El Presidente Fernández partió de su “a mí no me van a presionar” y creó el conflicto, creyendo que podría hacer algo por su cuenta y demostrar que en algo podía actuar decididamente.
Entonces se aferró a esto; cuando la Cámara de Casación porteña aceptó la presencialidad, le dio pie a su enojo.
Consiguió que un Juez Federal, tal vez presionado por Zannini, resolviera no abrir escuelas, sin tener jurisdicción, adelantándose al fallo de la Suprema Corte de la Nación, para que, ante la decisión de Rodríguez Larreta de abrir igual las aulas, estallara y reiterara su irritación negativa.
Creó así un conflicto innecesario, cuando el Supremo Tribunal lo iba a resolver dentro de la semana.
Una prueba más del triste momento que vivimos los argentinos.
Y van ya demasiados…