Los casos comenzaron el año pasado. Unos 20 días después de su apertura en el verano europeo de 2018, el Consejo de Barcelona (España) tuvo que cerrar la primera fuente infantil de esta ciudad, ubicada en el primer tramo del parque Antoni Santiburcio. Varios niños habían sufrido diarreas, afecciones gástricas y erupciones cutáneas tras mojarse en los chorros de agua, informó Clarín.
Un año después de todo esto y tras analizar el agua de la fuente, la Agencia de Salud Pública de Barcelona (ASPB) reveló que ésta contenía una bacteria y un parásito de origen fecal.
"Las investigaciones mostraron deficiencias en las instalaciones y el agua de las fuentes fue identificada como el vehículo de transmisión de dos patógenos", comentó la Agencia en el reciente congreso de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE). El primer patógeno es una bacteria (Clostridium perfringens) y el segundo un parásito microscópico (Cryptosporidium spp).
Según informaron, el brote afectó a 71 personas, de las cuales 27 necesitaron asistencia sanitaria y hubo tres ingresos hospitalarios. El 97% de los enfermos sufrió diarrea, el 72% dolor abdominal, el 30% vómitos y el 20% fiebre.
Los afectados tenían promedio unos 7 años, aunque también hubo personas de mayor edad –hasta los 47 años- que sufrieron los síntomas.
Los expertos creen que se produjo una contaminación fecal del circuito de agua, seguramente originada por alguno de los usuarios de la instalación.