Con la alegría se instalan las dudas, las preguntas ¿Permitirán que te tenga en mis brazos? ¿Permitirán que te amamante? ¿Podré acunarte?
Tanto tiempo esperándote, imaginando nanas que te cantaría en tu cuna. ¿Serás Juan? ¿o serás Juana?
¿O también está en riesgo la imaginación, la ilusión?
Mis noches, esas que hoy me dejan despierta, se llenan de fantasías y sueños. Todos los que guardaba junto con la esperanza de tu llegada.
¡Querido bebé!
No puedo volar con alas ilusionadas con agujas y lanas. Vidrieras ciegas, negocios cerrados con los ajuares pensados.
Estoy atrapada, amordazada, sin el abrazo familiar de un brindis emocionado.
¿Habrá salido el sol para esperarte cuando llegues? ¿Arrinconado el invasor, ya nos habrá abandonado?
¿Florecerá el jardín perfumando tu llegada?
Serán más largas las horas vacías. Los días acunarán nuestra soledad en la espera. Pero nadie podrá robarnos la emoción que no tiene cuarentena.
Y un día se acabará lo oscuro, amaremos sin protocolo y cantaremos con voces que ningún decreto callará.
Querido bebé, ¡te esperamos!