Una alumna desliza el arco sobre su violín en una clase personalizada, mientras otra baja por las escaleras llevando un contrabajo y un tercero afina la guitarra aprovechando el calor del sol.
Es un día más en la Escuela de Música que pertenece a la Facultad de Arte y Diseño (FAD) de la UNCuyo, donde estudian unas 830 personas para convertirse en profesionales.
Allí se dictan 25 carreras que van desde licenciaturas en diferentes instrumentos de orquesta, canto, composición musical, dirección coral, música popular, hasta profesorados de grado universitario, entre otras.
La institución fue noticia esta semana luego de que las autoridades universitarias inauguraran la segunda etapa del edificio al que se mudaron en 2010, lo que permitirá que sus alumnos dejen de recibir el cursado en distintos lugares del predio universitario y tengan clases en aulas acustizadas con moderna tecnología.
Cada año ingresan a la Esceula 130 alumnos en promedio, tanto de Mendoza como de otras provincias y hasta de Chile. Una de sus carreras más buscadas es el profesorado de grado universitario en Música.
“No es sólo una escuela de música. Es un grupo de carreras musicales dentro de la Facultad, ya que si bien nace como una escuela o como conservatorio, hoy tiene articulación con el resto de las carreras de arte, lo que no ocurre en otros países del mundo”, explica Arturo Tascheret, secretario académico de la FAD.
Detalla que la institución integra un abanico de caminos de formación en la música, desde las carreras más tradicionales hasta las más novedosas.
“Como es el caso de la licenciatura en Música Popular. Es de las primeras carreras universitarias de su tipo en el país. Si bien está orientada a varios instrumentos, la idea es ampliarla aún más”, dice Tascheret.
El secretario académico cuenta que cada año reciben aproximadamente un 50% más de aspirantes que los que realmente ingresan porque, entre otros motivos, muchos carecen de la formación previa necesaria: "El ingreso no es excluyente, por eso se les ofrece un ciclo de introducción a los estudios musicales, ya que para hacer estudios superiores de música se necesita una formación y una alfabetización musical previa".
El vocero de la facultad asegura que la cantidad de alumnos que buscan ingresar se mantiene constante, con algunos picos cuando, por ejemplo, abren alguna carrera que era demandada.
También reconoce un fenómeno de acercamiento a la música gracias a los programas de orquestas barriales que se vienen desarrollando en los últimos 15 años.
“Se tomaron experiencias latinoamericanas en las que las orquestas cumplen una función social y comenzaron a desarrollarse políticas para apoyarlas, lo que repercutió en mayor interés en ciertos instrumentos que antes sólo parecían reservados para ciertas clases sociales”, observa.
Clases individuales
A diferencia de la mayoría de las facultades donde las clases generalmente son masivas, en la Escuela de Música los alumnos tienen materias donde sólo se encuentran ellos con los profesores.
“Hay prácticas en las que es necesario supervisar el seguimiento del estudiante, que requieren escuchar y escuchar porque, si bien se está expresando un aspecto técnico, también lo personal se pone en juego”, precisa el secretario académico.
Leopoldo 'Polo' Martí, profesor de cuatro materias en diferentes carreras, explica que las clases individuales se corresponden a una forma de enseñanza de tradición europea: "Permite desarrollar las técnicas con cada uno de los alumnos".
El conocido músico mendocino remarca además que en cada carrera hay materias troncales y otras vinculadas al hacer musical de cada especialidad: “También hay materias de ensamble donde se reúnen distintos instrumentos”.
Una de las dificultades a la hora de acceder a estas carreras cuando se orientan a instrumentos es, justamente, el alto precio de los mismos.
"Tenemos algunos que prestamos porque los chicos no tienen y otros porque sería imposible movilizar, como por ejemplo el piano", cuenta Martí.
La Escuela incentiva a los alumnos a que compren su primer instrumento entre los más baratos y que luego, con el tiempo, inviertan en otro mejor.
“Para empezar con algo básico, una flauta puede valer unos 1.000 dólares, lo mismo que una guitarra”, ejemplifica el docente.
Buena salida laboral
La salida laboral de los egresados de la Escuela de Música es variada: desde el dictado de clases en escuelas hasta formar parte de orquestas sinfónicas, agrupaciones, ser solista, entre otros.
"Los egresados están altamente capacitados, incluso antes de terminar son solicitados porque hay una demanda en las orquestas del país, sobre todo en algunos instrumentos", remarca Tascheret.
Camila Millán (25), alumna de la licenciatura en Música Popular con orientación en guitarra, también estudió Comunicación Social pero se quedó con esta carrera para tener una ocupación en torno a la música. "Me interesó conseguir más herramientas y meterme más en el mundo folclórico", relata.
Algunas de las materias que ella cursa son Armonía, Morfología y Música Popular. "Los exámenes de las materias prácticas no son los convencionales de teoría sino que tienen que ver con la ejecución. Pero no se evalúa sólo el momento del examen sino todo el proceso", dice.
Ella es cantautora, dicta clases de guitarra y además participa en una murga: “Estoy en la música de una manera independiente, que es lo que más me gusta”.
Karim Villalba (28) es egresado de la licenciatura en Guitarra Clásica y estudiante de Composición. "En mi caso siento que la facultad es una parte importante de mi formación, aunque no es la única", asegura.
Durante el cursado tuvo compañeros de Chile pero también de provincias como La Rioja, San Juan y Neuquén. "Nuestra escuela es referente en la música popular, pero además más económica para compañeros trasandinos que vienen a estudiar acá", explica el joven músico, que es jefe de cuerdas en el Coro Universitario y trabaja como profesor de Ensamble en una escuela artística vocacional.
El esperado edificio
La Escuela de Música de la UNCuyo estrenó el martes la segunda etapa de su edificio, que cuenta con tecnología acústica única en el país.
Luego de una historia de reclamos y dificultades, los estudiantes podrán desempeñar sus actividades en salas que pueden "soportar" 100 decibelios (dB) y no ser escuchados en espacios contiguos.
En 2010 se concretó el traslado de la Escuela desde el antiguo edificio en calle Lavalle hacia otro en el predio universitario, pero lo que parecía un sueño se fue desmoronando con el paso de los días.
Es que la primera parte del inmueble mostró serias deficiencias en la impermeabilización de los techos y la acustización de las diferentes salas.
Ante las quejas de los alumnos, se construyó un sobretecho para evitar filtraciones, se mejoró la iluminación y empezó la construcción de la segunda etapa con especial consideración en el aislamiento de los salones.
Si bien el sector recién inaugurado todavía no cuenta con el mobiliario necesario para el dictado de clases, esperan que lo coloquen para poder estudiar con mayor comodidad.