“La angustia…se define como una emoción compleja, difusa y desagradable;… la angustia es visceral, obstructiva y aparece cuando un individuo se siente amenazado por algo Es un sentimiento vinculado a situaciones de desesperación, donde la característica principal es la pérdida de la capacidad de actuar voluntaria…”(Ayuso, 1988).
El acto de votar, una de las expresiones más importantes del ejercicio de la democracia, se ha convertido en un momento de incertidumbre y angustia en el que nos vemos inmersos cada vez que tenemos que elegir a nuestros representantes.
¿Despiertan esperanza los candidatos respecto a conseguir estabilidad económica, concreción de derechos como vivienda, salud, trabajo, ambiente saludable?
En un escenario polarizado, sin propuestas de acuerdos entre los actores- partidos políticos, otros sectores como empresas, gremios, que permitan gobernabilidad, como es posible esperar un cambio, si ni siquiera pueden hablar entre ellos.
Lo más preocupante es que después de las elecciones la vida continúa y el contexto para el candidato/a que asuma la presidencia de la Nación y para todos nosotros, es cuanto menos de terror. La cotidianeidad en la Argentina no se puede atravesar sin zozobra, miedo u oscuridad .
Junto con esto podríamos decir que se percibe una profunda lejanía entre la sociedad y los políticos. Y lo que es más grave hay “desgano y apatía , hacia la cosa pública”- como dijo Elbio Rodriguez. Esto es peligroso pues estaríamos abandonando nuestro lugar de actores cívicos, agentes de contralor de quienes gobiernan
En esta elección de tercios con los resultados eleccionarios provisorios, se observan tres franjas que atraviesan el país: una norte, otra central y la última sur. Esto es división . Tres pinturas distintas, alejadas unas de otras no sólo por distancia sino también por realidad socio-cultural y económica-política . Y por un federalismo proclamado pero no realizado.
Del mismo modo, la división, la polarización en la Argentina impiden el diálogo y la gobernabilidad, y lo que es peor; se sigue haciendo lo mismo desde hace varias décadas, lo que nos ha llevado a los mismos resultados: postración, inflación , pobreza... Es que justamente si no hay un pacto político que imponga obligaciones y determine responsabilidades, establecido en cinco o seis puntos esenciales y que a su vez sirva para darle estabilidad política a quien asuma la presidencia, estamos perdidos.
En otras palabras, ejercer la política en función de los problemas del país y no de los intereses individuales, gran acuerdo político y humildad para el diálogo, son elementos fundamentales para salir adelante.
Javier Fenollar. DNI 37.410.709. Abogado