El goce es más importante y gratificante que el deseo pues implica plena entrega al momento presente con sensación de vivacidad por el disfrute consciente mientras el deseo proyecta ese disfrutar a un futuro más o menos lejano y está imbuido de ego lo que lo convierte en el síndrome de esperar para comenzar a vivir (“disfrutaré cuando me jubile”, “cuando cambie de trabajo”, “cuando mis hijos crezcan”).
Todo se resume a postergaciones para un futuro que nunca se concreta, pues siempre se está postergando el momento de su realización.
No esperemos grandes acontecimientos para gozar, serán los pequeños de todos los días las que nos den la oportunidad de ser felices, la vida está llena de esas pequeñas cosas que nos llenan de placer.
* La autora es médica y escritora.