En varias oportunidades he leído en el diario Los Andes notas y editoriales referidas al arbolado público.
En algunos de los escritos hacen referencia al cuidado que merecen por parte de la población y también mencionan aspectos que le corresponden a las autoridades de reparticiones oficiales como poda, desrame, erradicación y forestación. Pocas veces escriben sobre desinfección.
Luché nueve años con expedientes y reclamos personales en todas las dependencias municipales y hasta llegué al parque General San Martín para que erradicaran dos moras que habíamos comprado con mi esposo pero que adquirieron un “virus incurable” de acuerdo al diagnóstico oficial.
Llegó el gran día, vino la cuadrilla pero ¡oh, sorpresa! dejaron los dos tocones como diciendo “acá no se puede plantar otro árbol” por este motivo y otros mi barrio se ha ido deforestando. En cuanto al riego, en veinte años, por la acequia no corrió agua porque la misma no está comunicada con ningún canal de riego.
El tema queda siempre como inquietud en notas del diario, planes de los gobiernos de turno, pero no se advierten cambios y jamás vi un fumigador oficial.