En los últimos días de noviembre participé en el acto de reconocimiento a Ulises Vitale por su trayectoria en el montañismo, que le ofreció el Gobierno de Mendoza.
En 1985 formé parte de la “Expedición Cincuentenario del Club Andinista de Mendoza al cerro Aconcagua”, que hizo cumbre en enero de ese año. Fueron 14 los integrantes de la misión, y los 12 que partieron desde el campo base lograron hacer cumbre, en un hecho inusual. Ulises Vitale actuaba como jefe de expedición.
Es gratificante ver y compartir el respeto que rinden compañeros y conocidos a una persona como Ulises. También la organización y el apoyo de las instituciones, como la Subsecretaría de Deportes de Mendoza.
En lo personal, la figura de Ulises Vitale nos ha generado tanta confianza, que lo hemos seguido aún en circunstancias extremadamente difíciles. Como durante una tormenta eléctrica (y de nieve) en la Gran Canaleta, antes de la cumbre del Aconcagua. Él nos guió exitosamente hasta la cumbre.
En el homenaje pudimos reunirnos cinco (de los catorce) compañeros de ese grupo: Javier Araujo (Río Negro), Alfredo Mémoli, Ulises Vitale, Carlos Pincolini y yo. Esa experiencia marcó mi vida. Era una joven de 24 años, que había viajado sola a Mendoza, sin conocer a nadie, y con la premura y esperanza de ascender el Aconcagua.
Por Claudia Beatriz Arcuri. Andinista de Tucumán.