Según la Organización Mundial de la Salud, más de 1.000 millones de personas en el mundo padecen algún tipo de discapacidad, entendiéndose como tal cualquier deficiencia física, mental, intelectual o sensorial a largo plazo. A su vez, otro gran porcentaje de la población puede sufrir eventualmente una afectación transitoria en sus capacidades (quebraduras, lumbalgias, disminución visual o auditiva temporaria, etc.)
Este grupo de personas forma parte de la masa laboral activa y es por ello que se deben prever esta diversidad de casos en el proceso de diseño y ejecución de los espacios de trabajo. Además de pensar en el público interno, se deben considerar a aquellos clientes, proveedores o externos a la firma que podrían presentar cierta limitación de este tipo. Estas decisiones –que generalmente son un reflejo de la cultura empresarial- suelen impactar fuertemente en la imagen de la marca y se enfocan en cómo se puede facilitar el bienestar y el adecuado desarrollo de las tareas de todos y cada uno de los que la conforman.
Sin embargo, en muchos casos existe en las empresas cierto desconocimiento con respecto a cuáles son las modificaciones que es necesario realizar y el temor a los gastos que esas adaptaciones puedan generar. Fernando Marconi, Gerente de Arquitectura y Diseño de Contract Workplaces Argentina, comenta que “es difícil generalizar acerca de proyectos posibles, pero sí se podría afirmar que cuantas menos barreras arquitectónicas haya presentes, más accesible será el entorno de trabajo”. En ese sentido, el arquitecto marca que más allá de las normativas al respecto, hay algunas cuestiones que se pueden tener en cuenta a la hora de diseñar un espacio de trabajo que sea apto para todos:
- Los accesos deben mantenerse libres de obstáculos: se deberían evitar escalones y desniveles y, en el caso de que los hubiera, hay que introducir algún cambio de color y texturas a fin de alertar de los mismos a las personas con discapacidad o limitaciones visuales. Para las personas con dificultades en el desplazamiento, se debe colocar una rampa donde es recomendable el uso de una carpeta antideslizante que facilite el tránsito a aquellos que se movilizan con muletas o sillas de ruedas. Cuando no sea posible instalar una rampa o un ascensor para salvar una escalera hay que proporcionar una plataforma elevadora. A su vez, los ascensores deben ser accesibles, tanto en lo que se refiere al espacio disponible como al sistema de apertura y a los controles.
Un cambio de textura en el piso a cada lado de las puertas puede servir para alertar a aquellos que tengan una disminución sensorial. También es recomendable señalizarlas con bandas de color contrastante colocadas a doble altura, especialmente si son de algún material transparente.
Las puertas automáticas deben tener una velocidad de apertura y cierre lo suficientemente lenta como para permitir que las personas con limitaciones en la movilidad puedan entrar y salir con tiempo suficiente.
Los timbres, videoporteros o equipos de control y aviso de acceso tendrán instalados sus mecanismos a una altura comprendida entre 90 y 120 cm, y ser accesibles para personas con discapacidad visual.
- Para la circulación: deben comprobarse los anchos de paso, los espacios intermedios de maniobra y la inexistencia de obstáculos puntuales en toda la amplitud y altura específica de las líneas de circulación.
- Los sanitarios: se deben adaptar a las normativas vigentes en cuanto a medidas y características.
- Las alarmas: deben tener siempre un correlato auditivo, visual y táctil para poder ser percibidas por todas las personas, y las rutas de evacuación estar claramente marcadas. La señalización contendrá sus respectivas leyendas debajo junto con la información en escritura Braille (esta recomendación incluye las botoneras de ascensores). Los carteles y avisos se colocarán a una altura de entre 0,80 m y 1,00 m para que puedan ser vistos por todos los usuarios y el contraste entre el color de fondo y el frontal debe ser del 70% como mínimo.
- Equipamiento y tecnología: el avance de la tecnología ha permitido el desarrollo de productos y servicios que facilitan la vida de las personas con discapacidad. Gracias a diferentes soluciones tecnológicas, adaptaciones y productos de apoyo informático, numerosas personas pueden desempeñarse en un puesto de trabajo con normalidad y en igualdad de condiciones.
Algunos ejemplos son: teclados con cobertores o teclas de gran tamaño, mouse virtual o ergonómico, pantallas de gran formato, lectores de pantalla para no videntes, impresoras de Braille, magnificadores de pantalla o lupas aumentativas, intérpretes de lenguaje de signos, secretarias virtuales, entre otras cosas.
Por otro lado, más allá de lo que encontremos en el mercado, cuando se proyecten muebles de recepción o escritorios de atención al público, estos deberán estar perfectamente adaptados para el uso por parte de todas las personas, teniendo en cuenta las alturas de trabajo, los espacios de aproximación y los equipos de apoyo para la comunicación.
Los escritorios ideales son aquellos que presentan la posibilidad de ajustes en altura e inclinación del plano de trabajo. Las terminaciones antirreflectantes son preferibles a las brillantes, ya que los reflejos sobre la superficie pueden causar problemas de percepción a aquellas personas con disminución o limitación visuales.
Las sillas deben ser ajustables, de tal forma que el usuario, independientemente de su tamaño corporal, pueda apoyar los dos pies en el piso en forma plana, y acomodar el ángulo del respaldo y la altura de los apoyabrazos. Deben poder permitir una variedad de movimientos que permitan, tanto al trabajador sano como a aquellos con limitaciones en la movilidad (artritis, embarazo, etc.) cambiar de postura periódicamente a fin de evitar lesiones y dolores corporales. En este sentido, la facilidad de los mecanismos de regulación es fundamental, a fin de que se puedan aprovechar al máximo las prestaciones del producto.
Por otro lado, Verónica Botto, Gerente de área de Change Managment de Contract, hace hincapié en que “además de adaptar el espacio, se debe trabajar fuertemente con las personas en una cultura que promueva la diversidad y la inclusión. Esto impacta en el día a día, en los hábitos cotidianos. El orden de cada espacio es fundamental para asegurar un fácil desplazamiento por las oficinas. Por ejemplo: hay que evitar dejar objetos en las zonas de paso y arrimar las sillas a los escritorios cuando no estén en uso. En esos casos, trabajamos con capacitaciones y talleres de concientización e introducimos dinámicas laborales que favorezcan la inclusión, el respeto y el sentido de comunidad”.
Según Marconi, “en el último tiempo, algunos clientes nos piden -además de las reglamentaciones obligatorias- que tengamos en cuenta este tipo de premisas a la hora de diseñar e incluso algunos apuntan a lograr la Certificación de Accesibilidad de ALPI que se otorga a aquellas empresas y organizaciones que, de forma voluntaria, asumen un compromiso con la inserción social como parte de su programa de Responsabilidad Social Empresaria (RSE)”. El desafío para quienes hacemos espacios de trabajo, será entonces proyectar para integrar a todos los usuarios, independiente de su condición física y desarrollar ámbitos laborales inclusivos y universales”, finaliza.
Día Internacional de las Personas con Discapacidad: inclusión e igualdad
Cada 3 de diciembre se celebra este día, con el propósito de fortalecer la igualdad de oportunidades y fomentar un desarrollo sostenible e inclusivo.