liberales de Ciudadanos se frustraron ayer de forma definitiva después de que la fuerza izquierdista dio por rotas sus negociaciones con los socialistas.
“La elección del Partido Socialista no es compatible con Podemos”, aseguró el “número dos” de la fuerza antiajuste, Íñigo Errejón, en una conferencia de prensa convocada de urgencia en el Congreso de los Diputados.
“Había una oportunidad histórica que por el momento se ha frustrado”, añadió el diputado apenas unas horas después de que Sánchez y Albert Rivera firmaron oficialmente un documento que sella un pacto de investidura y gobierno para hacer presidente al líder socialista.
Errejón anunció que, a raíz de este pacto inasumible por Podemos, especialmente en materia económica, se levantaban de la mesa de negociaciones que los socialista entablaron con las fuerzas políticas de izquierda y que tenía previsto reunirse poco después.
Consciente de que el acuerdo con Ciudadanos, que suma 130 diputados de los 350 del Parlamento, no le alcanza para superar las dos votaciones de investidura previstas para la próxima semana, Sánchez pidió el apoyo de los partidos de izquierda, al tiempo que escenificaba su alianza con los liberales. “Este es un acuerdo abierto, reformista, progresista, que no excluye a nadie, entre un partido de centro derecha y uno de centro izquierda.
Tiene vocación de representar la mayoría de las españoles, y por eso pido al resto de fuerzas que se sumen”, afirmó el líder socialista dirigiéndose a Podemos, Izquierda Unida y los valencianos de Compromís.
“Aquí están las bases para una nueva etapa política en España”, subrayó por su parte Rivera, quien no descarta formar parte del gobierno de Sánchez. El dirigente liberal destacó que el acuerdo -que contempla 200 reformas- defiende la “igualdad de oportunidades”, “empleos de calidad”, “derechos sociales garantizados en la Constitución” y “un nuevo modelo productivo para el siglo XXI”.
Entre las políticas de ese acuerdo que Podemos rechaza, Errejón mencionó las propuestas en materia laboral, que consideran una “reforma laboral encubierta”, el hecho de que no se incremente el salario mínimo y que no se derogue la conocida como Ley Mordaza -solo se modificará - y que no haya una propuesta para el conflicto secesionista de Cataluña.
Este era uno de los escollos iniciales de las negociaciones entre el PSOE y Podemos, ya que éstos últimos reclamaban un referéndum de secesión que los socialistas rechazan. Sin embargo, Sánchez pretendía seducir a Iglesias con propuestas sociales que les resultaran difíciles de rechazar. Pero no fue así. Podemos se mantiene firme en su apuesta por un gobierno de coalición de izquierdas pero pensando en un horizonte más lejano.
Por ese motivo, Errejón tendió la mano a los socialistas para volver a negociar después del 5 de marzo, cuando está prevista la segunda votación de investidura de Sánchez, que necesita mayoría simple -más votos afirmativos que negativos-, algo que no tiene garantizado.
El partido morado, que votará “no” a Sánchez, confía en que una vez que fracase en la votación de investidura, el líder socialista volverá a presentarse pero esta vez buscará un pacto de gobierno con la izquierda.