Escrutinio del Islam

Escrutinio del Islam

Extremistas islamistas decapitan a periodistas occidentales en Siria, masacran a miles de iraquíes, asesinan a 132 escolares paquistaníes, matan a un soldado canadiense y toman como rehenes a clientes de un café en Australia. Ahora, dos hombres armados hicieron una matanza de 12 personas en la oficina de un periódico parisino.

La ola de horrendos ataques en nombre del Islam está impulsando un angustiado debate entre musulmanes aquí, en El Cairo, el corazón del mundo islámico, con respecto a la razón por la cual su religión aparece mencionada con tanta frecuencia como una causa de violencia y derramamiento de sangre.

La mayoría de los académicos y los fieles dice que el Islam no es más violento de manera inherente que otras religiones. Sin embargo, algunos musulmanes -más notablemente, el presidente de Egipto- argumentan que el entendimiento contemporáneo de su religión está infectado de justificaciones para la violencia, requiriendo que el gobierno y sus clérigos oficiales corrijan la enseñanza del Islam.

“Es increíble que el pensamiento que consideramos sagrado impulse a la comunidad musulmana a ser una fuente de inquietud, temor, peligro, asesinato y destrucción para todo el mundo”, lamentó la semana pasada el presidente egipcio, Abdel-Fattah el-Sissi, en un discurso ante los clérigos del círculo oficial religioso. “Es necesario pararse rigurosamente”, les dijo, llamando nada menos que a “una revolución religiosa”.

Sin embargo, otros insisten en que las fuentes de la violencia son alienación y resentimiento, no teología. Ellos argumentan que los autoritarios gobernantes de estados árabes -quienes han intentado a lo largo de las décadas controlar la enseñanza musulmana y la aplicación del derecho islámico- han desatado una violenta repercusión expresada en ideas y lenguaje religiosos.

Promovido por grupos como el Estado Islámico o Al Qaeda, ese discurso hace eco a través de comunidades musulmanas en sitios tan distantes como Nueva York o París, cuya influencia y cultura se sigue materializando sobre buena parte del mundo musulmán.

“Algunas personas que se sienten aplastadas o ignoradas irán hacia el extremismo, y usan la religión porque eso es lo que tienen a la mano”, dijo Said Ferjani, oficial del principal partido islamista de Túnez, Ennahda, al referirse al fenómeno más amplio de la violencia en nombre del Islam. “Si te atacan y tienes un tenedor en la mano, devolverás el ataque con un tenedor”.

Jaled Fahmy, historiador egipcio, estaba enseñando en la Universidad de Nueva York el 11 de setiembre de 2001, después de lo cual las ventas del Corán se dispararon porque los lectores buscaban explicaciones religiosas para el ataque en contra de Nueva York. “Nosotros intentamos explicar que ellos están formulando la pregunta equivocada”, dijo. La religión, argumentó, era “solo una fachada” para la ira hacia los disfuncionales estados árabes que fueron dejados atrás por potencias coloniales y la condescendencia “orientalista” que muchos árabes aún sienten de Occidente.

"Los estados árabes no han cumplido con lo que se supone que deberían cumplir y eso solo puede llevar a un profundo sentido de resentimiento y frustración, o a la revolución", dijo. "Es la no-violencia la que necesita ser explicada, no la violencia".
Solo un pequeño número de musulmanes responsabiliza directamente a la religión misma.

“¿Qué ha hecho ISIS que Mahoma no hizo?”, preguntó hace poco un franco ateo, Ahmed Harqan, en un programa de entrevistas por televisión aquí, usando una abreviatura para el grupo Estado Islámico, para argumentar que el problema de la violencia era inherente al Islam.

Considerado casi blasfemo por la mayoría de los musulmanes egipcios, su desafío provocó semanas de indignación por parte de estaciones religiosas de transmisiones de corte islámico e impulsó programas de seguimiento que han sido muy vistos. En debates posteriores en el mismo programa, Salem Abdel-Gelil, académico del instituto Al Azhar, patrocinado por el Estado, y ex oficial del ministerio que supervisa mezquitas, devolvió el golpe con versos sobre tolerancia, paz y libertad.

Pero entonces, advirtió que, bajo el sistema legal de Egipto, infundido de religión, la aceptación pública del ateísmo pudiera llevar a sus oponentes a la cárcel. “Cuando una persona sale y promueve su herejía, promueve su depravación y justifica su apostasía sobre la base de que el “Islam no es bueno’, entonces ahí está el poder judicial”, dijo el Jeque Abdel-Gelil. “El poder judicial lo atrapará”.

M. Steven Fosh, politólogo por la Universidad de California, en Berkeley, buscó cuantificar la correlación entre el Islam y la violencia. En su libro, “¿Son distintos los musulmanes?”, encontró que los índices de asesinato eran sustancialmente menores en países con mayoría musulmana y los casos de violencia política no eran más frecuentes.

A lo largo de un período de 15 años que terminó en 2008, militantes islamistas fueron responsables de 60 por ciento de bombazos terroristas con alto número de bajas, arrojó su estudio, pero casi todos se concentraron en apenas un puñado de países con mayoría musulmana en el contexto de mayores conflictos que estaban ocurriendo; lugares como Afganistán después de la invasión de Estados Unidos o Argelia después de la ocupación militar.

“¿Es violento el Islam? Yo diría que absolutamente no”, dijo Fish en entrevista. “Hay muy poca evidencia empírica de que el Islam sea violento”.

Amr Ezzat, investigador por la Iniciativa Egipcia por los Derechos Personales, argumentó que los clérigos oficiales y los yihadistas coinciden en un aspecto: ambos dicen que “el Islam es la fuente de la autoridad del Estado, y que todos deberíamos ser gobernados por la ley islámica”.

Hay quienes dicen que también es ingenuo esperar que gobiernos opacos como el de Egipto, que no pueden proveer cuidado de salud o educación, se desempeñen mejor encabezando la reforma religiosa.

“En una sociedad autoritaria, no hay espacio para el debate razonado, así que no causa sorpresa que el irracional discurso religioso vaya a florecer en ciertas zonas de Egipto el mundo árabe”, argumentó Mohammad Fadel, académico legal egipcio-estadounidense en la Universidad de Toronto. “Sin embargo, la respuesta de estos gobiernos ha sido la de redoblar la represión, y es probable que eso solo incremente el extremismo”.

Un puñado de investigadores que no eran musulmanes en Occidente -típicamente, fuera de la corriente prevalente de la academia- busca formar un argumento en el sentido de que el Islam es inherentemente más violento que el judaísmo o el cristianismo poniendo de relieve ciertos versos coránicos. Sin embargo, ellos luchan por disipar con explicaciones pasajes aprobadores sobre violencia en otros textos religiosos, tal como el libro de Joshua en el Viejo Testamento, el Libro de Revelación en el Nuevo Testamento, o la declaración atribuida a Jesús por el escritor del Evangelio, Mateo, en cuanto a que “Vengo no a traer paz, sino una espada”.

Raymond Ibrahim, el autor de “Crucificado de Nuevo: Exposición de la nueva guerra del Islam en contra de los cristianos”, argumentó en una entrevista que los pasajes en la Biblia son descriptivos pero que los coránicos son prescriptivos. Sin embargo, la mayoría de los académicos dice que ese tipo de distinciones son cuestiones de interpretación.

Académicos musulmanes de la corriente popular en el mundo árabe o en Occidente hacen énfasis en las órdenes del profeta Mahoma con la piedad y el perdón, su prohibición de “coerción en cuestiones de religión”, o su exhorto de contenerse incluso en defensa propia. “Pelea en la causa de Dios en contra de quienes pelean contigo, pero no transgredas límites”, lee un verso. “Dios no ama a los transgresores”.

Emad Shahin, el editor de la Enciclopedia Oxford del Islam y Política, comparó la discusión de la violencia en la tradición islámica con las enseñanzas de “guerra justa” de la Iglesia Católica. Pero, debido a la historia específica de colonialismo occidental y respuestas árabes, argumentó, el Islam ahora proporciona una efectiva forma de apelar a sentimientos de identidad, comunidad, justicia, libertad y nacionalismo todo de una sola vez. “Va toda enrollado en uno”, dijo.

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