Gracias al hospital Alfredo Ítalo Perrupato por haber inaugurado en 2020 la sala de UTI, unidad de terapia intensiva, exclusiva para enfermos “no Covid 19″.
Fueron quince días en que el cuerpo recibió la medicina recuperadora.
Pero en esos quince días, el alma de los ocasionales ocupantes de esas cuatro camas recibió tanta ternura y cariño de parte doctoras, doctores, enfermeras, enfermeros e incluso del personal del servicio de limpieza.
Sé que no debo emocionarme, pero la mente se empeña en recordar ¡para que al corazón no le llegue la ingratitud del olvido!
Creo que son los herederos del samaritano humanitario de la parábola que nos relató Jesús.
A los médicos especialistas del hospital Italiano por haber normalizado enfermedades cardiovasculares padecidas en nuestro matrimonio y recuperado en un familiar, el latir de su nuevo corazón.
A nuestros hijos, hijas, nietos y nietas por estar siempre en su preocupación, cariño y caudal de amor.
A ti Señor Dios porque siempre estás protegiendo con tu divino amor a nuestra familia.