El prolífico mundo de la danza fue desde sus inicios una gran portal desde el que vieron la luz grandes piezas musicales especialmente compuestas para sus obras, en donde coreografía y partitura encuentran un lenguaje afín, el ritmo.
Stravinsky fue uno de los compositores referentes de música de ballet quien compuso las notas de una de las piezas icónicas de la danza, Pájaro de fuego, la cual se convirtió en una obra fundamental para la construcción del nuevo lenguaje dentro del mundo de la música del siglo XX. Los compositores latinoamericanos no fueron ajenos al ballet y desarrollaron sus propias obras, uno de los más importantes fue Heitor Villa-Lobos quien a través de Uirapurú y Alborada en la selva tropical le dio sonido y movimiento a leyendas propias de la región.
Música de Ballet, programa que forma parte del Ciclo Sinfónico de la Orquesta, será el sábado 18 de noviembre a las 20.30 en la Nave UNCuyo, bajo la dirección del maestro brasileño Tobías Volkmann.
Las entradas se pueden adquirir en www.entradaweb.com.ar. Su valor es de $2000 general y $1500 para estudiantes, docentes, personal no docente y jubilados/as. También se pueden comprar personalmente en boletería de la Nave UNCUYO (Maza 250, Ciudad) de martes a domingo de 18 a 21.
El ingreso estará habilitado 30 minutos antes del inicio de la función, se ruega puntualidad. Una vez comenzado el concierto no se permitirá el ingreso de público en la sala.
Uirapurú (El pájaro mágico)
Cuenta una leyenda que la magia del canto nocturno del “Uirapurú” era tan atrayente, que las indias se reunían por las noches en busca del trovador mágico de las praderas brasileras, siguiendo el consejo de las hechiceras, quienes les habían contado que el ¨Uirapurú¨ era el rey del amor y el más bello cacique de la tierra.
Argumento:
En una pradera calma y silenciosa, aparece un indio feo, tocando la flauta. En grupo alegre aparecen las más bellas mujeres selváticas de la región de Pará, que se decepcionan al descubrir al indio feo. Indignadas, lo agreden brutalmente con golpes, empujones y puntapiés.
Por entre los follajes de los árboles, las indias ansiosas, buscan al ¨Uirapurú¨ con la certeza de que encontrarán a un joven y hermoso indio. Esta ansiedad es testificada por los grillos, orugas, sapos, murciélagos y toda la fauna nocturna.
Se oyen a lo lejos, de vez en cuando, algunos trinos suaves que anuncian al ¨Uirapurú¨ e irradian felicidad en todo aquel ambiente.
Seducida por el canto del Uirapurú, aparece una hermosa y robusta india, de flecha y arco en mano y avezada cazadora de pájaros nocturnos. Viendo al pájaro encantado le lanza una flecha, derribándolo por tierra. Se sorprende al verlo transformarse en un hermoso indio que le es disputado por las indias. La cazadora, resulta vencedora.
En medio de su felicidad oye el son de mal augurio de la flauta de hueso. Tramando una venganza, las indias intentan esconder al bello indio, que es entonces sorprendido por el indio feo, feroz y vengativo, quien disparándole una flecha lo hiere de muerte. Presurosas, las indias cargan al indio bello en sus brazos hasta la vera de un pozo de agua, donde súbitamente se transforma en un pájaro invisible, dejándolas tristes y apasionadas, oyendo apenas su maravilloso canto que desaparece en el silencio de la pradera.
Alborada en la selva tropical
Para componer Alborada en la selva tropical, Villa-Lobos se inspiró en leyendas indígenas que, según dijo, fueron recogidas en la Amazonia: “los bosques, los ríos, las cascadas, los pájaros, los peces y los animales feroces, los forestales, los caboclos y las leyendas marajoaras, todo influye psicológicamente. la creación de esta obra. Sus principales motivos melódicos representan el tema de la invocación, la sorpresa del espejismo, el gatear y galopar de los monstruos legendarios del Amazonas, el de la seducción, la voluptuosidad, la sensualidad de la sacerdotisa india, el canto heroico de los guerreros indígenas y el precipicio”.
La imagen de los primeros rayos de sol infiltrándose poco a poco en el bosque, ahuyentando a las criaturas nocturnas y a la oscuridad bajo el dosel del bosque, inspiró a Villa-Lobos, aún joven, a escribir Tédio da Alvorada (1917), un estreno transformado en ballet Uirapuru. . Entre quienes disfrutan del amanecer en el bosque se encuentran Carlos Gomes, autor de Alvorada (1889), interludio orquestal de la ópera Lo Schiavo, y Vinicius de Moraes y Tom Jobim, compositores de la Sinfonia da Alvorada (1958), encargada por Juscelino Kubitschek.
El pájaro de fuego
En 1910, los Ballets Rusos estrenaban en París “El pájaro de fuego”, bajo la dirección del célebre Serguei Diaghilev y según la creación coreográfica de Mikhail Fokine.
Diaghilev y Fokine habían encargado la música del ballet a Anatol Liadov, quien había escrito varias obras orquestales basadas en cuentos de hadas, pero que no supo respetar los plazos convenidos; se cuenta que él recién se disponía a comprar el papel pentagramado para la fecha en que Diaghilev esperaba recibir la partitura terminada.
De manera que el encargo fue a dar en manos de un compositor joven, relativamente desconocido, del cual Diaghilev y Fokine habían escuchado en un concierto dos obras dignas de aplauso: un “Scherzo fantástico” y “Fuegos de artificio”. El compositor se sintió halagado al recibir el encargo del gran empresario y se puso a trabajar de inmediato; componía con rapidez y Diaghilev se mostraba especialmente satisfecho con la música. Aun cuando se halla claramente encuadrado en la tradición popular de Rimsky-Korsakov, que había sido maestro de Stravinsky, el “Pájaro de Fuego” es una obra audazmente original y de un esplendor sonoro incomparable. El compositor no se encontraba del todo cómodo escribiendo música descriptiva, pero comprendía la importancia del encargo y produjo exactamente lo que Diaghilev necesitaba. Este ballet, a partir del cual compondría más tarde diversas “suites” para orquesta sinfónica, que son las que hoy por hoy se escuchan en las salas de concierto, llegó a ser la obra más popular de Stravinsky.
Inspirado en un cuento folclórico que narra cómo Katschei, el Inmortal, uno de los ogros más temibles de las leyendas rusas, es derrotado precisamente por el Pájaro de Fuego, este ballet fue un primer gran triunfo para su autor, a quien luego el propio Diaghilev encargó la composición de otras dos grandes obras para los Ballets Rusos: “Petruchka” y “La consagración de la Primavera”.
En “El pájaro de fuego”, Stravinsky debió sortear una dificultad en materia de composición: ¿cómo diferenciar musicalmente lo natural (Iván, la Princesa, el himno final de regocijo) de lo mágico (el Pájaro de Fuego, Katschei)? Halló la clave en “El gallo de oro” de Rimski-Korsakov: para los personajes y las escenas naturales utilizó el estilo diatónico, mientras que, para lo sobrenatural, se sirvió de los recursos de la música cromática.
Stravinsky era un maestro en el manejo de la paleta orquestal, el famoso pasaje de “glissandi”, al final de la introducción, constituye uno de los efectos más bellos de la pieza. Y el impulso rítmico de la Danza Infernal, llena del más vivo colorido, presagia el lenguaje decididamente moderno de “La consagración de la Primavera”, escrita tres años después.
Programa
Nave UNCUYO – Sábado 18 de noviembre a las 20.30
- Ciclo Sinfónico: Música de ballet
- Director: Tobías Volkmann
- Heitor Villa-Lobos: Uirapurú (El pájaro mágico) 1917
- Heitor Villa-Lobos: Alborada en la selva tropical
- Igor Stravinsky: Pájaro de fuego (versión 1945)