La "escuelita” que emergió del desierto

Camino a Lagunas del Rosario, en la Posta de los Médanos, un reluciente edificio posibilitará que 30 chicos de la comunidad huarpe dejen las escuelas albergue. Las lágrimas y discursos grandilocuentes de un día difícil de olvidar. <b>Mirá el video</b>.

La "escuelita” que emergió del desierto
La "escuelita” que emergió del desierto

Una huella de tierra quiebra la monotonía del asfalto de la ruta 40. Camino adentro y en dirección al Este, en línea recta primero y después serpenteando el secano lavallino hacia Laguna del Rosario, emerge solitaria la nueva escuela de Posta de los Médanos, la 1-748 Sin Nombre. De todas maneras, tal vez el nombre no sea lo más importante, ya que siempre será “la escuelita de los médanos”.

“Más adelante pensaremos en un nombre”, dice Ubaldo Rivas, nuevo director del establecimiento que educará a 30 chicos que viven en el secano y que, antes de que el cemento se comiera la arena para edificar las aulas, tenían que concurrir a una escuela albergue, a más de 10 kilómetros.

Ubaldo, durante su discurso en el pomposo acto de inauguración, abrió con un llanto ahogado por la emoción un camino que ni el propio gobernador Francisco Pérez pudo evitar.

Pero esta crónica comienza antes de las lágrimas en honor a la escuela que emergió del desierto. El viejo reclamo de la comunidad huarpe que habita los médanos y que subsiste con la crianza de chivos y el corte del junquillo terminó el jueves, con el corte de cintas en manos de Pérez, que llegó acompañando por el intendente Roberto Righi y una gran comitiva.

Entre el jarillal, la arena y las huellas que serpentean la Posta de los Médanos se edificó una obra de 600 m2. Hasta el lugar, a 80 kilómetros de la ciudad, llegaron camionetas y vehículos 4x4, ya que esas dunas son traicioneras y arribar en un coche de calle es casi imposible.

Allí esperaban los 30 chicos que habitarán las aulas a estrenar, sus familias y miembros de la comunidad. Hasta allí llegó también “la política”.

El "ABC"

Para cualquier presidente, gobernador o intendente, el hecho simbólico de inaugurar obras alimenta la gestión, y si es un hospital o una escuela, mucho mejor, está en el “ABC” de la política.

Por eso, hasta ese lugar perdido en el (mal llamado) desierto llegaron, además del gobernador, varios funcionarios de la DGE y de Infraestructura, la banda musical del Liceo Militar, los del catering, la prensa y otros personajes secundarios. Sin dudas, un evento que será difícil de revivir por esos pagos.

A la llegada del mandatario le siguieron las postales de rutina: las felicitaciones al director, el abrazo con el intendente, los besos a los chicos, los respetos hacia los miembros de la comunidad, más besos a los chicos.

Una vez tijereteada la cinta, más abrazos y el estruendo de la fanfarria para la celebración. De a poco, todos se acomodaron en el reluciente SUM, sigla que la arquitectura contemporánea le ha dado a un salón.

Lágrimas por contagio

La “escuelita de los médanos” era una obra anhelada por una comunidad que tuvo que mandar a sus hijos a escuelas albergue. Previo a su construcción, como podían y cuando podían, recorrían entre 12 y 14 km para asistir a las escuelas Pablo Pizzurno, del distrito San José, o a la Elpidio González, de Laguna del Rosario. Ahora, aquel sendero se acortó a 1 o 2 km, o menos.

“Tenemos la oportunidad, tenemos la necesidad, tenemos los alumnos y el edifico nuevo, el resto depende de nosotros”, fueron las palabras de Ubaldo justo antes de decir “gracias” y romper en llanto. El maestro y su esposa educarán y contendrán a los 30 alumnos que ingresarán a las 9 y se irán a las 17, con la posibilidad de volver todos los días a su casa.

El sentido sollozo del educador hurgó y encontró una veta que sintieron todos los presentes; era una sensación de que “hacía falta”.

“Ha sido difícil para llegar acá”, soltó Eudes Nievas, que conduce la comunidad huarpe de Lagunas del Rosario y lleva sobre sus espaldas el eco de sus pares. En sus palabras también hay mención al ex gobernador Celso Jaque, aquel que puso voluntad para la escrituración de sus tierras.

“De la política lo que queda son los valores humanos”, puntualizó a su turno Righi, que no perdió oportunidad y sostuvo inflando el pecho: “No todos los gobiernos tuvieron esta decisión”.

Sonrisas, miradas de aprobación por la tarea concluida y aplausos, el banquete se sirve para las palabras finales de Francisco Pérez.

Hay que decirlo, a esa altura, con el aroma a los chivos asándose en las afueras de la “escuelita”, el gobernador ya ha moqueado de lo lindo. “Estos son los momentos en la vida de un actor político que enriquecen el alma”, lanzó “Paco” para dar con la tónica y luego rememoró: “No es casual que el camino de concretar un sueño que era gobernar esta provincia la hayamos iniciado juntos con el Celso (Jaque) y el Roberto (Righi)”.

Mientras tanto, los chicos sentados prolijamente y con el guardapolvo recién lavado, esperaban en silencio que los que fueron dijeran lo que tenían que decir. Habían preparado un acto que incluía cueca, gato y cierre con chacarera. Estaban nerviosos o más bien ansiosos. También recibieron pelotas nuevas y de todos colores para disfrutar en el playón deportivo.

Tras las lágrimas y la voz quebrada del gobernador (“Nos vamos felices y con un gran aprendizaje”), llegó el almuerzo. Después, la comitiva oficial se fue a Gustavo André a inaugurar una obra de gas.

En ese después, allí en la Posta de los Médanos, lejos de la parafernalia que deslumbró por unas horas al secano que dice presente con carencias, la Escuela  1-748 Sin Nombre empieza a escribir su historia. Allí, donde todos se conocen.

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