Esta misteriosa virtud constituye la “ciencia de la paz” como bien lo indica su nombre.
Hay momentos en que las contrariedades fluyen apretadamente en nuestras vidas: se corta la luz cuando estamos haciendo un pago on line, se descompone el coche cuando debemos llevar a internar a un familiar al hospital, llueve cuando hemos programado con mucha antelación y entusiasmo una caminata por la montaña, etc…
En dichas situaciones no queda otro recurso que la paciencia antes de caer en la frustración e impotencia.
Esa virtud debe manifestarse en su justa medida pues como todo exceso, si es demasiada lleva a la pérdida de la dignidad y la energía en la lucha por la vida.
Por otro lado, hay situaciones que no deben aceptarse para bien de nosotros y de otros, detectándolas a tiempo evitamos daños irreparables.
Es beneficioso y necesario poner un freno oportuno al abuso, maltrato o atropello; exabruptos que a nadie debemos permitir.
Esto porque no se debe aceptar ser víctima y, además, porque en un futuro terminará perjudicando al victimario.
¿Cuál debe ser el límite de la paciencia?
Un indicador será el sufrimiento intenso y persistente manifestado en tristeza, rencor, malestar físico, rabia u otros síntomas relevantes.
Ese es el momento de decir ¡basta! Será la oportunidad de escucharnos y valorarnos para salvarnos y evitar la destrucción total de la relación y hasta la pérdida de nuestra vida.
*La autora es médica y escritora.