Ese devaluado oficio de enseñar

La labor de los docentes está depreciada por la sociedad en general. Especialistas señalan cambios culturales y de paradigmas que llevan a que una parte importante de la población no vea en la escuela una institución de movilidad social. Aportes y propues

Ese devaluado oficio de enseñar

Dice el educador Daniel Prieto Castillo que este es un "indigno tiempo de la supervivencia, del sálvate como puedas, del atropello, de la desconfianza, de la sumisión, de la precariedad intelectual y pedagógica. No planteo una guerra, planteo una tensión no resuelta que viene dejando huellas profundas en la práctica cotidiana de educar".

Y es en esta práctica cotidiana de educar, que los propios docentes y analistas sociales admiten que la profesión ha caído en un desprestigio tal - por las razones que expone Prieto Castillo y por otras- que varias provincias no cuentan con los docentes necesarios como para cubrir los cargos vacantes, que son entonces ocupados por perfiles sin título.

A esto se suma que, según el estudio PISA que los alumnos de 15 años que dicen que quieren ser docentes obtienen resultados muy por debajo de la media nacional, y muy inferiores a quienes proyectan ser ingeniero, con lo cual la profesión cae en picada.

Las causas
Consultados al respecto, desde diferentes ámbitos dieron las posibles causas de este síntoma del sistema educativo. Para el psicólogo social Hugo Fiorens, uno de los motivos principales por los que se da esta situación es la violencia en todas sus formas, desde conducir un auto, pasando por la familia, en el trabajo, por la falta de tolerancia.

"Hay muchos docentes, que trabajan de docentes, pero sin vocación. También hay padres que depositan en los docentes y en las escuelas sus propias frustraciones, malos sueldos, familias separadas, familias con poco tiempo y sin control de sus hijos", dice el especialista.

Y aclara que en realidad ocurre que hay de todo un poco y que es un fenómeno multicausal donde esta fallando la educación en la familia. "En muchos casos en donde hay problemas en las aulas, las mismas corresponden a zonas de mayor vulnerabilidad social donde hay personas que su herramienta de comunicación son los gritos los insultos y la agresión física", destaca.

Ana es profesora de Comunicación Social y advierte que la situación es compleja, como es previsible. Primero destaca que el problema es que grandes sectores de la población ya no ven en la escuela una institución de movilidad social, y junto con esa pérdida, el rol docente pierde también.

"Antes la secundaria era opcional, iban los que querían, o aquellos a quienes los padres querían mandar. Hoy es obligatoria -y no digo que está mal-, pero esa obligatoriedad no ha sido tomada por los sectores como parte de la movilidad social", afirma la docente.

Continúa explicando que muchas cosas se desdibujan y que así algunos van porque los obligan y otros a cuyos padres no les interesa mucho la educación.

"De ahí, el rol docente no se puede ejercer, si te dicen: 'No me dice nada mi papá y mi mamá, qué me va a venir a decir usted'. Y tienen razón. El tema es que se creó la obligatoriedad desde lo formal, pero no lo simbólico, necesario para que sea vivida como necesaria", declara.

Siguiendo con la línea de lo simbólico, la comunicadora indica que si los chicos entienden que lo mejor es tener un celular de última generación a su netbook para estudiar, es probable que lo cambie si se lo ofrecen.

"No es porque el chico sea un vago, un ladrón o mala persona, sino porque dentro de su universo, es más valioso un celular. Todo tiene que ver con los cambios culturales. Y en este tiempo, yo no los he visto, o sí pero muy tímidamente. Es como que la sociedad va por un lado, la escuela por otro, y los gobiernos tampoco ayudan mucho.", indica con tristeza.

Claudia Vallejos es madre de dos chicos víctimas de bulling y además es estudiante de Ciencias Políticas, motivada por las ganas de generar un cambio real a nivel institucional. Lamentablemente, para llegar a esa postura, tuvo que pasar por un derrotero de situaciones muy fuertes.

"Tras un año de golpear puertas pude darme cuenta de la situación en que están los docentes. La mayoría de ellos te dice que no pueden hacer nada, porque el sistema les recibe todas las quejas, pero luego no sucede nada. Si los docentes retan a los chicos encuentran autos dañados, son amenazados, golpeados y se resignan a que las cosas no van a cambiar porque no se pueden defender", describe Claudia.

Y agrega que es por esta razón que muchos están renunciando por pánico o por enfermedades nerviosas. "Esto sucede tanto en escuelas públicas como privadas. Hay docentes que tienen temor de contar lo que les pasa. Te da pena el miedo que han desarrollado. Hay un descreimiento de pensar que nada va a cambiar", desliza.

Adaptarse a los tiempos
Iris Sapag, bibliotecaria del colegio Nacional Agustín Álvarez tiene contacto permanente con diferentes camadas de alumnos, por lo que su palabra es válida a la hora de evaluar la labor profesional de los docentes.

"Debemos adaptarnos a los nuevos tiempos: la tecnología ha sido un factor preponderante y aliado de la actividad educativa, junto con la cual, el docente debe insertarse activamente con métodos que puedan revolucionar y sorprender a la clase. No se puede persistir con el uso de  las mismas herramientas, ni planes de estudio con las que dicho docente fue preparado y capacitado, quizás 10 ó 15 años atrás, para capacitar a chicos que en 10 ó 15 años más intenten incorporarse al mercado laboral", define con claridad.

Y agrega que la baja valoración del rol docente, de la importancia y trascendencia de la persona que "está ahí" para compartir conocimientos, para enseñar y también, por qué no, aprender, escuchar y comprender es uno de los factores fundamentales que deben ser tenidos en cuenta.

Sapag considera que son limitadas acciones que un docente puede disponer frente al aula, inserto en una realidad que lo deja sin respaldo, se encuentra desamparado, obligado a tener que acordar con el alumno pautas mínimas de convivencia en el aula, aunque esto, en definitiva, quite protagonismo y lo postergue.

Lo verdaderamente importante, aclara, es la transmisión y adquisición de conocimientos que aporten valor a la vida intelectual y social del alumno, y que convierta así, ese conocimiento, en una válida y genuina herramienta de trabajo o estudio.

"El conocimiento pierde valor frente al paso del adolescente por el secundario que termina siendo casi obligado y fugaz o sólo para cumplir. Esto, irremediablemente, se hace notorio y queda evidenciado cuando se desea ingresar a un nivel educativo superior", opina.

Para finalizar, reflexiona que se deben tomar acciones que tiendan a cambiar este panorama, donde los docentes con dedicación y esfuerzo, aunque con sueldos insuficientes, desprotegidos y desvalorizados deben presentarse a dar clases a pesar de todo.

Un gran interrogante
La profesora en Filosofía Alejandra Olaiz se pregunta si la escuela no ha muerto -emulando la postura nietzscheana respecto de la religión- y se contesta con una propuesta muy interesante. Para comenzar con su idea, cuestiona que los docentes y la sociedad en general utilizan el término alumno sin interrogarse por el significado de esa palabra.

"Esa palabra tan obvia, encierra una concepción pedagógica: el alumno es el sin - luz, por ende, el docente sería el que ilumina a sus discípulos; estamos frente a un vocablo pero también frente a una educación direccional, frente a un paradigma donde el adulto - docente es el que sabe y el alumno es una tabla rasa", explica.

Continúa diciendo que la explosión de la docente del D.A.D, nos permitió a los mendocinos, detenernos para pensar qué sucede en nuestras escuelas.

"Se instaló el debate. Se discutió desde muchas perspectivas, y desde allí analizo otras aristas:  ¿qué lugar les damos a las materias, a las carreras humanísticas como Literatura o Filosofía?, ¿qué lugar ocupa en nuestra sociedad un docente?, ¿cómo aparece el respeto en las relaciones intersubjetivas institucionales?, ¿cuáles son los desafíos para la educación?, ¿formar para qué?, ¿cómo revisamos los paradigmas vigentes?", se pregunta retóricamente.

Parte de la respuesta a estos interrogantes, según Olaiz, se dirigen a que no hay que buscar culpables sino al contrario, responsabilizarnos todos, desmitificando ideas. "Podemos (y debemos) incluir, exigiendo, de lo contrario estamos subestimándonos como sociedad", indica.

Y continúa: "Si la escuela ha muerto, nos referimos a prácticas y concepciones obsoletas. Si la escuela no ha muerto, es porque depositamos en esta institución, toda la fuerza crítica y transformadora. Lo planteamos como una pregunta, para abrir la posibilidad de pensarnos".

Crece la matrícula, pero pocos egresan

Desde la secretaría académica de la facultad Elemental y Especial de la Universidad Nacional de Cuyo, que forma docentes de nivel inicial, primario y especial, destacaron que pese a que el desprestigio de la carrera docente es real, la matrícula aumentó 300% en cuatro años.

"En 2011 ingresaron 250 alumnos, mientras que para este año la matrícula fue de 750. El problema se da con la relación ingreso versus egreso, porque son muy pocos los que terminan de cursar. Esto se da por varios motivos, entre ellos porque se anotan en las carreras pensando que es una forma de obtener un título universitario fácilmente y no es así", explicó Ana Sisti, secretaria Académica de la facultad.

Por otro lado, agrega que desde la DGE se permite que los estudiantes puedan dar clases debiendo hasta 10 materias -el promedio para que un alumno se reciba es de 5 a 6 años- con lo cual toman cargos como maestros suplentes y los renuevan sin seguir estudiando. Esto va en desventaja con la calidad educativa.

A ello hay que sumarle que abogados, ingenieros y personas de otras profesiones no docentes para cubrir cargos en las escuelas. "Tenés gente dando clases que no está debidamente formada", admite en tono crítico.

En este panorama, el del desprestigio de la carrera docente, la especialista agrega que debe tenerse en cuenta la realidad de las instituciones, donde se deben enfrentar a chicos con un nivel de agresión muy grande producto de lo que traen desde sus hogares.

"Lo que ocurre es que se minimiza la tarea, se dice que cualquiera puede hacerlo y no se la considera una profesión importante. Socialmente se ha ido desdibujando el rol sin ver la importancia que tiene el docente, que es quien capacita a los futuros adultos que van a sostener el país", añade Sisti.

Por último explica que desde los ámbitos políticos tampoco hay ayuda. "Te bajan material que tenés que replicar y no te queda margen para poder abrir otros caminos, otras brechas. Se piensa en una educación homogénea sin notar que hay diversidad social, cultural y de aprendizaje entre muchas otras", finaliza Sisti.

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