Sábado, 12 de agosto de 1912. El presidente Roque Sáenz Peña firma el decreto de creación de la Escuela Militar de Aviación, en el campo del Aeroclub Argentino, en El Palomar. La comisión organizadora, integrada por el ingeniero Jorge Newbery y otros aeronautas, ya tiene todo lo necesario: hangares, aviones, y profesores, mecánicos y alumnos. Aquel día, en patriótica ceremonia, iniciaba su vida -desprendida del Ejército argentino- la más joven de las armas de la Nación.
En 1945, se trasladó a Córdoba y desde entonces, la Fuerza Aérea entregó no solo los heroicos “cruzados” por la soberanía del cielo argentino, sino también el Servicio Meteorológico, la investigación misilística aeroespacial, las bases del desarrollo de las industrias del aluminio y automotriz y la creación de la Fábrica Militar de Aviones. Esta unidad produjo más de 1.500 aeronaves, entre otras: DL-22 Calquín, Pulqui, Moranne Saulnier, Guaraní, Pampa y Pucará. En su rico historial se cuentan además la construcción de la primera pista en Malvinas con placas articuladas y las instalaciones de la Base Marambio, centro neurológico de la actividad argentina en la Antártida y los vuelos hacia y desde ella. Sostiene a través de LADE el objetivo geopolítico de integración de nuestra Patagonia y con su hospital móvil, la función sanitaria de las misiones de las Naciones Unidas.
En estrecha interacción con la comunidad, desarrolla las operaciones específicas militares de prevención y lucha contra el narcotráfico y las verificaciones técnicas de las radio-ayudas a la navegación de los aeropuertos, como así también los traslados y auxilios de emergencia y apoyo en eventos masivos.
Concluimos con los versos de nuestra canción insignia: “Las alas argentinas de la Patria son y llevan con invicta gloria el pabellón”. El mismo que un no lejano día, en paz, volverá a ser izado en nuestra isla Soledad.
