La vida parece rutinaria en el distrito de Goudge. Una y otra vez su ciclo se repite para dar paso a un crecimiento orgánico, de expansión. Las patas de los animales -distribuidos entre los 84 corrales- se acercan a los abrevaderos. El tiempo transcurre con una programación muy rigurosa en la finca Santa Teresa. En el establecimiento, que antiguamente perteneció a una empresa maderera, a los ojos de sus cuidadores, cerca de 6.000 cabezas de ganado vacuno se engordan. La familia Millán es la propietaria de esta estructura ganadera, que pronto también fijará un nuevo objetivo: la exportación.
El feedlot más grande en Mendoza nació en el predio de una feria, en Río Cuarto, Córdoba. Fue en Wilberg. Allí, tras varios años de ejercicio, la estructura fue quedando relegada ante el avance desordenado de la urbanización. Con su destino sellado, el siguiente paso fue encontrar otra ubicación para continuar con la actividad. Gabriel Salas, socio accionario y CEO del feedlot, fue el encargado de buscar el lugar: un campo, que reuniera las condiciones apropiadas para el desarrollo del negocio. Luego de una serie de estudios de impacto ambiental y de factibilidad, la operación se mudó a San Rafael, al distrito que era conocido como la “Capital del durazno”.
El emprendimiento comenzó a funcionar hace 14 años en un terreno de 250 hectáreas que se divide en un área para el engorde, otra para el cultivo de grano, algunos cuadros de viña, montes de ciruelas D’Agen y de duraznos para industria. “Gabriel aprovechó los viajes que hizo al exterior, a Estados Unidos y a Australia, para visitar feedlots e incorporó muchas de esas ideas. La maquinaria, las medidas de los corrales, la disposición de las telas media sombra, para un mejor aprovechamiento del sol tanto en el verano como en invierno, todo en este establecimiento, tiene una razón de ser, un por qué. Hoy tenemos una capacidad máxima de 10.000 animales y hay proyectos para seguir creciendo”, contó Francisco Antón.
Banderas desplegadas
“Trabajamos con alta tecnología, realizamos la trazabilidad del animal para tomar las mejores decisiones. Conocemos la zona desde donde ingresa la tropa, la raza del animal para saber qué novillo tiene un mejor rendimiento en el feedlot”, explica el ejecutivo del establecimiento que produce el 40% del total de la carne que abastece a los supermercados Átomo.
Desde Goudge saldrá la carne vacuna que llegará a los mostradores ubicados en el Sur de la provincia y la Zona Este. “Con la información de origen y de salida, podemos calcular cuántos kilos convirtió por día, la ganancia de peso diario que se cruza con la información de la faena”, dice.
Cuentan que los novillos que se producen en Santa Teresa pesan aproximadamente 400 kilos. Son novillos livianos los que se consumen en el mercado local. “Prestamos mucha atención a la sanidad animal. Nosotros no usamos picanas, no trabajamos con perros, ni con caballos. Para arriar el ganado usamos banderas caminando por los pasillos, para que el animal no se estrese. Es un trabajo de mucho cuidado y cariño porque esto afecta directamente a la carne”.
“Comenzamos con pocos corrales de engorde pero fue creciendo la necesidad. Mejoramos notablemente la infraestructura y seguimos apostando a aumentar la producción, dado que lo que se produce en nuestro establecimiento se diferencia de los demás en el cuidado del animal. En tanto, al ingresar, éste es pesado e identificado con caravana electrónica para darle su trazabilidad. Es vacunado y desparasitado asignando un corral con excelentes condiciones de estadía, con media sombra para evitar el estrés calórico, agua fresca de calidad y una ración alimenticia a boca llena que nunca les falta, para tenerlos en las mejores condiciones sanitarias y de bienestar. Nuestro destino principalmente es el consumo interno en la comercialización de los supermercados Átomo pero no logramos cubrir la demanda”, había contado tiempo atrás Gabriel Salas.
Se trabaja en proyectos para ampliar la capacidad del feedlot, ideas acompañadas por el diseño de una estructura agrícola que permita incrementar el alimento. En Santa Teresa se producen 3,5 millones de kilos de maíz, de los 14 millones necesarios para el engorde.
Capacidad instalada
En la finca Santa Teresa, adquirida por la familia Millán en el marco de un plan de inversiones, la actividad diaria está distribuida entre los trabajos para hacer en el feedlot y los de gestión agrícola.
Un área importante es la destinada a la siembra de grano para alimentar al ganado. “Cultivamos 120 hectáreas de maíz. Incorporamos un sistema de riego por pivot que cubre 45 hectáreas. Trabajamos en el cuidado del suelo, en su uso responsable, para incorporar un sistema de gestión de calidad y medio ambiente, tanto para la finca como para el feedlot”, explicó Antón. También en vendimia, la producción de los viñedos es enviada a la bodega Los Toneles, otra unidad de negocio del grupo.
“Somos productores de nuestro propio alimento, en este caso, el picado de maíz. Hoy en día, en Santa Teresa nos enfocamos más en la plantación de maíz para forraje y en la vid. Buscamos hacernos proveedores de nuestra propia materia prima”, contó el ejecutivo.
La inversión derrama en la zona donde está enclavado el emprendimiento. La firma compra entre 12 y 14 millones de kilos de maíz a productores de la región, que se adquieren y acopian en grandes búnkers para ser utilizados durante todo el año, para ser parte de la dieta de los animales. El resto del alimento utilizado es comprado en Córdoba o San Luis.
Además de los 20 operarios de la finca “mucha gente participa en la cadena de producción y distribución, en el pisado del grano, en el armado de los bunkers. El feedlot derrama trabajo en la zona; es parte del rol social que cumple la empresa. No vamos a expandirnos sólo para cumplir con la misión comercial sino con el objetivo de crear nuevos puestos de trabajo a los que gente del lugar tenga acceso”.
Santa Teresa no es un establecimiento más porque, más allá de la precisión del tiempo en sus labores habituales, “hemos construido una represa para tener disponibilidad de agua en tiempo de sequía. Por la ubicación del campo no tenemos humedad, ni sufrimos de inundaciones que puedan afectar la capacidad respiratoria de los animales”, puntualiza Francisco Antón. Está en un lugar estratégico, porque toda la carne que se produce en el oasis Sur y en el Valle de Uco se faena en San Rafael, convirtiéndose la compra de este campo en una inversión real.
Está todo pensado; nada es porque sí. Hasta el guano que se produce en los corrales se industrializa haciendo compostaje para su posterior utilización, evitando el uso de agroquímicos. El proceso lleva más de un año para que se transforme en fertilizante de primera calidad, que luego estará destinado a las fincas como abono natural. En Santa Teresa, la vida comienza a ajustarse a su ciclo.
Carne de exportación
Uno de los proyectos en marcha del grupo Millán es el de exportar carne, bajo la cuota 481 (Ndr: cuota de carne bovina de alta calidad que se estableció como resultado de la negociación realizada por Estados Unidos ante la Unión Europea en el marco de la Organización Mundial de Comercio, debido a la prohibición de importar al viejo continente carnes con hormonas de crecimiento).
Actualmente, la familia Millán posee la marca La Embajada, que conforman cortes Premium de vacunos y porcinos envasados al vacío.