Esfuerzo y solidaridad de y entre todos

Salvo una mínima porción de la sociedad argentina que aún se resiste a aceptar la cuarentena, el resto parece haberlo comprendido.

Esfuerzo y solidaridad de y entre todos
Esfuerzo y solidaridad de y entre todos

Circula mucho menos gente por las calles; en el transporte público se advierte un fuerte descenso de la cantidad de pasajeros; supermercados, farmacias y otros comercios de primera necesidad implementaron horarios especiales para atender a personas con factores de riesgo; algunos locales vinculados con productos prescindibles en este momento decidieron cerrar para no atender al público; los gimnasios y los centros deportivos suspendieron sus actividades.

Los ejemplos tienden a multiplicarse día tras día. El concepto de base es el mismo: se busca desalentar la circulación social para que la inmensa mayoría de nosotros permanezca en su propia casa. No son pocos, incluso, quienes pueden seguir trabajando desde sus hogares. No estamos acostumbrados, pero necesitamos hacer el esfuerzo.

Lo que se nos pide es un pequeño esfuerzo individual, que ayuda a proteger a toda la trama social. Estar distanciados físicamente, pero unidos en un objetivo que nos trasciende. Cuantos más seamos quienes comprendemos y aceptamos este principio, más nos beneficiaremos todos –incluso aquellos que se resisten o descreen de las medidas adoptadas–.

El distanciamiento social es la primera acción efectiva para contener la propagación del coronavirus, que se transmite por vía aérea en la proximidad de dos personas: un infectado, al toser, estornudar o hablar, lanza partículas virales que pueden depositarse sobre distintas superficies y hasta pueden entrar en contacto con esa persona que está a escasa distancia; eso puede ser suficiente para que la persona sana se contagie al llevarse las manos a la boca, la nariz o los ojos.

La segunda medida efectiva, vale recordarlo, es la higiene personal y domiciliaria. Lavarse con frecuencia las manos y no llevarlas por ningún motivo a la cara, toser y estornudar sobre el pliegue del codo, limpiar periódicamente las superficies del hogar con lavandina diluida en agua y mantener ventilados los ambientes son las más elementales y efectivas.

De nuevo, no se nos pide nada extraordinario, nadie tiene que convertirse en un superhéroe, a nadie se le pide que haga algo para lo cual no está preparado física o emocionalmente.

De este modo, el virus circulará entre nosotros, pero a menor velocidad de contagio. Hay países que cada un día o dos están duplicando la cantidad de casos confirmados.

Un crecimiento semejante satura hasta al sistema sanitario más preparado –de cualquier ciudad o país– en algo más de una semana, dependiendo de la cantidad de unidades que disponga. Eso es lo que tenemos que evitar.

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