A propósito de las próximas fiestas, cuando nuestros sentimientos están más cerca de Dios, deberíamos tener un momento de reflexión y pensar, que si todos los individuos antes de tomar una decisión pensáramos en el bien común, sería otra nuestra suerte, porque actuaríamos en bien de la humanidad.
Si nuestros gobernantes, legisladores, juristas, intelectuales, policías, militares, periodistas, religiosos, docentes, alumnos, en fin... todos, en sus actos cotidianos tendrían siempre presente como objetivo el bien común, sería otro nuestro destino.
Por eso, es muy importante que antes de proponer, analizar, firmar, decidir, juzgar, perdonar, enseñar; pase por la conciencia de cada uno, la convicción de que lo que estamos haciendo, es para el bien común.
Es tan importante actuar con esta filosofía del bien común, que hasta los egoístas pueden beneficiarse, porque el bien común es para todos, inclusive para aquellos que hacen poco por impulsarlo.
* El autor es Presidente de la Fundación Marambio.