Estamos a tiempo

Estamos  a tiempo

Igual que cuando regamos por última vez un palo seco pensando que ya no había caso, y después, con saltos, risas y hasta con lágrimas vimos un tímido brote…

Cuando comenzó a reinar la barbarie y se corrió como llamarada en combustible.

Cuando dejamos de mirarnos. Cuando nadie tuvo oídos más que para el brillo de su pecho. Cuando la agresión fue placer. Cuando el suelo fue campo de batalla; los ríos, baba y el gorjeo, escupitajos. Cuando la boca fue ponzoña; la lengua, viperina y las espaldas, arcos para el desfile del triunfador. Cuando todo parecía perdido, aguijoneado y espeso como asfixia, me animé a estirar el cuello. Miré casi con terror sobre el suelo humeante. Alguien hizo lo mismo y percibí, desdibujada, apenas como esbozo, una palabra. De ella salía un brazo y del brazo una mano alegre. En los hombros se insinuaba un modesto deseo de renacer. Pensé entonces, que la derrota no es nunca total. Todavía podemos seguir regando el palo y esperar el brote. Hay raíces sanas que resistieron. Estamos a tiempo.

*Ambrocina Cismondi. DNI: 11.009.196. Docente Jubilada.

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