Un mal presupuesto

Un mal presupuesto
Ley de presupuesto en Diputados

Como es habitual, una vez más el Congreso aprueba un presupuesto que mantiene un enorme déficit fiscal, propio de nuestro régimen estatista y de gobiernos desordenados e irresponsables, como el actual. La historia del incontenible gasto público en nuestro país y, en lo que se refiere solamente al empleo estatal, muestra un hecho curioso por su lejanía en el tiempo y, a la vez, lamentable, por sus nocivas consecuencias.

Nicolás Avellaneda decía en su mensaje al Congreso, en mayo de 1876, que se debía “hacer las reducciones posibles en el número de los empleados y en sus sueldos. Así se practica la economía sin daño público, y habremos contenido la empleomanía, (…) que principia a desenvolverse como una enfermedad social”.

Esta “enfermedad”, especialmente agravada durante los gobiernos peronistas, ha causado un gran daño y lo seguirá haciendo hasta que no se produzca una importante reducción del desmesurado aparato estatal, en sus tres niveles, nacional, provincial y municipal con el fin de disminuir el formidable número de agentes públicos; incluyendo, por supuesto, el de los excesivos y acomodaticios cargos políticos.

Se puede decir que, en el escenario laboral, los empleados del Estado son privilegiados. Hay varias razones para tal aseveración, pero la principal, que demuestra una injusta diferencia, es la de tener el trabajo asegurado de por vida. Es un enorme privilegio que no lo tienen el resto de los trabajadores ni muchos menos, obviamente, quienes lo hacen en forma independiente o por cuenta propia. A pesar de ello, los gremios estatales, siempre pretenciosos, continúan exigiendo más y más ventajas.

Debo agregar que yo también fui empleado del Estado por casi 40 años, igualmente privilegiado, ahora jubilado, pero nunca ciego ni irreflexivo ante la realidad.

Aclaración: Según la RAE la palabra “empleomanía” significa “afán de obtener un empleo público”.

Leo Lardone DNI 8.030.088

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