Es fundamental comprender la diferencia entre desmayos y convulsiones, ya que ambas condiciones pueden afectar significativamente en la salud y la seguridad de las personas e involucran diversas formas de intervenir para ayudar a quienes los padezcan.
Desmayos
Los desmayos, también conocidos como síncopes, son episodios repentinos de pérdida parcial o total de la conciencia, siendo ocasionados por diversas razones como descargas nerviosas, falta de aire, sobreexcitación o ataques de pánico. Sus síntomas incluyen debilidad, palidez, sudoración fría y pérdida momentánea de la conciencia.
En estos casos se debe actuar rápidamente y de manera adecuada para evitar posibles complicaciones. Además de mantener la necesaria calma, lo primero es verificar la respiración de la persona, ubicarla en un lugar seguro y con buena ventilación. No se debe ofrecer comida ni bebida hasta su completa recuperación.
Convulsiones
“Las convulsiones son caracterizadas por movimientos bruscos debido a una descarga excesiva de las neuronas cerebrales. Durante una convulsión, es esencial despejar el lugar para evitar lesiones, sin intentar sujetar o inmovilizar a la persona afectada. Luego de la convulsión, se debe despejar la vía aérea, lateralizar, y dirigirse a un médico para que realice una evaluación”, afirma el Dr. Cristian Rosales, médico clínico del área de Universidad Saludable de la Universidad Maza.
Actuar para prevenir
Si bien no pueden evitarse completamente, ya que las causas pueden ser múltiples, una buena forma de prevenir desmayos y convulsiones es adoptar hábitos de vida saludables, como una dieta equilibrada y evitar el estrés.
Ante cualquier duda, se debe consultar a un especialista de confianza y, en casos urgentes, acudir a Emergencias o una guardia médica.