“Pinta tu aldea y pintarás el mundo”, afirmaba León Tolstoi, sentencia infinitamente repetida y siempre iluminadora de un gran sentido humanista. Escribir sobre “la propia aldea” tiene un encanto especial, es zambullirse por momentos en el propio pasado. Ex intendentes, funcionarios, empresarios, descendientes de personajes destacados, creadores de clubes y sus hinchas que han sido nuestros vecinos, se convierten en fuentes orales de la investigación. Algunas de sus anécdotas las conocemos como moradores de la comunidad y otras nos sorprenden como historiadores.
Por otra parte, escribir una historia de un departamento es un gran desafío. Siempre habrá aspectos que quedan injustificadamente en el olvido. Como reza una tradicional sentencia: “Todo libro de historia es necesariamente incompleto”. Habrá tantas miradas sobre el pasado como vecinos interesados en él tiene el departamento. Es deseable hacer un esfuerzo por deponer los enfoques particulares y hacer foco en lo que nos une.
Centrar la visión en la historia de todos, en esa identidad de comunidad que avanza y se expande al ritmo del progreso de las calles, las plazas, las fiestas, los clubes, los habitantes. Esa identidad se ha construido a lo largo de más de dos siglos y se ha consolidado en los últimos 30 años de democracia sin interrupciones. Todo departamento está incluido en un contexto mayor: el tiempo y el espacio de todos los argentinos y mendocinos.
Exponer la historia de una comunidad en conexión con ciertos hitos de lo nacional y provincial posibilita una mirada integradora del pasado y da sentido a la trayectoria de la comunidad. También es interesante describir los hechos destacados del pasado que han impactado en la memoria colectiva de los vecinos y que van construyendo la identidad comunitaria.
Dentro de ese contexto mayor y nacional, transitamos el Bicentenario de la Independencia Argentina (1816-2016). Existen acontecimientos departamentales relacionados histórica o nominalmente con esa conmemoración. Por ejemplo, el ilustre mendocino, Tomás Godoy Cruz, cuyo apellido lleva un departamento de Mendoza, fue diputado por Mendoza al Congreso de Tucumán y portavoz de las ideas independentistas del General José de San Martín. Fue una figura fundamental para acelerar la Declaración del 9 de Julio de 1816.
Transmitir éstas y otras historias relacionadas con el cómo y el porqué se conformó de este modo nuestra comunidad es fundamental para el compromiso de las actuales generaciones. La memoria colectiva es constructora de identidad, nos conecta con la labor y la entrega de “los que fueron”; nos posibilita la comprensión del presente, “los que son”; y nos compromete con el futuro, “los que vendrán”. Ya lo afirmaban los griegos en el siglo V aC: “Nadie se compromete con lo que no conoce”. Sin memoria, el sujeto y las sociedades pierden su cohesión, viven en un presentismo superficial (sin raíz en el pasado ni proyecto existencial) y descuidan la capacidad para construir el futuro y para aprender de sus errores pasados.
Ceñirse a la verdad histórica y dinamizarla con el compromiso del hombre contemporáneo posibilita resignificar el pasado, dar un sentido al presente y atisbar su proyección al futuro. En el proceso de documentar la realidad y de escribir es conveniente equilibrar y vivenciar las tres dimensiones de la temporalidad.