La meditación facilita que las personas sean más integradas y eficientes, incrementándose su creatividad, serenidad y felicidad.
Desde siempre la humanidad ha aspirado a superar las tensiones de la vida diaria y mantener el cuerpo relajado y libre de dolencias. La meditación, técnica natural y de fácil práctica, permite acceder a nuevas fuentes de energía, físicas y mentales, por lo que facilita que las personas sean más integradas y eficientes, incrementándose su creatividad y felicidad; en fin, convertirse en seres más armoniosos. Al aliviar la angustia y estrés, fuente de numerosos padecimientos, evita o alivia las enfermedades que se derivan de esos estados tales como asma bronquial, hipertensión arterial, úlcera gastroduodenal, migraña, insomnio, adicciones, aumento del colesterol, trastornos emocionales, diabetes, etc. En estas enfermedades cumplen una función importante en su aparición, mantenimiento e incremento las hormonas del estrés: los corticoides y la adrenalina / noradrenalina. La meditación armoniza la respiración, el ritmo cardíaco y la presión arterial disminuyendo por consiguiente los problemas cardiovasculares y, además, el consumo de oxígeno y el metabolismo. El dolor agudo se puede disminuir al atenuar los componentes psíquicos de éste.
Ramiro Calle, un experto en meditación comenta: “Ralentiza la respiración, con lo cual nos calma y sosiega, hace más lento el pulso o latidos del corazón, tiene un efecto equilibrador sobre el sistema nervioso autónomo, ahorrándole a la persona el gasto de energía”.
Las personas que meditan asiduamente retrasan su edad biológica. Los resultados en claridad mental, sobre el apetito, energía y vitalidad son contundentes, a cualquier edad que se comience su práctica. En estudios publicados en revistas médicas se consigna que la práctica regular y prolongada (al menos durante cinco años) disminuye en un 50% la necesidad de atención médica, así como la de internaciones y gastos farmacéuticos.
Los mayores beneficios son en la esfera psíquica, aprendiendo a ser más flexibles mentalmente, lo que contribuye a afrontar los cambios con menos carga de estrés. Al estar interiormente más seguros y centrados en nosotros mismos seremos menos vulnerables a que nos afecte el entorno. La mejora en las relaciones humanas es notable. Los niveles de ansiedad disminuyen lo que contribuye notoriamente a la disminución del estrés y se incrementa la compasión, al descubrir que interiormente compartimos sentimientos y experiencias con el resto de las personas.
En cuanto a las técnicas..., todas producen beneficios, en mayor o menor medida, lo importante es la constancia con que las practiquemos. Elijamos una y perseveremos en ella que, tarde o temprano, recogeremos los frutos.
* La autora es médica.