Preocupado por el arbolado de su calle, la falta de riego, de personal encargado, la desaparición de las acequias regadoras desplazadas por una ciclovía, un amigo concurrió a la Dirección de Recursos Naturales de la Provincia. Un secretario de algún funcionario ausente, le preguntó con actitud burocrática, qué era lo que proponía. Ante la respuesta de mi amigo, el secretario lo invitó a retirarse.
Seguramente, lo echó porque no le respondió con cordialidad. Porque cuando del otro lado del mostrador, en lugar de idoneidad hay un reproductor de excusas, las cordialidades desaparecen. Los ciudadanos exponemos las falencias, pero las soluciones técnicas les corresponden a los funcionarios que para eso están, deben ser idóneos, conocer el tema y sus circunstancias.
El arbolado público ha dejado de ser una política de Estado provincial. Se erradican con suma facilidad. Municipalidades, Irrigación, las dos vialidades, Hidráulica, Dirección de Parques, Secretaría de Ambiente y todo lo que se nos ocurra, tienen el camino allanado para encontrar escollos. La pelota rebota de una falta de voluntad a otra.
Cortamos uno y plantamos tres, nos contestan. Sin sistema de riego ni personal que conduzca el agua, son una escenografía para la corrección política de sus discursos. Indefectiblemente se secarán.
Pretender sostener el bosque urbano con voluntarismo, discursos y motosierra, es desconocer su funcionamiento y necesidades. Una sustentabilidad de cotillón, simplificada y facilista, a la medida de la comodidad de quienes deben ser sus custodios.
* El autor es Arquitecto. DNI 14.717.933