"No hay nada mejor que producir tus propios alimentos, por eso aprender a hacerlo para nuestros chicos es muy importante ya que ellos lo transmiten en sus casas", comentó Silvia Mangani, directora de la escuela N° 1-344 "Carlos Octavio Bunge", ubicada a 30 kilómetros del Kilómetro Cero de San Rafael.
Hace dos años los alumnos de la escuela junto a la docente Lucía Araya iniciaron un proyecto para producir humus de lombriz. Lucía lo hacía en su casa y por esa razón llevó la idea a la escuela, para dar una solución al problema de los residuos domésticos del distrito.
La iniciativa prendió en la comunidad educativa que comenzó a ver que se podían utilizar las cáscaras de huevo, de frutas o restos de verduras para un lombricario y así producir humus de lombriz.
A esta escuela rural, que se encuentra en el callejón Bargna, en el distrito de Las Malvinas, asisten a diario 76 chicos, ya que brinda formación desde jardín de 4 años hasta 7° grado, con un plantel docente de 12 personas y 4 celadoras.
Esta humilde escuela, donde se respira la tranquilidad de los lugares alejados de la ciudad, comercializa el humus de lombriz con diferentes viveros que ya tienen asegurado una cantidad de material. Pero como la producción excedía las ventas decidieron darle otro destino, y se lanzaron a realizar una huerta orgánica en parte del terreno de la escuela.
Zapallos, melones, zanahorias, acelga, lechuga, maíz son algunos de los cultivos que con esmero y dedicación cuidan los chicos a diario. "Todos esos alimentos de nuestra propia huerta se incorporan al comedor escolar", comentó la directora.
Es que todos los días almuerzan en el establecimiento todos los chicos, incluso los que no se quedan a la doble jornada. "Comen y luego se van a su casa", agregó. Por la tarde, se les da una merienda que incluye dulce de zapallo realizado con el zapallo de la huerta, pan casero que amasan las celadoras y té, " a pesar que no tenemos la copa de leche -les retiraron la partida- la escuela se encarga que a los chicos no les falta una merienda, en especial en invierno.
El hecho de aprender a utilizar los residuos orgánicos en un lombricario y generar humus de lombriz, hizo que algunos de los chicos quisieran replicar la experiencia en su casa. "Una de las nenas se llevó lombrices y lo hace con su familia", contó una de las maestras, mientras que los chicos trabajaban en el riego de la huerta.
El ejemplo enseña a veces más que las palabras. La solidaridad también se contagia al vivirla, y en eso estos docentes dan cátedra. Lucía y el celador compraron una zaranda mecánica para su labor particular y se la prestan a la escuela cuando hace falta Zarandear el material.
Pero el trabajo no termina en el lombricario y el cultivo, cuidado de la huerta y la cosecha, ya que con el excedente de producción se hizo dulce de zapallo que además de consumirlo en la escuela, lo venden con etiquetas que los mismos estudiantes elaboran en la hora de informática. Hasta el año pasado la huerta tenía dos espantapájaros que hicieron los más pequeñitos, pero el viento, la lluvia y la nieve terminaron por destrozarlos.
Para toda esta tarea reciben la colaboración del INTA quien les entregó semillas y visita la huerta para ver si hay alguna problema, hacer control de plagas y aconsejarlos en cómo actuar en caso de distintas contingencias como las heladas. También el Departamento General de Irrigación los ayuda con herramientas.
A pesar de todo, esta comunidad educativa carece de un espacio adecuado tanto para utilizar de comedor como para los actos o para los días de frío. "No tenemos un salón de usos múltiples, sólo esta pequeña galería donde al almorzar sólo pueden estar los más chiquitos, mientras los más grandes comen en las aulas", contó a Los Andes, la directora.
75 aniversario
La escuela funciona en el actual edificio desde 1956, aunque fue fundada en 1938 por lo que el jueves cumplió 75 años. Muy cerca todavía está el viejo edificio escolar, donde se comenzó a dictar clases entonces, en forma muy precaria.
En 1983 se hizo un concurso para darle un nombre al colegio, ya que el vecino que donó el terreno -Bargna- lo quiso de ese modo. Así se le colocó el nombre de Carlos Octavio Bunge, sociólogo y jurista, que desarrolló una acción intelectual muy destacada en Argentina, la cual llegó a extenderse a Iberoamérica, y sus familiares son actualmente los padrinos del establecimiento.
Para celebrar el cumpleaños la escuela preparó un acto donde participó la mayoría de los chicos. Antes se hizo un concurso para elegir el logo de la escuela, los chicos de 1° a 5° hicieron poesías alusivas, y se montó una muestra de fotografías que testimonian el paso del tiempo de este establecimiento tan importante para la zona.
"Cumplir años es una alegría para toda la comunidad educativa y la queremos compartir con todos", expresó Mangani. "Por eso el souvenir es un pequeño frasco del dulce de zapallo que los mismos chicos producen", agregó orgullosa de las actividades que realizan juntos los alumnos y los maestros del establecimiento.