Su historia de tantos pacientes que hoy la recuerdan está teñida de lealtad a la verdad y al agradecimiento, a la entrega de un compromiso permanente en un hacer profesional con responsabilidad y loable coherencia.
La vecindad habla por sí sola, junto a la niñez de quienes ya insertados en la adultez, no dejan de reconocer la dedicación generosa y la idoneidad en el seguimiento de los pacientes, sin reparos, a la medida de los tiempos y de los días.
La sociedad mendocina y el pueblo de Luján de Cuyo en particular no pueden dejar de ser leales en el reconocimiento de quien hizo de su vida una siembra de humildad, trabajo y afán por el perfeccionamiento.
Su calidad profesional es el tras luz de su figura esbelta, observadora y notoriamente respetuosa.
Su nombre merece con mayúsculas representar al Hospital de Luján de Cuyo.
*La autora es escritora y poeta. Luján de Cuyo.