La ley de Educación Sexual Integral (ESI) fue sancionada en 2006 y tras 12 años de su promulgación surge la necesidad de revisarla y reformular algunos de sus apartados.
Esta ley establece la necesidad de que la ESI tenga carácter universal, es decir, que abarque a todos los alumnos del sistema educativo promulgando su derecho a recibir educación sexual en los establecimientos educativos públicos, de gestión estatal y privada en todo el país. A los efectos de esta norma, se entiende como educación sexual integral la que articula aspectos biológicos, psicológicos, sociales, afectivos y éticos.
Tiene por objetivo ampliar la información sobre la sexualidad. Parte de la base de que los contenidos se encuentran graduados y adaptados para las edades evolutivas correspondientes, promoviendo la comprensión y el acompañamiento en la maduración afectiva, ayudando (al alumno) a formar su conocimiento sobre sexualidad y preparándolo para entablar relaciones interpersonales positivas y saludables.
Uno de los objetivos principales de la ESI es ampliar el concepto de sexualidad despegándolo del de genitalidad. En la práctica vemos que una vez lograda esta aproximación, las resistencias de algunas familias se modifican y pasan a ser aliados en el trabajo de construir una educación basada en el respeto.
La enseñanza de la ESI se divide en cinco ejes estrechamente vinculados entre sí. Los mismos son: Cuidado del cuerpo y la salud, que propicia el conocimiento sobre los cambios del cuerpo y de la identificación de sus partes íntimas promoviendo hábitos de cuidado de sí mismo y de la salud en general. Ejercer nuestros derechos haciendo referencia a la apropiación de los derechos humanos y orientar una convivencia en sociedad promoviendo el respeto por los demás y el acceso al conocimiento científicamente validado. Valorar la afectividad apunta a que los alumnos puedan reflexionar y expresar emociones y sentimientos promoviendo valores como el amor, la solidaridad, el respeto. Reconocer las perspectivas de género, que tiene que ver con cuestionar y reflexionar sobre los modelos que se han construido en nuestra sociedad a la hora de pensar el ser hombre y el ser mujer, pudiendo identificar prejuicios y formas de discriminación. Respetar la diversidad sexual refiere al reconocimiento y valoración de las manifestaciones de las múltiples diferencias entre las personas.
Dentro de las modificaciones necesarias se ha propuesto dejar sin efecto el párrafo siguiente: "Cada comunidad educativa incluirá en el proceso de elaboración de su proyecto institucional, la adaptación de las propuestas a su realidad sociocultural, en el marco del respeto a su ideario institucional y a las convicciones de sus miembros". Esto es así ya que hay escuelas que amparándose en este apartado, no aplican la ESI. Es grave ya que estarían privando a sus alumnos de un derecho reconocido por la ley. Es justamente este apartado el que pretende sostener la Iglesia Católica a través del documento publicado recientemente.
Quienes trabajamos en la aplicación de la ley de Educación Sexual Integral entendemos que el derecho a la información pertinente, precisa, confiable, avalada científicamente y actualizada no es incompatible con las creencias religiosas de ningún grupo.
La correcta aplicación de la ESI es clave como herramienta para la prevención de los abusos infantiles, de la violencia en las relaciones, de los embarazos no intencionales y de la proliferación de prejuicios estigmatizantes, entre otros aspectos fundamentales.