Envueltos ya en clima electoral, qué bien viene rescatar una figura señera de nuestro pasado histórico, la del Padre de la Patria.
“He tenido la desgracia de ser hombre público” se quejaba San Martín en Bruselas, en 1827. Y años antes, en “su” Mendoza, sostenía: “Mi nombre es ya bastante célebre para que yo lo manche con la infracción de mis promesas”.
Los conductores de hoy, hombres y mujeres involucrados en aspiraciones políticas y cargos públicos, ¿tendrán presente su legado, su ejemplo?
Para bien de nuestra amada Argentina ojalá sea así. Ojalá sirva el valorar la humildad y desinterés personal de un José de San Martín que considerando no reunir las condiciones de idoneidad (porque las morales le sobraban) para la representación del país que Juan Manuel de Rosas le requería, contestaba así:
“Me dice en su apreciable (carta del 24/1/839) que mis servicios pueden ser de utilidad para nuestra patria en Europa. Yo estoy pronto a rendírselos con la mayor satisfacción; pero yo faltaría a la confianza con que usted me honra, si no le manifestase que, destinado a las armas desde mis primeros años, ni mi educación, instrucción ni talentos son propios para desempeñar una comisión de cuyo éxito puede depender la felicidad de nuestro país. Si un sincero deseo de acierto y una buena voluntad fuesen suficientes para corresponder a tal confianza, usted puede contar con ambas cosas con toda seguridad; pero estos deseos son nulos si no los acompañan otras cualidades”. 10 de julio de 1839.
Hace ciento ochenta y cuatro años un grande, un patriota, renunciaba a cargos y honores por entender que ¡no estaba suficientemente preparado para ellos!
Sí, un gran patriota don José de San Martín.
Ojalá su ejemplo prenda en las nuevas generaciones de argentinos para el bienestar de todos y de la república.
*La autora es presidenta de las Damas Pro Glorias Mendocinas (DPGM)