Un año más de decadencia se suma a los últimos 80, que dieron por tierra con esta promisoria nación, la Argentina, al imponerse en el poder, desde entonces, el estatismo peronista; el radicalismo, acomodaticio y los desafortunados golpes militares. Sus gobiernos, conducidos por una dirigencia incompetente, provocaron sucesivos, graves episodios de desorden y derrumbe institucional, social y económico. La Argentina próspera, capitalista y republicana quedó a mitad de camino. Nuestro país llegó a estar entre las 6 naciones más importantes del mundo en las primeras décadas del siglo XX. El sacrificio, la cultura del trabajo, y el deseo de progreso de los inmigrantes europeos y descendientes se fue diluyendo y esos valores han sido cambiados por la mediocridad de una sociedad pedigüeña y dependiente del Estado.
A partir de 1946, el sindicalismo se constituyó en la más importante de las fuerzas de apoyo del partido peronista. Sus dirigentes, en general, se han enriquecido y eternizado en sus cargos y dedicado más a la actividad política que a la defensa de los trabajadores. Otro de los males, más recientes, son los movimientos sociales piqueteros que alcanzan tal protagonismo que en algunos aspectos han modificado los principios básicos constitucionales, al imponerse por fuerza, prepotencia y extorsión.
Lo que necesitan los ciudadanos es más y mejor educación como la mejor y, quizás, única manera de defenderse de los embates del populismo y la demagogia y así, posiblemente, comenzar a pensar en la perspectiva de un futuro mejor.
Leo Lardone. DNI 8.030.088
